Emilio Trinidad Zaldívar
Andrés Manuel López Obrador no pudo hacer mejor elección para coordinar la fracción parlamentaria de Morena en el Senado de la República que Ricardo Monreal Ávila. El zacatecano ya fue gobernador, diputado, senador y delgado político, entre muchos otros cargos, que le permitieron ganar experiencia, habilidad y talento, que habrá de aportar para que las reformas constitucionales, que a partir del uno de diciembre el nuevo presidente busque proponer o modificar, tengan la aprobación correspondiente.
La tarea no será fácil, a pesar de la amplia mayoría que Morena y su alianza con el Partido del Trabajo y Encuentro Social tienen en el Congreso de la Unión, porque los temas ahí a debatir, generarán opiniones muy encontradas con los partidos que hoy se convirtieron en la chiquillada, que aunque poco representen en las votaciones internas, harán ruido para que sectores de la sociedad civil impugne ciertas propuestas que López Obrador hará al Poder Legislativo.
Fue Ricardo Monreal, junto con Marcelo Ebrard, quienes hicieron un trabajo excepcional para que la zona centro y norte del país, que a ellos les encargó el tabasqueño, pudieran convertirse como lo fueron, en estados morenitas, cuando en tiempos recientes, esas regiones del país eran dominadas por el PRI y el PAN alternativamente.
La tarea para ambos fue titánica y desgastante, pero provocó que esa dupla fuera no sólo reconocida sino considerada para áreas estratégicas, como encabezar el Senado para Monreal y la Secretaria de Relaciones Exteriores para Ebrard.
Sus desencuentros -de Ricardo Monreal- con Andrés Manuel López Obrador y con Claudia Sheimbaum, quedaron en el pasado, producto en mucho del colmillo largo y retorcido del zacatecano, que evitó en todo momento que la confrontación con ambos y muy unidos personajes de la izquierda mexicana, terminara en escándalo y
rompimiento, que a querer o no, hubiera provocado una sacudida dentro de las filas de Morena.
Por su parte Marcelo Ebrard, llegará a la Cancillería con un bagaje impresionante de experiencia política, acumulada por más de dos décadas en el sector público, que viene desde los tiempos de Carlos Salinas, cuando Ebrard era el brazo derecho de uno de los políticos más completos que haya tenido México, Manuel Camacho Solís, de quien el ex Jefe de Gobierno capitalino, aprendió todo lo necesario para estar donde hoy se encuentra.
Ebrard Casaubón tendrá que probar conocimiento, talento y firmeza, en la reunión que habrán de tener este viernes con el Secretario de Estado de la Unión Americana, Mike Pompeo, sobre todo por la tortuosa relación que aún nos espera con el locuaz presidente Donald Trump.
Tanto el Senado para uno, como Relaciones Exteriores para el otro, habrán de ser dos instancias de gobierno desde las cuales ambos políticos, deberán demostrar con hechos, por qué fueron enviados a dichas y estratégicas posiciones.
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