Una mañana de septiembre de 2012. Casa del ex Presidente Carlos Salinas de Gortari, en el boscoso rumbo de Santa Teresa, al sur del Distrito Federal. A la mesa, frente a charolas con frutas rebanadas y jarras de jugos, Manuel Mondragón y Kalb comparecía, en un desayuno, ante su anfitrión.
Tras algunos escarceos, Salinas llegó al punto álgido de la reunión.
Y así, preguntó a quien en ese momento todavía era intendente de policía de Marcelo Ebrard y, ante los medios –siempre ante los medios– jugaba con la posibilidad de continuar al frente de la Secretaría de Seguridad Pública del DF al lado de Miguel Ángel Mancera, si le interesaría ser, con Enrique Peña Nieto, el mandamás en esa área, pero en el nivel federal.
Zalamero, el anciano fortachón respondió a Salinas que sí, que claro, que como no, que con mucho gusto.
Un par de semanas después, Mondragón fue citado por Miguel Ángel Osorio Chong que a la sazón fungía como coordinador del área política en el equipo de transición de Peña Nieto.
Ahí le hizo el planteamiento formal. Que desde el inicio del actual sexenio, le ofreció, se hiciera cargo de la Secretaría de Seguridad Pública que, reducida a su real expresión –la debilidad del espurio Felipe Calderón Hinojosa frente a Genaro García Luna provocó su sobredimensionamiento– quedaría bajo la supervisión de una nueva Secretaría de Gobernación.
Una reunión más con Salinas a quien le agradeció la oportunidad.
Y guardó silencio sobre la oferta.
Hasta el último momento, Mondragón siguió jugando con los medios y con Miguel Ángel Mancera. También, claro, con Marcelo Ebrard. Que se quedaría en la SSP del DF a cuidarle las espaldas.
Pero ya tenía todo listo para marcharse a la SSP federal o a cualquier cosa que los peñanietistas se sacaran de la manga para intentar –sólo intentar– devolver a la ciudadanía la paz y la tranquilidad perdidas por la estúpida guerra de Calderón en contra de la delincuencia.
Y sorprendiendo a Ebrard y a Mancera, Mondragón y Kalb llegó a hacerse cargo de una comisión con la que se sustituía a la SSP garcialunática.
Hasta el día de hoy.
JUGADA SUCIA DE SALINAS
Mondragón y Kalb no fue el único engañado por Carlos Salinas de Gortari. Éste tenía infiltrado al equipo peñista. Se enteraba a través de su emisario de quiénes eran considerados para formar parte del gobierno que entraría en funciones a partir del primer día de diciembre de 2012. Y los llamaba a su casa, a platicar.
Ahí, Salinas les “vendía” el futuro nombramiento. Para cobrárselos después, por supuesto. Hacía ver que Enrique Peña oía sus consejos. Que en todo lo consultaba quien entonces era Presidente Electo. Que él sugería nombres para integrar el gabinete, y que el mexiquense acataba sus instrucciones.
Cuando se descubrió, Salinas tuvo que auto-exiliarse. Otra vez. Aunque no sólo por eso. También por sus críticas a las políticas económicas de Luis Videgaray. Y por la exhibición de un video…
Fue así que Mondragón llegó al cargo con “el beso negro de Santa Teresa”, paráfrasis de aquel “beso negro de San Jerónimo” que el entonces presidente nacional del PRI Gustavo Carvajal, dijera en el lopezportillato habían recibido aquellos que se acercaron a la casona de Luis Echeverría a pedir favores políticos.
Y de ahí pa’l real. Su inicio con el pie izquierdo fue premonitorio del pésimo papel que desempeñaría como encargado de la seguridad pública en el país. El cúmulo de errores, más los actos de corrupción –como el aquí reseñado el 28 de enero inmediato anterior en contra de TMM, de don José Serrano. Por 5 millones de pesos, más el préstamo de otros 5 para “la operación quirúrgica de su hermana Susana Mondragón”– y su enfrentamiento con su jefe jerárquico, Miguel Ángel Osorio Chong fueron largamente tolerados, hasta que…
Mondragón y Kalb, ya lo ha dicho este escribidor, estaría mejor en cargos de vocería. Pocos, como él, tan adictos a los micrófonos y cámaras de televisión.
Ahí sí haría un buen papel, sobre todo ahora que se sopesa el fracaso de la comunicación de Enrique Peña Nieto, ¿no cree usted?
Índice Flamígero: ¿Por qué se esfuerzan en las redacciones para encontrar los supuestos títulos académicos de Manuel Mondragón y Kalb? Si durante los días en que se empezó a aplicar el alcoholímetro él mismo declaró que era masajista deportivo, afición que dedujimos le viene desde que andaba “pegado” con el ya extinto gobernador mexiquense Jorge Jiménez Cantú en el Pentatlón de la colonia San Rafael, en la ciudad de México. Hasta ahí el entuerto. Lo que seguramente paso, es que a medida que fue escalando cargos se le colgaron –no faltan ofrecidos cuando se presta el cliente- medallitas académicas. De “doctor en medicina deportiva” a facultativo profesional universitario, a honrosos cargos en el Almirantazgo, que él resaltaba con cientos de corcholatas pegadas en el uniforme blanco o azul que escogiera del generoso closet, atiborrado de uniformes, hasta para guerritas de Gotcha, y abundantes águilas que adornaban aparatosas cachuchas de utilería. Lo cierto es que hoy, defenestrado, va a empezar a aprender que no todo acaba con el despido, por más patriótico que sea. Si insiste en permanecer en el “área de inteligencia” debe prepararse para lo peor: Saber que cuando se pisan terrenos desconocidos y se opina sobre materias ajenas a la “profesión” hace falta el poder para que le rindan y hagan caso. Y si este no existe, cualquier subordinado de tres al cuarto acabara por faltarle al poco respeto que le queda. + + + Nerviosismo en la Secretaria de Salud del GDF por la renuncia del Comisionado de Seguridad federal. No saben hasta donde pueda llegar el impacto de las “negociaciones”, “transferencias” y compras de vehículos, ambulancias, aparatos, enseres y medicamentos del titular, Armando Ahued, protegido del “doctor” desde que emigró de ahí a la SSP del DF. Se cuidaban ambos las espaldas, pues.