Confío, luego muero
Por Gilberto Celis
Donaldo Colosio llegó a Baja california tras librar Sinaloa. Ignorante que el día anterior el secretario de Comunicaciones y Transportes, Emilio Gamboa Patrón, había retirado a los elementos de la Policía Federal de caminos para concentrarlos en el Cuartel General de la Ciudad de México. Entre ellos se justificaban diciendo que la orden era porque “venía algo grande” y no debían involucrarse.
Guillermo Hopkins Gámez, Coordinador de Logística, y José Nelson Murat Casab que ya había estado en Baja california cuando Donaldo presidía el CEN-PRI, durante la campaña de Margarita Ortega para gobernadora; y también Eduardo robledo y Orlando Arvizu, impusieron a Lomas taurinas como el lugar más seguro para el mitin popular, contrariando el sentir local que lo consideraba una ratonera.
Además, bloquearon a la prensa con el pretexto de que obstaculizaban el contacto que debe tener la gente con el candidato.
Sin identificarse como coordinadores del Grupo Tucán, integrado por ex policías y agentes en activo, Humberto Sanoja, Julián Domínguez y Rodolfo Rivapalacio, oficialmente comunicaron al jefe de la Policía Municipal que no habría elementos del Estado Mayor Presidencial y que ello “como partido” verían por la seguridad del evento y del candidato.
De ahí que cuando David Rubí Gómez, jefe del Grupo Táctico especial de Tijuana, ya estaba enterado y en el lugar del hecho la gente le gritó donde los judiciales llevaban al tal Arturo, tras imponerse cortando cartucho, causa extrañeza que quien conducía fuera del Estado mayor Presidencial, el Coronel Antonio Reynaldos del Pozo, acompañado del Teniente Coronel Arturo Pancardo y el mayor Víctor Manuel Cantú Monterrubio; así como el encargado de seguridad de Donaldo en Lomas Taurinas Fernando de la Sota Rodalléguez.
Podría pensarse que David Rubí fue la piedra que desvió el curso de la operación del atentado. Tal vez por eso lo quisieron pronto matar. Por ejemplo, cuando le solicitaron apoyo para acompañar a elementos del Estado Mayor Presidencial que buscarían en Lomas Taurinas el arma utilizada, ordenándole que por ningún motivo bajara. O cuando le pidieron apoyo para trasladar del Hospital de la PGR al Teniente Roberto Morín Sandoval; habida cuenta que no encontraba a ninguno de sus compañeros y debía llevar el arma del asesino, que traía en un maletín.
HOPKINS, ALTA FIDELIDAD
Expertos aseguran que, por los estragos producidos, al parecer, se usó un revolver 357 Magnum cuyo maravilloso rayado le da más potencia. Su fuerte detonación pudo escucharse aun cuando el sonido, con “La Culebra”, subió de volumen en el momento del disparo.
Surge la duda de por qué a Guillermo Hopkins, coordinador de Logística, no le importó el alto precio que habrá costado el operador y volar más de dos toneladas de equipo de sonido de la Ciudad de
México a Tijuana. ¿Alta Fidelidad? Diría César: “¿Tú también, Hopkins?”
Nadie atendió ese ambiente de plazuela en Lomas Taurinas; mujeres con delantal y gorra, tipo oaxaqueñas, pero que bien podrían se centró o sudamericanas moviéndose, inquietas, inciertas; cholos jugando “cascarita” abrían, cerraban, cubrían el área; la marea humana que conducía a Donaldo reptaba al ritmo de La Culebra.
— La culebra muerde a El principito.
La bala dos que dio en el abdomen de Donaldo, afirman los peritos, si corresponde a una 38 Taurus. La bala tres solo ató al chivo expiatorio, acusan.
Claro que abundan las armas que, dentro del cañón, tienen un rayado que, entre más fino, da más giro al proyectil y más potencia.
Con la 357 Magnum querían mayor efectividad. Por lo que, por su mayor penetración, esta potente arma de fuego atraviesa un riel de ferrocarril. En la cabeza, a quemarropa, el señor Colosio cayó fulminado, le sacó la masa encefálica.
En el Istmo de Tehuantepec se sabe que, cuando matan a alguien y cae boca arriban quién mandó a hacerlo se va secando poco a poco, nada le sale bien; y cuando cae boca abajo no pasa mucho tiempo para agarrar al asesino y el difunto regresa por otro.
¿QUIÉN GUARDA AL GUARDA?
Profesionales afirman que la formación “diamante” es como en el beisbol. Imagine un rombo que une las bases primera, segunda y tercera con el home, la base meta. El personaje a cuidar, colóquelo en el montículo del pitcher. A nivel de seguridad, los elementos amurallan al personaje, están muy cerca de él; es un rombo compacto de alta seguridad que, incluso, se usa con el presidente de los Estados Unidos de América.
La educación y la experiencia del General Domiro García reyes hacen brillar dignamente sus honores y condecoraciones como la Insignia de la Orden del Sol Naciente de Japón, o su responsabilidad logística en los viajes del Papa Juan Pablo II a México.
De ahí, quizá, la necesidad de cubrirlo diciendo que Donaldo cae hacia atrás; habida cuenta que no se daría por cierto el video donde se le ve tocando, ¿señalando? Con su mano, la mejilla de Colosio y a Tranquilino Sánchez Venegas moviendo el brazo, como dando la orden de fuego a quien hace surgir un revólver disparando donde indicaron: la cabeza del candidato del PRI.
Tal vez sería mejor que dijeran que no son los militares juramentados, que desconocen los conceptos básicos de seguridad o ignoraban la consigna-objetivo: evitar o absorber la agresión, en lugar de culpar a Colosio por querer resguardo personal.
Si la bala penetra detrás y empuja el cuerpo hacia adelante, entonces el asesino se ubica junto al General Domiro; y si el cuerpo cae hacia atrás, la responsabilidad recae en los elementos del Estado Mayor Presidencial que cubrían el frente.
— Por eso le digo.
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• Publicado Marzo 18’1996
La Cruz y muerte de Luis Donaldo