Ricardo Del Muro / Austral
En los últimos diez años, se ha registrado un crecimiento descontrolado (de aproximadamente 294%) en el número de motocicletas que circulan por las calles de la Ciudad de México y las principales capitales de la República. Lo que comenzó como una opción económica de transporte y trabajo, se ha convertido en un fenómeno social que combina la necesidad con el riesgo.
En sólo una década, el número de motocicletas en México pasó de 2.2 millones en 2014 a 8 millones 953 mil 446 en 2024, según datos del Inegi y se estima que el número de motocicletas en circulación superará los 10 millones de unidades al finalizar este año. Aproximadamente el 80% de estos vehículos se utilizan para fines laborales, como mensajería y entregas.
En la Ciudad de México – señala un reportaje recientemente publicado en El País – es común identificar a cientos de motociclistas con mochilas para alimentos. Incluso, cerca de las zonas en las que hay muchos restaurantes se concentran para esperar los pedidos que marque la aplicación. Esta forma de trabajo les permite tener horarios flexibles y se ha convertido en una respuesta ante la falta de empleo. De acuerdo con los datos del Inegi, en la capital del país había al menos 36 mil motociclistas que laboraban en este sector, 21 mil de ellos lo hacían de manera informal, representando cerca del 60% de estos trabajadores, hasta marzo de 2025.
Si esto ocurre en la capital del país, en Chiapas – la entidad que registra los mayores niveles de informalidad – el fenómeno se agudiza por el número de accidentes – aproximadamente diez diarios en Tuxtla Gutiérrez – debido al exceso de velocidad, falta de cultura vial y la vulnerabilidad propia de este tipo de vehículos.
Actualmente se estima que hay 192 mil 604 motocicletas en circulación, es decir, una por cada tres automóviles, que en su mayor parte (33 mil motocicletas) se concentran en la capital, Tuxtla Gutiérrez.
Este auge no ha sido acompañado por una regulación efectiva: abundan los conductores sin licencia, sin casco, sin seguro y sin conocimiento básico del reglamento de tránsito. No existe un registro oficial del número de motocicletas que circulan en la entidad, a pesar de que la expedición de placas y licencias es uno de los principales ingresos de la Secretaría de Hacienda del Estado de Chiapas.
Las placas de motocicletas particulares y oficiales tienen un costo de 2 mil 56 pesos, mientras que las destinadas al servicio público cuestan 2 mil 664. Los refrendos anuales son de 757 y 924 pesos, en tanto que el costo de la licencia para motociclista es de 525 pesos.
A pesar de que existe una normativa, establecida en la Ley de Movilidad y Transporte del Estado de Chiapas y los reglamentos municipales de tránsito, se registran diariamente alrededor de diez accidentes de motociclistas.
Durante el primer semestre de este año se registraron 158 accidentes de motocicleta en Chiapas, de los cuales 33 terminaron en fallecimientos, lo que significa que más del 20 por ciento de los accidentes de motocicleta resultaron fatales, señaló el comisario Raymundo López Hernández, director de la Guardia Estatal Vial Preventiva, en una reciente entrevista publicada en el diario local Ultimátum.
Tan sólo en la delegación de la Cruz Roja en Tuxtla Gutiérrez se registran diariamente entre 10 y 15 atenciones pre hospitalarias, de las cuales entre 5 y 6 corresponden a motociclistas involucrados en percances, informó Ignacio de Jesús Albores Hernández, coordinador estatal de socorro de la benemérita institución.
El uso de motocicletas y las cifras de fallecidos son las que más aumentado en todo el país en los últimos cinco años y son casi la mitad de las víctimas anuales en accidentes de tránsito, señala un reciente reportaje de Patricia San Juan Flores, publicado en El País.
En 2020 había cinco millones, mientras que para 2024 la cifra aumentó hasta acercarse a los nueve millones. Los expertos en movilidad, como Víctor Alvarado, maestro en políticas públicas, relacionan este incremento con el uso de los aparatos motorizados como fuente de trabajo. Con la creación de aplicaciones que facilitan el transporte, los ciudadanos han optado por utilizar las motos como una herramienta de empleo.
También tiene una relación con la facilidad para obtener una moto, pueden ser más accesibles en algunos modelos. En una de las tiendas más famosas de México, la motocicleta más barata del catálogo cuesta 23 mil pesos y se anuncian con pagos de 100 pesos semanales.
En el último año – destaca la corresponsal de El País -, las aplicaciones han lanzado un nuevo servicio de transporte de personas en las motos. Los pasajeros reciben la oferta de un viaje más rápido, con la ventaja de ser más barato. En julio de este año murió una mujer en Paseo de la Reforma mientras usaba el servicio. La Secretaría de Movilidad anunció que buscaría retirar las constancias de registro de las empresas que permitiesen este tipo de viajes. Sin embargo, las compañías de transporte privado más importantes, como Didi y Uber, continúan con el servicio en sus catálogos y aún hay comerciales en internet.
Detrás de este fenómeno hay una profunda desigualdad social. La moto representa para millones de personas la única opción viable frente a un transporte público deficiente, caro y saturado. Pero también refleja el crecimiento de la economía informal, donde la urgencia de trabajar supera cualquier norma o seguridad. En ese contexto, el problema no es la motocicleta en sí, sino el vacío institucional que permite su uso indiscriminado y sin control. RDM