Para Contar
Arturo Zárate Vite
En vísperas de que arranque en febrero el periodo ordinario de sesiones en el poder legislativo, se anticipa que al menos el grupo mayoritario en la Cámara de Diputados pasaría apuros para mantener la unidad, por las supuestas y reales diferencias en su interior.
Al integrarse la bancada parlamentaria de Morena en la actual legislatura no fue ningún secreto que además de Ricardo Monreal, también Alfonso Ramírez Cuéllar quería la coordinación.
Desde el proceso de elección de la candidata o candidato presidencial se estableció que los participantes, que no ganaran, tendrían asegurado un espacio de acuerdo con su perfil.
Así que por más comunicación y cercanía que tenía con la candidata y ahora tiene con la presidenta, Ramírez Cuéllar, quien no participó en dicho proceso, se quedaría con la vicecoordinación, sin dejar de influir en la toma de decisiones, no como quisiera y sería si fuera la cabeza del grupo.
Monreal, para reforzar su liderazgo legislativo, jaló a su amigo diputado Pedro Haces Barba y lo hizo coordinador de operación política. Personaje que no termina de convencer a todo el grupo, porque hay a quienes lo descalifican por sus modos de relacionarse, acostumbrado, como dirigente sindical (secretario general de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México) a mandar y e imponer su criterio.
Para el periodo ordinario de sesiones que se avecina se da por hecho que será intenso el trabajo. Ya están en lista 68 iniciativas, más las que se acumulen en los siguientes días. Nuevas leyes, legislación reglamentaria de recientes reformas constitucionales, temas de vivienda, agua, nepotismo, alimentación, maíz transgénico, medio ambiente, lavado de dinero, entre otros, que van a requerir el consenso de la bancada Morena y sus aliados (PVEM, PT).
La oposición no les preocupa, porque su representación es tan raquítica que no le alcanza para echar abajo ninguna propuesta o iniciativa.
PRIAN tiene la esperanza de que se divida el voto en Morena, cosa que no sucedería, aunque haya diferencias internas.
De acuerdo con la historia legislativa, en los grupos mayoritarios siempre han existido voces que tienen distintas opiniones. Defienden sus posiciones y hacen su mejor esfuerzo para que se tomen en cuenta.
Al final todos y todas votan en el mismo sentido, se pone por delante el proyecto de gobierno.
Las excepciones en las legislaturas se cuentan con los dedos, rarísimas. Llegan a tener un precio, porque quien disiente sabe que votar en contra impactaría en el desarrollo de su carrera.
Hay un argumento de peso político que termina por convencer y que siempre utilizan o han utilizado coordinadores de distintos partidos que han sido mayoría en el pasado y son en el presente.
A quienes amenazan con votar en contra, sea porque difieren en algún sentido con la iniciativa o porque pretenden emplear su voto como medida de presión para obtener concesiones, se les recuerda que la propuesta responde al proyecto encabezado por el presidente o la presidenta.
Entonces al disidente le queda claro que su comportamiento se hará del conocimiento del jefe o la jefa, al que de alguna manera le debe el cargo.
Por eso es que la diferencia de opiniones pasa a un segundo plano cuando llega el momento de votar y se privilegia el proyecto de gobierno.
En el caso de la Cámara de Diputados es evidente que Monreal hace la parte que le responde al procurar mantenerse cerca de sus compañeros. Por eso es que esta vez, previo al próximo periodo ordinario de sesiones del Congreso, las reuniones del grupo se descentralizaron, se hicieron regionales.
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