Eduardo Sadot
La presidente – ustedes comprenderán que como profesor universitario y la presidente lo sabe, porque es universitaria – no puedo mentirles a mis alumnos tergiversando el lenguaje llamándole presidente (con “A”) porque no podríamos permitirnos el calificativo de ignorantes de la lengua de allende el mar. Y que pasada le calentura de la moda de los – as, os y es – quedaría para la historia, nuestra complicidad con la locura y el capricho de violentar el lenguaje. Hecha la aclaración.
Las declaraciones de mexicanos en el extranjero, que denuncian los abusos e injusticias de lo que sucede al interior del país, la persistente actitud de demoler al Estado de Derecho, entre actos de violencia, carpetas inventadas en las fiscalías, corrupción, amenazas y abusos contra ciudadanos mexicanos, llamados con desprecio desde palacio nacional “adversarios” exactamente igual que en el sexenio pasado, con la maniquea y discriminante actitud, de descalificar a todo aquel o aquello, que critique o se resista a aplaudir cualquier gesto gubernamental.
Como universitario, me sorprende lamentablemente, que se asuman actitudes discriminatorias, y que vengan de una mujer con raíces muy cercanas a las victimas del holocausto. Discriminar, reproduce la actitud usada precisamente por criminales de guerra nazis, que aún nos duele y lastiman a la humanidad. Actitud procedente, precisamente de la primera mujer que ocupa la presidencia de la república, que además, tenga estudios de “licenciatura, como físico” – ojo, así dice su titulo, no dice física con “A” – con maestría en ingeniería energética y doctorado en Ingeniería Mecánica, todos esos estudios, hechos en la UNAM.
Que, a la doctora, formada en la disciplina científica universitaria, le veamos en las mañaneras emitir juicios – populistas superficiales – que pretendan ocultar lo inocultable, como la reciente declaración de “la herencia maldita de la deuda de Calderón y Peña” y que pretenda ocultar “la herencia maldita” más reciente del sexenio pasado – perdone lector – pero es difícil no usar el calificativo “ad hoc” sin ser claridoso y hasta ofensivo, pero que obviamente no hace falta escribirlo, el lector ya lo imaginó y hasta lo pronunció, provocado por el transcurso de ésta lectura.
Pero lo peor y más ofensivo a la inteligencia colectiva mexicana, es desgarrarse las vestiduras, ante la presión del extranjero, pretender venderles a los mexicanos, el mito de “están atacando a la soberanía” y gritar destempladamente “la oposición” ¡traiciona a la patria! Cuando invocan a fuerzas extranjeras. Cuando es de todos conocida la injerencia extranjera, el dinero que aportaron al movimiento de MORENA los soles de Venezuela, primero con Hugo Chávez y después Maduro, a través del tristemente “pigmeo” famoso, por recibir impunemente 150 millones de pesos, del erario e impuestos de los mexicanos y el hoy también famoso nuevo rico de Tepoztlán hoy conocido como “el collón del senado” también llegaron apoyos del gobierno de Evo Morales desde Bolivia y del gobierno cubano, lo que hoy justifica el apoyo desbordado a todos ellos, también con recursos mexicanos.
No, las ofensas infringidas a un gobierno ilegitimo, por un gobierno extranjero, aquí y en el mundo, no se pueden endosar a sus pueblos, pretender transferir las ofensas al resto de los mexicanos, es ejemplo de debilidad gubernamental, que afortunadamente como ha dicho la presidente Sheinbaum, el pueblo no es ingenuo, no cae tan fácilmente en el “mito distractor” para disfrazar sus deficiencias endosando las acusaciones a “la soberanía nacional” Doctora – aquí si con “A” – los universitarios que debemos nuestra formación al pueblo de México, que tenemos el derecho a usar y defender el lema universitario que nos llena de orgullo: “Por mi raza hablará el espíritu” los señalamientos de “traición a la soberanía” ni responden al sentir de nuestra raza y tampoco corresponden a la interpretación del espíritu universitario, a la que usted, yo y todos los universitarios entendemos y, que no confundimos entre gobierno, soberanía y mexicanidad sin exponerse al escarnio y exhibirse como omisos o indiferentes, que exponen a que calificativos más fuertes y ofensivos sean usados en nuestro prejuicio, como los que se han puesto de moda entre los mexicanos, cada que caen en un bache, recuerdan a la más respetable figura familiar femenina, con la rabia contenida, frente a carreteras y calles de México, sin mantenimiento.
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