Palabra de Antígona
Sara Lovera*
A unos días de la votación del 2 de junio, que sin duda se elegirá a la primera mujer presidenta de la República y a miles de candidaturas que están en campaña, entre el 57 por ciento de las mujeres está ausente la discusión, la propuesta, el interés sobre su propia condición social.
No hay una fuerza legal para que los mensajes de campaña incluyan esa discusión en esta jornada histórica; tampoco podemos festejar la primera década desde que se legisló sobre la paridad electoral, que teóricamente hace justicia a las mujeres y ha rendido frutos.
Los frutos más importantes de la paridad están a la vista; el avance se tradujo en las candidaturas de Claudia Sheinbaum Pardo de la coalición oficial y de Xóchitl Gálvez Ruíz, de Fuerza y Corazón por México, así como la postulación de al menos 10 mil candidatas en el país que llegarán a ocupar cargos de elección popular, lo que es una oportunidad histórica.
Se trata, sin exagerar, de una transformación silenciosa y un cambio democrático impensable hace apenas tres décadas, pero la ausencia del discurso, es la ausencia de la materia de igualdad.
¿Verdad que el discurso no cambia? Me comentó la consejera electoral Carla Humphrey Jordán, y reflexionó “tal vez hay que esperar a la toma de conciencia de las mujeres y de las dirigencias en los partidos políticos”. ¿Será?
¿Sobre la condición de las mujeres? ¿Qué pasa? casi nada.
Es por ello sorprendente, que la candidata presidencial opositora, al participar en la llamada Marea Rosa, este domingo, reconociera a las feministas que luchan todos los días contra el patriarcado. También hasta ahora, habló de las madres buscadoras, del feminicidio de sus hijas y su lucha por la justicia. Y por la noche, durante el tercer debate presidencial, también sorprendió cuando dijo que será “la presidenta de las mujeres”. Fue un salto.
¿Se produjo en ella un cambio? Pasó de mostrar compasión, empatía o solidaridad por el sufrimiento de las madres o las mujeres con cáncer, o las trabajadoras que perdieron las estancias infantiles, a reconocer al patriarcado como una condición indeseable. Interesante ese pensamiento. Si ese fuera el discurso de todas las candidatas, se abriría un enorme espacio de conocimiento y toma de conciencia.
No puedo imaginar los cambios que se darían sólo en las semanas de una campaña electoral. Imagino a miles de candidatas explicar simultáneamente en pueblos, comunidades, colonias, que es eso del patriarcado, la expresión más nítida del autoritarismo y qué hacer para enfrentarlo.
En 2006, Patricia Mercado Castro, lo hizo durante su campaña presidencial, desde una posición privilegiada ella pudo difundir la agenda de las mujeres, en todo el país y hoy miles de mujeres podrían hacerlo, pero ¿por qué no sucede? Algo no hacemos bien.
A pesar de 5 décadas de lucha por los derechos de las mujeres, aumenta la violencia de género, se niegan los derechos sexuales y reproductivos, continúan la violación y el abuso sexual, sin que nadie haga o diga nada.
Hay que cuestionar a las candidatas sobre cuál es su visión respecto de la condición de las mujeres, porque somos la mitad del mundo, de la República, del país, de cada segmento de la sociedad.
Hay que repensar la estrategia, hay que organizar una cruzada de difusión e información, porque para las candidatas, ahora es tarde.
México tiene leyes que garantizan todos los derechos de las mujeres, el problema es que no lo saben y tampoco lo saben los hombres. Sería increíble que una presidenta de la República encabezara esta cruzada, que por fin una mujer se hiciera cargo. Lo veo todavía como un sueño deseable, por ahora imposible.
Veremos.
*Periodista, directora del portal informativo: https://semmexico.mx