Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George
Desde la más remota antigüedad, los teóricos presocráticos lo único que exigían al Estado como obligación indeclinable era la seguridad. La justicia también, pero era algo más difícil. Miles de años después, los mexicanos seguimos pidiendo lo mismo. No queremos un poder pasmado, impotente.
Los únicos que ganan con éso, con la pasividad y la abulia en la seguridad, son los que propalan el anarquismo, la ausencia de toda autoridad. Aunque mucha gente se felicita de que se le hayan bajado los humos a los burócratas de piel dorada y altos estipendios.
Hay que detener el desplome del Estado. Evitar el tránsito del estado fallido al estado desfondado. La alerta está al rojo vivo. En la política, como en los toros, lo que cuenta es la estocada, a veces más que la corrida.
El ejército no tiene por qué pagar por algo que no ha hecho. Los funcionarios actuales tienen que detener esa masacre de opinión pública en contra de quien sin temerla, puede deberla. Hay muchos prescindibles que bien la pueden pagar.
Ya se sabe que no son incorruptibles.