Jorge Meléndez Preciado
Cuando la respetable y puntual Oxfam da a conocer las cifras de la tragedia que hemos vivido desde la pandemia de todos tan angustiante, dos millonarios y políticos mexicanos hacen ostentación con niños.
Los irresponsables y exhibicionistas son: Manuel Velasco y Samuel García, ex gobernador de Chiapas y mandatario de Nuevo León, respectivamente. Casados, el primero con la ex integrante del conjunto RBD, Anahí; y el regio con la influencer, Mariana Rodríguez. Esta segunda pareja acusada por Save Of Children por utilización de un pequeño.
La desigualdad, afirma Oxfam, mata una persona cada cuatro segundos; es decir, 21 mil 300 humanos cada día. Y ello por un desbalance en los ingresos, el cual se ahondó en los últimos dos años, ya que los 10 milmillonarios duplicaron su fortuna, en tanto el 99 por ciento de los habitantes del planeta redujeron sus ingresos.
252 personas, afirma Gabriela Buelher, presidente de la citada organización, tienen más dinero que mil millones de personas en África, América Latina y el Caribe.
Desde 1995, el uno por ciento de los ricachos ha acaparado 20 veces más dinero que la mitad de los pobres.
Las emisiones tóxicas que producen los 20 ultramillonarios son ocho mil veces más de las que emanan entre los hogares o trabajos de mil millones de personas.
En los países pobres, las vacunas son adquiridas por unos cuantos, los que tiene dinero que en ocasiones no llega ni al uno por ciento, en tanto los demás están sin la medicina salvadora.
Uno más: 3.4 millones de afros estarían vivos si tuvieran el ingreso de los blancos.
La lista, atroz y que nos acongoja, podría seguir, pero no tiene caso. Lo importante para evitar todos esos males es uno muy conocido que no se lleva a cabo, una reforma fiscal profunda, según anota Gabriela Buelher. Lo que han evitado los gobiernos de todas partes, ya que las empresas buscan utilidades como sea.
Mientras eso sucede también en México, donde farmacéuticas, televisoras, quienes manejan los negocios de las redes y hasta los que comercian o producen alimentos esenciales se han embolsado como nunca dinero, hay dos irresponsables que se mofan de la sociedad y los niños de manera abierta y descarada.
La pareja de Samuel García y Mariana Rodríguez paseó a un niño un fin de semana, como si fuera un objeto de su mal deseo (recordando a Luis Buñuel).
Lo hizo para supuestamente aparentar que eran “buena onda” (vocablo que estuvo de moda) y que, tal vez, podían ser padres en algún momento.
Un bebé como artículo suntuario, dándole trato de mascota adquirida para únicamente exhibirlo, poniendo una cara sonriente con el objeto de mostrar que lo mismo es un automóvil de lujo que un ser sin posibilidades de defensa.
¡Sinvergüenzas!
Más la señora Rodríguez, quien, si bien ha enloquecido a sus seguidores con banalidades y ayudado a su marido a llegar a la gubernatura convenciendo a sus adeptos, piensa que todo es la banalidad del mal, como dijera: Hannah Arendt.
Por otro lado, Manuel Velasco mandó publicar un reportaje en un informativo que ni siquiera vale la pena citar, donde sacan en diferentes meses a su segundo hijo, Emiliano, que cumplirá un año próximamente. Al primero, obviamente, se le dice Manuelito, diminutivo del nombre de su Papá.
Lea usted lo que dicen en el texto de marras acerca de los vástagos: “bebito coqueto de ojos azules”; a su hijo Manuelito “se le ve genial”; a Emiliano no faltará quien lo cuide “cuando sea mayor”; a los siete meses lo fotografiaron y dijeron que irá “al estrellato”; posa frente a la cámara “como un profesional”; parece “un muñeco de carne y hueso”; es un “bomboncito que conquistará el mundo”. No dejan de señalar que Anahí está muy atareada con sus dos hijos, algo que las trabajadoras mexicanas abrirán sus desorbitados ojos ante tamaña proeza (sic enloquecido).
Los autores de tanta miel que ahoga, son Griselda Díaz y Emilio López, a quienes nominamos para el premio de Angangueo, que repartían: Miguel Ángel Granados Chapa, Manuel Buendía, Carlos Monsiváis, Iván Restrepo y otros a lo más cursi del año.
Miserias por todos lados e insensibilidad ante el apocalipsis que está por llegar si continuamos por esos caminos del Mal.
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