Joel Hernández Santiago
Los migrantes que cruzan por México van en aumento. Y esto no está mal en tanto nuestro país fuera sólo tierra de paso. La mayoría de ellos, de origen centroamericano, tienen como meta cruzar hacia los Estados Unidos y pedir asilo allá. Pero ya se ha detectado que una gran cantidad de ellos tienen como objetivo quedarse en México, aun sin solicitar asilo o como refugiados.
Ya hemos dicho que es importante que los centroamericanos que cruzan hacia el país del norte merecen nuestra consideración, apoyo solidario y respeto. Sus derechos humanos –hemos insistido- deben estar bajo resguardo no sólo de las autoridades sino de la sociedad mexicana toda.
Y esto es así porque México es, asimismo, emisor de migrantes que cruzan hacia los Estados Unidos, la mayoría de las veces porque no hay alicientes de vida en sus lugares de origen, falta de trabajo, pobreza, ausencia de apoyos, de salarios dignos, de beneficios de seguridad pública o aún de solaz, tales que les permitan, a ellos y a su familia, permanecer en su tierra y con su gente.
Y ya se ha insistido también que lo mismo que queremos para nuestros paisanos peregrinos, debemos otorgarlo a quienes pasan por México. No es malo que así sea. Es justo.
Pero resulta que como ya se sabe, la política migratoria de permitir el paso de estos migrantes ya para Estados Unidos o para quedarse aquí, ha causado una gran indignación al presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, quien por lo menos durante dos semanas bombardeó al gobierno mexicano de amenazas en el sentido de que cerraría toda la frontera con nuestro país si aquí no se controlaba de una vez y por todas la llegada de migrantes.
Pero más que las actitudes de “amor y paz” y la “no confrontación” que ha seguido el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, fue la presión de los empresarios estadounidenses que verían afectados sus negocios y sus ganancias si se suspende el paso de millones de mexicanos que consumen en la frontera de Estados Unidos, así como también el impedimento para poder trasladar mercancías de uno y otro lado. Un caos, sin duda.
Fueron los gobernadores de los estados fronterizos con México quienes pusieron el grito en el cielo por el impacto que esta decisión arbitraria podría causar en sus economías estatales y, hay que recordar, muchos de estos estados podrán deplorar la llegada de mexicanos y de productos mexicanos, como Texas, pero también saben que sus productos podrían quedarse allá sin acceso a México y, por lo mismo, con pérdidas millonarias y para la generación de empleos y más.
El problema sigue siendo para México al que, con la política de acceso controlado de bajo perfil, se le han acumulado ya migrantes no sólo centroamericanos, también cubanos como senegaleses, haitianos y de otras nacionalidades que ven que a través de México pueden cruzar hacia EUA.
Y aunque Donald Trump sigue enfadado por todo esto, ya cambió el discurso y de pronto traslada sus amenazas hacia el control del narcotráfico. Para él nada de que “la guerra en contra del narcotráfico ha terminado”, como dijo el presidente mexicano, y se lo recuerda:
Apenas el viernes 5 de abril anunció que en el caso de que México no contenga el paso de narcóticos al país del norte en los siguientes doce meses, entonces impondrá altos aranceles a los vehículos de procedencia mexicana, hasta del 25 por ciento, lo que encarecería ese traslado e impactaría, sin duda, en la economía nacional y del consumidor.
Casi de manera furtiva el gobierno de México, a pesar de su política humanista, ha hecho ajustes, como las medidas de acceso y con cantidades de migrantes cada vez más controladas. Esto para EUA no es suficiente.
Y va a la alza la migración que habrá de cruzar por México y que podría ser retenida en la frontera norte o devuelta por el gobierno de Estados Unidos mientras se resuelven sus solicitudes de asilo allá, lo cual ha sido permitido por el gobierno mexicano, con lo que significa de costos para el país.
Esto viene al caso porque apenas el 6 de abril, el Representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en México, Mark Manly, dijo que es urgente cambiar la dinámica del desplazamiento de personas:
Qué el gobierno mexicano aporte los recursos necesarios –ahora insuficientes- a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) cuyos esfuerzos, por lo mismo, no son suficientes para atender al alto índice de migrantes extranjeros que cada día va en aumento.
Esto tiene que ver con que, precisamente, hasta hace algunos meses las caravanas de migrantes que cruzaban por México solicitaban asilo, refugio o protección de gobierno a su paso. Ahora son menores estas solicitudes porque los migrantes ya no cruzan en caravanas y sí en grupos aislados, pero estos no solicitan ni asilo ni protección, lo que no significa que se deban tener controles, registros, y los apoyos adecuados.
Dice: “La COMAR hoy en día tiene un presupuesto más bajo que hace cinco años. Nosotros –ONU-, mientras tanto, les hemos dado algo de apoyo en términos de recursos humanos y técnicos, pero eso es algo temporal y realmente requiere un esfuerzo de largo plazo para reforzar su capacidad, porque las tendencias que vemos en términos de aumento de número de personas que solicita la condición de refugiado en México va en aumento (… y agrega): México tiene que estar preparado para este escenario”.
El escenario es grave para México. Cada vez más migrantes por México lo es. Pero también es de esperarse que pronto el gobierno mexicano haga los ajustes suficientes para controlar mejor estos accesos y facilitar la estancia de migrantes aquí, dentro de los márgenes de las leyes mexicanas, atentos a la garantía de derechos humanos y buscando el equilibrio entre el trabajo de mexicanos y ahora de los centroamericanos.
jhsantiago@prodigy.net.mx