Alberto Martínez Vara
Estábamos un grupo de amigos tomándonos un té de tila en el atrio de la Parroquia de la Colonia y…
Ok, ok, ok, empiezo otra vez:
Estábamos un grupo de amigos en la Cantina “El beber me llama” echándonos unos tequilitas y salió el tema de lo descuidados que están los servicios públicos en todo el país. Y yo les platiqué lo que está pasando en mi pueblo:
Pues resulta que las banquetas estaban sucias, las calles llenas de baches, muchos focos de la iluminación estaban fundidos y uno sicarios nos están pidiendo derecho de piso.
Decidí actuar como buen ciudadano; en mi WhatsApp formé un grupo de vecinos y mandamos las quejas a los jefes de cada uno de esos servicios: Al de la policía, al del alumbrado, al de pavimentos y al de la limpieza.
E inmediatamente nos contestaron que en 7 días nos resolverían cada problema.
7 días después, nos llegó un mensaje del Secretario del Alcalde preguntando si su equipo ya había resuelto los problemas. Le contestamos que nadie nos había hecho caso.
Dos horas después recibí una llamada del mismísimo Alcalde disculpándose y me aseguró que en la próxima semana todo estaría arreglado. Y que cuando todos los servicios estuvieran funcionando, por favor les avisara para confirmarle que ya todo estaba en orden y borrarnos de la lista de “Compromisos pendientes”.
Le comenté que nunca había visto algo así en mi país y me dijo que el Sistema de Administración Pública Mejorado (SAPM), sigue el siguiente protocolo:
Cuando se recibe en el Centro de Control de Quejas (CCQ) una queja ciudadana y si se acumulan 7 días sin solución, en la pantalla del Alcalde aparece una alerta del problema.
Si en otros 7 días no resuelven el problema, automáticamente la queja asciende a la pantalla del Gobernador.
Y si se siguen juntando quejas por el mismo tema, 7 días después se envía al Área de Control Nacional de Servidores Públicos (ACNSP) de nuestro partido político.
¡Qué maravilla! Le contesté.
Y continuó explicándome: Si no cumplimos con nuestro trabajo, nos ponen puntos malos en nuestros expedientes. Y de esta manera seremos calificados por nuestro Partido y por la Administración, para poder ascender a puestos de mayor importancia, e inclusive a puestos de elección popular.
Así ya no necesitamos gastar miles de millones en campañas políticas… nuestro expediente de servicios, que lo puede ver toda la población, es nuestra verdadera campaña.
Este es el nuevo sistema político que tenemos ya en las poblaciones que gobierna nuestro Partido.
Obviamente, le prometí que votaría por su Partido.
Obviamente creo que, si trabajamos juntos gobernados y gobernantes, todos ganamos.
También obviamente, cuando acabé de platicar esta historia ya estaba yo solo en la mesa de la Cantina “El beber me llama”.
¡Nadie me creyó!