Un ícono de la transición democrática mexicana, muestra visos de ruptura con el movimiento que llegó al poder hace poco más de un año; Mario Delgado dice “no tener vela en ese entierro”.
Redacción NoticiasMX.– Con el paso de los últimos años y a la llegada de los aires democráticos al sistema político mexicano, aparece un personaje constante, que se constituye como testigo fiel de la construcción de un nuevo sistema o casi como garante de la consumación de los hechos.
El hombre discurso; el hombre parlamento,… el hombre “conciencia”.
Es Porfirio Muñoz Ledo, uno de los más influyentes forjadores del cambio democrático en el México del último cuarto del siglo 20 y el primero del siglo 21.
Ha formado parte de todos los movimientos sociales, cobijados por partidos de los signos ideológicos más diversos: si fue con Cuauhtémoc Cárdenas, para fundar el gérmen del cambio en 1986, al formar la Corriente Democrática del PRI, que derivaría en la llegada del primer Jefe de Gobierno de izquierda al gobierno de la capital mexicana, en 1994, ahí estuvo Porfirio; si fue con Vicente Fox y el PAN, en 2000, en la llegada del primer Presidente de la República no priísta al poder, ahí estuvo Porfirio; si fue con Andrés Manuel López Obrador, desde su surgimiento como líder regional en el sureste y hasta llegar a la primera magistratura, como el primer Presidente de la República surgido de la izquierda y tras formar un movimieto cívico que derivó en el aglutinamiento de fuerzas de origen diverso, para respaldar la llaegada de la izquierda al poder, ahí estuvo Muñoz Ledo.
En todos estos casos, Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lasso de la Vega, ha estado presente de manera constante y decisiva.
Su presencia ha sido icónica. Ha sido el orador y una de las “primeras luces”, en cada acto “litúrgico” de esa nueva democracia mexicana,… y ha sido también, el agorero del declive y la caída de cada uno de esos movimientos una vez que han llegado al poder.
La ruptura de Porfirio con los nuevos “mandarinazgos” de cada uno de esos movimientos, que al llegar a ser autoridad pierden el rumbo y se amafian, se aferran a la idea de “perpetuarse” en el poder por la fuerza y no por la razón ni el trabajo de servir al pueblo.
La voz de Profirio ha sido premonitoria en cada bella promesa de cambio y redención que cada nuevo gobierno ha inspirado a la población al triunfar; pero ha también ha sido la voz de adviento de sus erratas y pérdidas de rumbo.
No se ha equivocado. Pues se reitera, ha estado en todos y cada uno de los momentos de los nuevos gobiernos surgidos tras la priemra caída del PRI en 2000 y antes, en la gestación del parto de la transcición en 1986.
Hoy Porfirio vuelve a romper con el cambio promisorio hecho gobierno.
Hoy Porfirio no tiene cabida de nuevo, por decir las verdades y advertir de los riesgos de la ambición y la soberbia, a los nuevos “próceres” de la democracia mexicana.
Los “cachorros” de la regeneración nacional, del cambio y la democracia, se estiraron y se volvieron grandes; más bien se volvieron “gandallas”; se tornaron voluminosos y magnánimos en la carrera por el liderazgo que más pronto que lejos dejará el actual adalid, Andrés Manuel López Obrador.
Y se asumen indispensables; Porfirio les estorba en sus planes. Entorpece la discusión legislativa con sus “acotaciones” morales. Les hace “perder tiempo”.
Es la historia de la vida: la ingratitud. “Cría cuervos y te sacaran los ojos”.
Este miércoles el diputado Muñoz Ledo resintió un acto de grosería en la tribuna legislativa, durante el desahogo de una sesión de la Comisión Permanente, por parte de la presidenta de la mesa directiva del Senado, Mónica Fernández Balboa.
Pretendía proyectarle un vídeo a la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Rosario Piedra, haciendo notar las que a su juicio fueron nuemrosas y flagrantes violaciones a los derechos humanso perpetrados contra los migramtes hondureños por la Guardia Nacional mexicana (GN), durante los hechos del Suchiate, a inicios de la semana.
Le fue negado el uso de la voz, arguumentándole falsamente una votación en contra que no existió. Una burda maniobra de Mónica Fernández, que aprendipo muy rápido las mañas del poder amafiado, de un partido que prettende usar la mayoría para construir un poder sempiterno.
A raíz de ello, el legislador Porfirio Muñoz Ledo, declaró a El Universal, la noche del mismo miércoles, que Morena no es un partido democrático; que él no es quien sale del movimiento, sino que “Morena se sale de mi corazón, de mi ilusión y eso me da una pena inmensa”.
Emplazó también a un debate a quienes han sido obsequiosos con Estados Unidos, dijo, al violar derechos humanos de migrantes para “sacar boleto” en la sucesión presidencial.
No es poca cosa la declaración; Porfirio es el agorero; de lo bueno y de lo malo.
Porfirio es el enlace de las generaciones entre sí.
Porfirio es el mensajero,… y también el mensaje.
Algún día la historia lo reivindicará.
hch