RELATO
6: 57 a.m. Han pasado solamente dos días desde que regresé a México. Y, durante todo este tiempo, solamente he tratado de… no sé qué.
Estando en su casa, no pude escribir todo lo que yo había vivido JUNTO A ÉL. ¡Dios mío! “En mi mente, yo, no pude evitar fantasear de que “él era mi padre” (adoptivo).
Y, como padre e hijo, él y yo… ¡habíamos desayunado, comido y cenado JUNTOS! ¡Dios! Así que, ¿acaso mis fantasías eternas no se habían hecho realidad al fin un poquito?
Cada instante junto a él; sentados el uno frente al otro. Y, mientras comíamos, no parábamos de platicar, de reír y de mirarnos… ¡DIOS MÍO!
Todo lo que toda una vida DESEÉ, ¡al fin se había hecho realidad! ¿Ya puedo morirme entonces? Y entonces pienso que ni siquiera ninguno de sus hijos ha de escribir sobre él, y de lo mucho que lo aman y lo admiran…
“¿Por qué la vida es así?”, me pregunto ahora mismo. Yo, que toda una vida había deseado “tener un padre… “Él, sin saberlo, había hecho realidad MI DESEO.
Un hombre como él, tan distinguido cuando se ponía “ropas de vestir”. Arquitecto de profesión… “MI PAPI ARQUITECTO…” Desde luego que él tenía “esa facha”, que yo siempre vi a lo largo de todos mis años de soledad, vacío y abandono…
Rostro delgado, con una barba que adornaba todo su mentón y parte de sus cachetes… ¡Cuánto no me extasié al acariciárselo…!
Todo él me gustaba lo indecible: sus arrugas, su leve calvicie, su manera de mirarme y de hablarme…, pero sobre todo su figura, sí, esa figura que yo siempre “visualicé” en mis fantasías.
Para mí, debo decirlo, no podía haber mejor hombre que él. Y, aunque yo había tenido varios padres imaginarios, a ninguno de ellos pude llegar a conocer de verdad…
Por lo tanto, conocerlo a él en persona, había sido como, como la culminación de toda una búsqueda eterna… Un hombre como él, que había triunfado en su profesión, y quien también había viajado y conocido muchos lugares…
“Un padre así siempre deseé tener, o conocer…” Alguien “fuerte”, alguien que había luchado y trabajado para alcanzar todos sus objetivos…
Él, arquitecto. Y, yo; escritor… Compartíamos ALGO en común: los dos éramos seres “creativos”. Por lo tanto, ¡¿qué más podía pedirle a la vida?!, a esa misma vida que jamás me quiso, y contra la que yo luché, día y noche, noche y día…
Otro dato curioso e increíble: “Yo cumplía años el 16 de junio, y él… el 17” Cada vez que lo pensaba, o, más bien cuando me lo contó un día, vía WhatsApp, no quise creerle, y mucho menos darle mucha importancia…
“Mi papi arquitecto…” Uh hombre tan creativo como yo… ¿Qué más iba yo a decir? Estar junto a él fue para mí LO MÁXIMO.
¡Hicimos tantas cosas juntos! Limpiamos los cuartos que él da a rentar, limpiamos su jardín; podamos las plantas y… Estar en su casa más de una semana, para mí fue la cosa más maravillosa. Porque el mundo exterior jamás existió para mí… Y yo tampoco existí para él, jamás.
Y yo, que venía de un pasado indeciblemente doloroso, hice cuanto pude para no dejarme arrastrar por todos esos recuerdos de soledad, vacío y abandono…
¡Él no era mi padre! ¡No lo es! Pero yo… durante todo el tiempo que pasé junto a él, ¡me atreví a fantasear de que sí lo era! ¡Mi padre arquitecto…! ¡Mi papi arquitecto! ¡Mi padre… por elección propia!
Al fin mi fantasía se había hecho realidad… ¡Gracias a él!
7: 28 p.m.
Anthony Smart
Noviembre/14/2022