Historias para armar la Historia
Por Ramsés Ancira
Con temor de quedarme dormido, la noche previa no descansé y me levanté a las cuatro de la mañana para acudir por tercera vez a la conferencia del presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional, las dos ocasiones anteriores, a pesar de tener confirmada mi invitación a través del medio independiente Los Ángeles Press, su equipo de prensa me dejó plantado en el retén ubicado a 200 metros de la puerta de acceso.
A las 5:30 de la mañana, media hora antes del horario establecido, estaba listo. Un frío intenso hacía difícil la espera, pero la incomodidad resultaba mínima en comparación con los casos que llevaba en la agenda, Donde se suman más de 200 años de prisión acumulados por al menos 15 personas que han estado en la cárcel sin más pruebas que confesiones arrancadas mediante las más violentas torturas: uno de ellos, al que le quebraron los dedos durante seis horas en el Estado de México, otra, una joven mujer violada en varias prisiones, entre estas la de las Islas Marías, uno más; con recomendación de la Organización de las Naciones Unidas, reconocida por la Secretaría de Gobernación de México, sobre la fabricación de su culpabilidad.
A las seis en punto, empezó mi inquietud, era la hora establecida para que quienes no somos invitados habituales, fuéramos recibidos por el equipo de prensa de la presidencia. A las 6.20 A.M. nadie acudía. Le pedí a los uniformados si podían avisar por radio. Me dijeron que no tenían esa facultad. Les advertí que con respeto a su trabajo si no salían a atenderme iba a empezar a gritar porque tenía una invitación confirmada. Me respondieron con genuina comprensión que estaba en todo mi derecho.
Antes, le pedí a la reportera de algún medio influyente, si me podía hacer favor de avisar que estaba ahí, que confirmaran que estaba en la lista de prensa del día. Me dijo que sí, pasaron otros 20 minutos y no ocurrió nada.
Entonces empecé a gritar “Andrés Manuel, tu equipo de prensa es una porquería”. Me hizo coro un ex productor de televisión que esperaba audiencia con el jefe del área Jesús Ramírez Cuevas. Nada, no nos escuchaban.
A las 6:40 me dijeron que la sala de conferencias ya estaba llena y que no podría entrar. Redoblé los gritos y pareció duplicarse la indiferencia. Pasaron varios incidentes que sería muy largo reseñar, pero finalmente vi que un motociclista con chaleco de unomasuno franqueaba la barrera. – Compañero, le dije, ¿Puedo pedirle un favor?
Como traía puesto el casco pensé que me había ignorado, pero unos segundos después detuvo la motocicleta, se le cayeron cosas, pero finalmente caminó hacia mí y escuchó atento mi petición.
A las 6:45 finalmente un ingeniero salió a la puerta y me franqueó la entrada. Entre mis apuntes, peticiones que la gente me pidió entregar, la toma de temperatura, el cubrebocas que se me atoró en los lentes, los papeles que se me cayeron al piso, la copia de las dos actas de defunción que con dos meses de diferencia sacó Isabel Miranda de Wallace, para certificar la misma muerte, el tercer cotejo de que en efecto me encontraba en la lista de invitados…bueno está demás que me hice un lío para poder ingresar apenas unos minutos antes de que lo hiciera el presidente.
No conocía el protocolo, pero cuando vi entrar a Andrés Manuel López Obrador y me pregunté si debía ponerme de pie, me respondí a mí mismo que era lo correcto, si mis maestros en escuelas maristas y de gobierno, me enseñaron que era un acto mínimo de civismo y respeto, el presidente de mi país no merece menos. Así lo hice.
Me sorprendí un poco al notar que fui el único, un camarógrafo de los cinco que se encontraban detrás de las sillas para los reporteros me reclamó que le eché a perder la toma. Me senté.
Vino lo que para mi fue un eterno informe de avances de obras públicas; luego un reportero que hizo cuatro veces las mismas preguntas que López Obrador ya ha respondido en cincuenta conferencias y la presentación de los cambios en el gabinete.
A pesar de todo si hubo una cosa notable cuando el presidente resaltó que los legisladores del PRI el PAN y el PRD le negaron el apoyo que él quería destinar a personas enfermas, con discapacidades que les impedían trabajar. También cuando dijo que se había derribado el mito de que aumentar con justicia los salarios mínimos provocaba inflación. Por eso quieren controlar el presupuesto, para que los grupos vulnerables no puedan tener contrapesos que eviten la desigualdad, dijo. Me convenció de inmediato, es cierto. Lo se por los años que trabajé como cronista parlamentario.
Cuando el presidente me señaló, dude un momento que me estuviera dando a mi la palabra. En cuatro sexenios he sido testigo de como los jefes de prensa les decían a los periodistas de presidentes y jefes de gobierno que debían preguntar, para que se consumiera el tiempo antes de que se hicieran preguntas realmente importantes. Esta vez el jefe del ejecutivo no tenía idea de lo que yo le iba a plantear, porque ni yo mismo lo había terminado de decidir.
No voy a redundar en lo que pasó después, porque ya es público. En resumen, el presidente ordenó que fuera recibido ese mismo día por la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, para presentarle las pruebas que llevaba. A partir de las dos de la tarde. Tuvimos una audiencia de casi dos horas en la que me acompañó un investigador privado, además de detenernos en algunos casos de tortura llevamos pruebas de los robos de compañías privadas que cobran 490 mil pesos anuales por dar mantenimiento a cada patrulla policíaca. Sí, leyó bien, a cada automóvil. Y lo mismo las empresas que además de vender al máximo precio las cámaras de vigilancia del C5, luego cobran por el mantenimiento de equipos que por ley deberían tener al menos un plazo de garantía.
Cuando finalmente pude sentarme en el escritorio de trabajo, me encontré con que me habían enviado denuncias de funcionarios públicos asesinados; secuestro de menores sacados del vientre de madres narcotizadas; personas despojadas de sus terrenos con la complicidad de jueces; campesinos, también despojados de sus tierras en Oaxaca y exiliados de su Estado con la amenaza de ser asesinados, si regresaban a reclamarlos.
A casi todos di respuesta, pero intentando que comprendieran que sus peticiones de informar al presidente, sobrepasan mis capacidades de investigación y de gestión como reportero.
Por eso también plantee a la Secretaría de Gobernación la urgencia de instalar una oficina, que se dedique únicamente a recibir las denuncias relacionadas con la miserable corrupción de nuestro poder judicial, pues la judicatura no quiere o no se da abasto para atender tanta prevaricación como existe en jueces, notarios y magistrados, y los medios de comunicación que piden hasta 100 mil pesos, para publicar una denuncia de abusos de autoridad, porque para ellos las víctimas no son noticia.
Bitácora suplementaria:
La ventaja de pegar con engrudo en las paredes, papeles que demuestran que Morena está usando recursos públicos para promover candidatos, es que son muy fáciles de adherir, la desventaja es que se les olvida quitarlos y son difíciles de despegar.
Así podemos comprobar (se adjunta foto) lo que hizo Mario Delgado para quedarse con la presidencia de Morena. Pero lo que representa un descaro inaudito son los cientos de millones de pesos invertidos en espectaculares en favor de Pablo Amílcar Salazar, el Zar anticorrupción de Morena en Guerrero, para imponerlo como gobernador.
Informantes confiables nos hacen saber que estos espectaculares fueron financiados por integrantes de la Cámara de la Construcción de Guerrero, quienes le impusieron a la delegada de la Secretaría de Desarrollo, Agrario, Territorial y Urbano para obtener contratos por obra pública del gobierno federal.
Personalmente creo en el presidente y en su programa social; pero Pablo Amílcar apuñala por la espalda a la cuarta transformación. Churchill decía que, para vencer a Hitler, si era necesario podía aliarse hasta con el diablo. López Obrador ya tiene el poder y la confianza de más del 70 por ciento del electorado real, el que toma decisiones. Es tiempo de que revise sus alianzas con estos demonios que lo pueden llevar de la gloria al infierno.