Yo Campesino / Chachalaca
• Mucho ruido en Palacio para una elección que dicen tener en la bolsa
*Miguel A. Rocha Valencia*
¡Cállate chachalaca! Le espetó sin miramiento ni respeto a esa investidura que hoy dice cuidar tanto el ganso de Macuspana a quien era presidente por entrometerse en los procesos electorales donde finalmente ganó Felipe Calderón “haiga sido como haiga sido”, triunfo que no reconoció el tabasqueño e intentó con todos los medios evitar la toma de posesión del triunfador.
El escenario hoy es al revés, aunque el papel de chachalaca si le queda “anillo al dedo” a aquél que exigió respeto a los procesos electorales, que denunció hasta desgañitarse la intromisión presidencial en los comicios y al final de ellos, como lo anunció, desconoció los resultados y al triunfador desafiando la Ley con una toma de protesta y la creación de un gobierno alterno al constitucional.
Es decir, no sólo no acepta derrotas quien se cree material de grandes ligas, sino que a lo largo de su vida política siempre ha retado a la autoridad, tal vez por sus complejos como ese de ser fósil durante 14 años y por eso odiar a la UNAM, a los que sí estudian y se esfuerzan por mejorar con trabajo sus condiciones de vida.
Antes como hoy, violenta la Ley, se impone por capricho, porque así cree que debe ser y ojo, 2024 no va a ser diferente, no tiene por qué serlo. La diferencia es que en la actualidad cuenta con todo el poder del Estado, el dinero del presupuesto, las instituciones y desde luego, la certidumbre de que encarna al pueblo, a la democracia, a la justicia.
De hecho el panorama para los mexicanos de bien, quienes laboramos y nos esforzamos por vivir mejor, es harto preocupante. Los gritos del mesías tropical, con todo y su carga de enojo y rencor exacerbados por el fracaso de una administración que no fue, son los de un sujeto inseguro y quiere dar idea de lo contrario.
Por eso es el jefe de publicidad de su propia corcholata. Y no es que el ganso desconfíe de la lealtad de la “científica” de los comales y la leña, pero no está seguro de que en las urnas pueda ganar. La cocholata ya subió lo que debía, ahora por simple inercia política o física, sólo le queda bajar en tanto que a la oposición le daría tiempo para crecer y mover sus estructuras en todo el país, pero… Para eso necesitan una unidad que no se logra, sobre todo por los protagonismos, de los convenencieros, quienes luego de sesudos análisis consideraron que es mejor estar del lado oscuro (morena), pero no por el bien del país sino sus propios intereses, sobrevivencia política.
Esos chaqueteros se podrían equivocar y lo pagarlo caro. Por ello resulta importante el desgaste ese que vuelve tediosos los discursos que más si son copia del caudillo, la imagen acartonada y reconstruida donde hasta el modo de andar cambia, pero no el surco de las expresiones faciales duras, autoritarias. Esas no se borran ni con el mejor cosmético.
No existe tras la corcholata una imagen fresca, auténtica o al menos espontánea, no lo hay, es lo de siempre, la culpa del fracaso es de los de antes; los periodistas, los neoliberales, aspiracionistas y los enemigos del progreso. Centran el discurso en un falso logro como las escuelas patito donde nadie se gradúa y viven años del presupuesto, hospitales nuevos o reconstruidos que no funcionan, un sistema de salud destruido, inseguridad rampante que todos los días nos asombra con nuevas masacres, economía que se queda empeñada para próximas administraciones.
Desconfianza internacional en lo económico, ecológico, derechos humanos y marco legal; un Ejército cuya jerarquía se enriquece todos los días y que entrega su honor a cambio de concesiones y lingotes de oro que lo hacen incapaz de cumplir con dar seguridad a los mexicanos. Una Guardia Nacional que nació no para proteger a los mexicanos sino para corretear indocumentados, convertirse en la nueva policía auxiliar para cuidar instalaciones oficiales.
Lo mismo en Nayarit que en Tabasco o donde se para la corcholata presidencial, es el mismo rollo, no cambia y se desgasta lo mismo que las cremas rejuvenecedoras que alisan momentáneamente las arrugas, pero no eliminan la dureza de la expresión.
Ella solita está labrando su camino que no es barato, el gran problema está en la oposición que no acaba por decantar sus diferencias o mejor dicho, sus intereses. Aquí parece que los destellos de grandeza no existen, el sacrificio por la patria es cosa trasnochada y como ocurre con algunos personajes denostan y cuestionan procedimientos porque no les han dado nada, el hueso, la promesa o la candidatura, la “negociación” a cambio del apoyo o la colaboración. Ese es el gran reto de la oposición, se ve incluso en todos los niveles y rompen con pactos y frentes.
Conveniencia pura y por eso los morenos están a dispuestos a dar lo que sea necesario para romper la unidad, esa que sólo está en la mente de los dirigentes opositores quienes se arrogan el derecho de repartir lo que aún no tienen. Veremos.