DIARIO DE ANTHONY
9:02 a.m. Amanecí… ¡destrozado! Luego sentí miedo, mucho miedo. Ya no quería levantarme, ¡pero tampoco quería permanecer acostado! Sentí que ALGO me engullía, pero no sabía de qué se trataba “eso”.
Me levanté, fui al baño… me lavé la cara y… luego salí. Entonces busqué la cortisona en crema. Me la unté. ¡Me ha estado haciendo mucho bien! Luego enseguida comencé a respirar un poco mejor… Luego… fui y le escribí…
Compré algo para comer. Caminando por aquel lugar, no dejé de sentirme “perdido”. Toda la gente parecía estar “bien”, ¡menos yo! Mi vacío y mi soledad, nuevamente se burlaban de mí.
“¡Jamás lograrás superarlo!”, me dijo mi mente. Y yo, aunque traté de no escuchar; fue en vano. ¿A dónde podría ir ahora, si no tenía lugar ninguno? Y él, parecía que también me había ABANDONADO.
“¿Por qué… lo amo tanto?”, quise saber. Quizás y no era yo, sino las circunstancias. Estar en este ABISMO, me volvía indeciblemente susceptible. ¡¿Cómo afrontarlo entonces?!
Regresé a casa, desayuné; terminé y… seguía con el miedo. Luego me senté en aquel rincón y, entonces me puse a masajearme la frente, la cara; ¡las partes que sentía que me dolían!
Y, después de unos minutos, ¡sentí que “ese” entumecimiento se deshizo! “¡Dios!”, pensé. “¿Qué es lo que sigo haciendo AQUÍ, aquí en la Tierra?” “¿Para qué vine? ¿Y para qué todo este infierno?”
Ahora; sentado frente a la ventana, cierro mis ojos y… Los siento tristes. Mi mirada es triste. ¡Ya no sé qué pensar! ¡YA NO TENGO NADA DE LO CUAL ASIRME! ¡Agarrarme! ¡Sujetarme a ello y…!
Todo perdió su sentido. Sentado aquí, me pregunto que cómo le haré para aguantar el día de HOY. Ver el tiempo y las horas pasar. El dolor se ha disipado. Mi cuerpo ahora lo siento DESATADO. Pero mi alma… ¡TODAVÍA LA SIENTO ATADA!
“Vamos, ¡Anthony!”, me digo y me repito con debilidad. “¡Sé fuerte!”
A. Smart
Septiembre/16/2020