La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Hay casos en que el juicio de la historia sólo ratifica la sentencia del imaginario colectivo
Ricardo Monreal, ha sido el gran perdedor de la noche negra protagonizada por los senadores de MORENA, entre el viernes 28 y sábado 29 de abril, simplemente se convirtió, o se ratificó, que es un convidado de piedra en la 4T.
A pesar de que previo a ello, fue convocado por el presidente López Obrador, junto con las tres verdaderas ‘corcholatas’, dizque a una reunión para establecer acuerdos de urbanidad política, en realidad, todo fue una simulación (su asistencia a Palacio Nacional) para darle una salida decorosa, a su infructuosa lucha por buscar la candidatura presidencial en 2024.
La estrategia del zacatecano, de buscar quedar bien con todos, fue harto fallida, al final, se quedó como ‘el perro de las dos tortas’, con el desprecio del Tlatoani y muchos de sus ´compañeros’ partidistas, además, de la pérdida de interlocución con los senadores de oposición.
Los mal pensados, afirman que don Ricardo optó por el pragmatismo y, por lo tanto, al aceptar que no tiene opción para buscar la silla embrujada, habría decidido negociar posiciones para él y sus cercanos, método que le es familiar, recordemos el 2018.
Así pues, aunque en las entrevistas y videos que difunde, diserta a modo de catilinaria, el legislador ya no tendrá credibilidad con su rollo de ser congruente y defender la Constitución, sus hechos lo delatan en sentido contrario: es como el agua y se desplaza por el camino más fácil.
En todo caso, nos hace evocar el movimiento millerista, el cual anunció el retorno de Jesucristo, después de un ‘sesudo’ estudio de las cronologías de la Biblia, alrededor de 1843 y, al final de cuentas, resultó ser: un Gran Chasco. De ese tamaño.