El alto ejecutivo del hotel que ostenta cinco estrellas no daba crédito a los sucesos en el lobby de las elegantes y muy concurridas instalaciones de la hospedería. Personal de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) colocaba infinidad de cartulinas en las que se leía la suspensión de actividades del albergue de lujo.
En el momento, no valieron ni argucias ni argumentos. La orden se cumplió tajantemente.
Pero después…
La cadena hotelera ordenó que el problema se solucionara “a cualquier costo”.
Y sí, claro, se llegó a un arreglo por una cantidad cercana a los 5 millones de pesos.
Hubo muchas llamadas telefónicas y encuentros en el ínter. A un despacho de abogados, primero. De éstos a sus contactos de alto nivel en el gobierno federal. Una de esas llamadas a ciertas oficinas de consultoría en Los Pinos. Y de ahí la orden: un “arreglo”.
En millones de pesos, por supuesto.
De ser cierta la versión que se cuenta en los salones y restaurantes del negocio hotelero, resulta entonces que, contra lo que se pensaba, el activismo del procurador que en teoría tiene la tarea federal de defender los derechos de los consumidores ¡tiene precio!
Se trata, sin embargo, de prácticas corrientes, casi podríamos decir que acreditadas y previstas en el funcionamiento del mundo mercantil.
Un mundo en el que los consumidores, los usuarios de una pantalla de plasma o un refrigerador, los clientes de un banco, los ilusos que nos comunicamos tecleando mensajes en el celular, estamos como víctimas propiciatorias en el centro de una red que se tensa, por un lado, por los empresarios entregados al logro de la estafa, sabedores de que en el extremo opuesto de la red está la autoridad, en estos casos disfrazada de El Extorsionador o, en el mejor y más legal de los casos, de magnánima diosa de la multa.
Se extiende así entre nosotros la conciencia de que el delito forma parte del curso de las cosas, instaurándose el principio tácito de que engañar, abusar, estafar, amañar, y robar con guante blanco son modalidades inherentes al tejido de nuestra vida.
Todo el mundo lo hace, o lo haría, es el corolario de ese principio. Un principio imperfecto sólo por una razón: a alguno de los delincuentes se le descubre.
De hecho, el fundamento de tal sistema es el juego de azar, sujeto a las caprichosas vueltas de la bola de la culpa en la ruleta de la justicia. ¿Y si te toca?
MULTA O “ARREGLO”
Si te toca tienes una disyuntiva: La multa o el “arreglo”. Igual en la Profeco que en la Comisión de Competencia –remember la sanción de mil millones de verdes que, finalmente, le fue condonada a Telcel– o la Federal de Telecomunicaciones, cualquiera de ellas se da el cochupo.
Y de ese modo, el financiamiento ilegal de un partido, con su cuantiosa propina embolsada por el intermediario, el comisionismo de los funcionarios públicos y su parentela –míster ten per cent le decían a Raúl Salinas de Gortari–, el uso de dinero público para gastos privados, el desvío de lo sustraído a cuentas en Suiza o paraísos en islas caribeñas, son los pilares del actual sistema político “a la mexicana”. Pilares que en público conviene denostar y sin las que, pueden decir los cínicos, el status quo no se mantendría estable.
Ningún banquero corrupto o inepto en la cárcel, pese al daño sin reparación causado a millones de ciudadanos; ninguna empresa multinacional suspendida en sus actividades por el lucro indebido.
Y, por el contrario, el pequeño delincuente, el insolvente, el que le adeuda al banco una suma que no tiene, por carecer de empleo, o el que le debe al gobierno un tributo que el gobernante no deja de acrecentar, ése habrá de responder con todo lo que tenga, y con lo que no tenga, y será desposeído, humillado y encausado con una celeridad pasmosa que los poderosos de la balanza dilatan años y años con las mañas de sus caros asesores legales, y los contactos políticos de éstos.
Los espectaculares cierres, clausuras, las colocaciones de cartulinas, a final de cuentas ¡son negocio!
“Mordidas”, pues.
Índice Flamígero: Durante muchos años se bromeó con la clausura de las Cámaras al Congreso. Algunos decían que correría a cargo de la delegación Cuauhtémoc, donde se ubican, que dizque por ser “giros negros”. Otros decían que no, que sería Salud la que colocaría los sellos, porque al seno de ambas Cámaras se ejerce la más deleznable prostitución política. Finalmente, quién menos nos imaginábamos, lo consiguió: los maestros disidentes, engañados al no tomarse en cuenta su opinión con respecto a las leyes secundarias de la dizque Reforma Educativa.
— pos q no don Paco, se le cumple a este personaje aquello de: no me den, ponganme donde haiga…
Sociedad formada en la indecencia y la inmoralidad .Presa ,victima y victimaria de un entorno inconcebible……sin solucion….