HOMO POLÍTICUS
PAVE SOBERANES
- Pérdida de Autoridad y Deterioro de la Legitimidad
Marcadamente descoordinado e improvisado, el equipo margarista para la transición gubernativa —Mirna Zavala, Alejandra Pani, Edgar Maldonado, Juan Salgado, Jorge Salazar—, declaraba sin comunicación estratégica cualquier cosa, hasta que alguien les dijo: «Nombren un vocero». Más veces aparecía Salgado en medios que la gobernadora electa, debilitando su liderazgo sólo por aparecer. Las primeras reuniones de seguridad eran al estilo Cuauhtémoc Blanco, con café y pan dulce en la mesa.
Así empezaba la luna de miel de la escuela de aprendices, con alumnos no tan avanzados: cada quien hacía lo que quería, sin cuidar la imagen de la jefa. Todo iba más o menos mal, hasta que llegó lo peor: siguieron —siguen— haciendo lo que quieren. Salgado Brito —un aprendiz disfrazado de animal político— llevó a Margarita a una reunión con vasos rojos de plástico y de vidrio para jaibol —en la mesa, un pastel de Bart Simpson de esos que venden por kilo, suple la investidura—, cuya fiesta privada la hicieron pública subiendo a feisbuc las imágenes del cumpleaños de su secretario particular.
Los gabinetes Montessori —en absoluto el método educacional Montessori, de orden, disciplina, eficacia y respeto— parecen los peores adversarios de la mandataria, sin cuidar su imagen política e institucional, porque a nadie parece interesar su imagen personalísima. Cada quien declara lo que quiere, cada quien hace lo que quiere. Qué bueno que todos tomaron protesta levantando la mano izquierda…
La secretaria de Educación, Karla Aline Herrera, estigmatiza con violencia al alumnado de básico —aún niños—, descubriendo que están gordos y tienen picados dientes y muelas. No habla de procesos educacionales, de enseñanza-aprendizaje, porque sería tocar al profesorado, desactualizado y con calificación reprobatoria, como su director de Educación Básica, Leandro Vique, a quien debían regresar a la primaria para tomar clases especiales de ortografía y gramática. Pero van a revisar mochilas, criminalizando a niños, dando trato de potenciales delincuentes, a quienes deben respetar sus derechos, pero no a los profesores, que no maestros, gordos y con caries, que ignoran qué es un triptongo.
Javier García —producto de una pacto empresarial-político-económico—, es el Sanz de Margarita, por la fisonomía y la fisiognomía del mentor del exfutbolista y actor cómico de Televisa: es el sobrestante de la jefa. La jefa es la gobernadora y se llama Margarita González-Saravia, ante quien Víctor Sánchez —«No es real, no se va Nissan»— llamó, sin darse cuenta siquiera, lo que es peor, a no hacer caso al llamado de la jefa de regular la venta-consumo de caldos báquicos: «¡Ya se echaron su mezcal […] Hoy es día de fiesta!», con una camisa desabotonada y un crucifijo de oro al cuello. ¡Viva la frivolidad y la trivialidad, aunque en la escuela de aprendices no sepamos que son!
Mientras, Daniel Altafi posa con un vaso de cerveza. ¿Borrachos en el gabinete, en horas de trabajo? La secretaria de Cultura sólo pierde la sonrisa, cuando posa comiendo. La luna de miel no se ha terminado, sigue el desenfreno, mientras el jefe de Policía, Miguel Ángel Urrutia, en día y horario laboral, rodeado de hombres armados y vehículos blindados, compra en Costco no una caminadora, no granola ni aceite de oliva, menos frutas de temporada o verduras para guardar la dieta…
La gobernadora —el Bando Solemne publicado en el periódico oficial Tierra y Libertad número 6322 le da el título— es Margarita González-Saravia, no María Montessori, cuyo gobierno no ha logrado transitar de la campaña a la institucionalidad. Los yerros no son incidentales, sino episodios de recaídas que desvelan ausencia de disciplina interna, protocolo y alineamiento estratégico. Tal, en política gubernativa, suele traducirse en pérdida temprana de autoridad y deterioro de legitimidad, si aún las hay.