Redacción MX Político.- El día 23 de marzo de 2017, a las 6:34 de la mañana, un hombre bajó de un automóvil Malibú color gris, caminó hacia la calle José María Mata y se detuvo en el número 6909, donde sorprendió a la periodista Miroslava Breach sacando su automóvil, y le disparó ocho tiros.
El hombre corrió para escapar y dejó en el pavimento una cartulina donde -horas después- se sabría que contenía un mensaje que indicaba que el asesinato habría sido por su cercanía con el gobernador Javier Corral y por “lenguona”. Lo firmaba un conocido capo: “El 80”. Lo acompañaba, en un extremo, las letras “WA WA”.
A las 6:48 de la mañana, el centro C-4 recibió una llamada en la que una mujer, con voz quebrada, pedía ayuda: “¡Dispararon a mi mamá!”. Era la hija de Miroslava, quien pedía una ambulancia; al fondo se escuchaba a su hermano adolescente, llorando a gritos.
Cuando llegó al lugar el policía municipal que estaba más cerca del sitio, encontró a los dos hijos de la periodista llorando en la banqueta. Les pidió que por seguridad se metieran a la casa. Los paramédicos decretaron segundos después que la corresponsal de La Jornada estaba muerta.
Una integrante de la Unidad de Delitos contra la Vida se hizo cargo de coordinar el procesamiento de la escena del crimen. Los peritos levantaron casquillos de balas, el cuerpo de la víctima, la cartulina aplastada, los celulares y la computadora de la periodista, y recabaron entrevistas de vecinos.
Esta reconstrucción se basa en los 31 testimonios y decenas de pruebas presentadas en el juicio oral, iniciado el lunes 17 de febrero, contra el único detenido por el homicidio de la periodista Miroslava Breach Velducea: Juan Carlos M. O., a quien presuntamente apodan “El Larry”, acusado de ser el orquestador del crimen. La Fiscalía Especializada en Atención a Delitos contra la Libertad de Expresión (Feadle) le busca condena por homicidio calificado con agravante de que la víctima era mujer y periodista, así como intimidaciones, según reportó Apro.
El relato hilvanado de boca de testigos y peritos (la mayoría integrantes de la fiscalía general de justicia de Chihuahua, instancia que comenzó la investigación antes de que la atrajera la federación en abril de 2019) da cuenta de lo siguiente:
En la escena del crimen, el 23 de marzo a partir de las 7 de la mañana, la fiscalía comenzó a interrogar familiares y conocidos de la víctima, cuyos primeros testimonios indicaban que se trataba de la corresponsal del diario nacional La Jornada y columnista de El Norte de Cd. Juárez, que había comenzado a recibir amenazas desde 2016, cuando publicó -junto con la corresponsal de Apro, Patricia Mayorga- un reportaje donde señalaban que los candidatos a presidente municipal de una decena de municipios habían sido puestos por grupos del narcotráfico.
Las amenazas vinieron de Chínipas, donde el grupo criminal de Los Salazar pusieron a un miembro de su familia, y de “El 80, un capo afectado por el reportaje, que opera en Namiquipa.
Informaron que Miroslava había informado de ello a Corral, pero que desde que asumió como gobernador de Chihuahua, por el Partido Acción Nacional (PAN), ella se sentía decepcionada; que él no había hecho nada para cuidarla.
Antes de su asesinato, Miroslava llegó a decir que iban a matar a un periodista y que probablemente sería ella. También hicieron referencia que ella decía que tres panistas de apellidos “Schultz, Piñera y Luévano” eran “los mensajeros del narco”. La semana de su asesinato había encontrado una nueva amenaza en su buzón.
Mientras se desarrollaban esas entrevistas de los primeros testigos bajo identidad reservada, otros agentes se dedicaron a recabar los videos de los domicilios y calles más cercanas a la escena del crimen donde, tras un análisis, se pudo establecer la trayectoria que siguió el Malibú gris y las características del auto modelo entre 2008 y 2010; el rostro del conductor; los seis rondines nocturnos a la calle José María Mata las dos noches anteriores al asesinato, así como el momento en que la reportera esperaba a que su hijo adolescente saliera de casa para llevarlo a la escuela, donde fue sorprendida por un hombre que cojea, vestido de chamarra verde, pantalón y botas oscuros, cachucha azul y cartulina bajo el brazo.
Enseguida, el agente llamó a su coordinadora, quien llegó al domicilio y se fijó que había un bote de basura que tenía escrita la dirección de la casa, cuya letra era muy parecida a la de la cartulina dejada en el lugar del crimen.
De inmediato se hizo la solicitud a un juez para poder catear el domicilio. Entre las 4 y las 6 de la tarde (no queda clara la hora), un grupo de agentes ingresó a la vivienda. En tanto, un vecino cuyo nombre aparecía en el recibo de pago de agua de la dirección, al ser cuestionado, dijo que la familia Vega Villa habitaba el domicilio de la calle De las Torres y que eran originarios de Chínipas.
En el cateo, dentro del auto Malibú color gris, encontraron las llaves de un hotel Quality Inn; un recibo de agua con la dirección de un vecino; el cuaderno escolar de Jaciel en el que se leía un corrido dedicado a una persona a la que dicen “Wawa”, en el que mencionaba a “Larrisita” y se exaltaba sus dotes de galán con “las plebas”; sus vuelos en avionetas Cessna, y la envidia que causaba la prosperidad de su negocio.
Al interior del domicilio, localizaron las llaves del auto, siete celulares, diversos documentos de los habitantes de la vivienda y, justo en la entrada, en la mesa del comedor, una computadora laptop VAIO (Sony), color negra, la cual fue enviada a laboratorio.
Desde la fiscalía, una analista rastreó el perfil social de Facebook de Jaciel y de la familia Vega Villa. Su cuenta había sido borrada, pero en otras fotos y videos, en las que había sido etiquetado, se ven sus facciones. Una de ellas es un video donde canta una canción ranchera (narcocorrido). En otra se le ve sentado en un auto con vidrios polarizados. La fotografía coincidía, según un policía que recibió el reporte, 90% en los rasgos de la persona que el 23 de marzo lleva al sicario a la casa de Miroslava.
Con los teléfonos encontrados en la vivienda y con el que dejó el vecino que identificó a los Vega Villa, se pudo establecer el número telefónico del celular de Jaciel. Gracias al reporte de Telcel se supo que antes de las 7 de la mañana de ese día estuvo haciendo y recibiendo llamadas desde una antena ubicada cerca de la casa de Miroslava Breach, y que dos de las llamadas eran de ladas telefónicas distintas: una de Sonora (casi al momento del crimen); y otra de la sierra de Chihuahua.
Ese día estuvo en contacto constante con el número de otra persona: la marcó 16 veces en un lapso de dos horas.
Hasta el 3 de abril, una analista de la fiscalía recibió la computadora VAIO y la orden de extraer un audio, el cual fue entregado y escuchado: son dos llamadas telefónicas en las que un mismo hombre pregunta, primero, a una mujer que dice llamarse Miroslava Breach Velducea, y en la siguiente a otra a la que dice “Paty”, quienes fueron sus fuentes de información para la nota sobre Chínipas.
El hombre les pregunta si pueden decir que nadie de la presidencia municipal ni el alcalde (en ese entonces el panista Hugo Schultz) fueron sus informantes, ya que están amenazando a los panistas de ese lugar.
Miroslava dice: “Yo soy la fuente, yo soy de Chínipas”. Y menciona que desde que leyó la lista de candidatos reconoció el nombre porque ella conoce a todos en ese lugar. “Yo por eso firmé la nota, porque yo sí tengo ovarios y si quieren hacer algo que se echen a la reportera”.
En otra llamada el hombre le pregunta lo mismo a Patricia Mayorga, quien responde que la información es de la gente que Miroslava conoce en la sierra.
La llamada era de “inicios de mayo” de 2016. El hombre que hizo la llamada fue designado testigo bajo identidad reservada, con el nombre de Casio, y era vocero del PAN estatal. El presidente estatal panista en esas fechas es el testigo Sol. Y el presidente municipal testificó como Baby, en una primera declaración, no en el juicio que se sigue a El Larry.
Sol explicó así la llamada: cuando el presidente municipal Baby llegó a pedir ayuda al partido, ya que “un grupo de presión” lo acusaba por las notas que publicaba Miroslava Breach sobre el desplazamiento de pobladores de su municipio, la violencia en la región y el escándalo del candidato del PRI. En el juicio oral, negó que él hubiera ordenado llamar a las periodistas, dijo desconocer quién presionaba a su correligionario, y rechazó conocer el contenido de la llamada.
No fueron llamados a declarar en el juicio que se sigue al acusado de orquestar el asesinato de Miroslava Breach, los panistas: Casio, quien grabó la llamada en su celular, y Baby, quien en su primera declaración admitió que él entregó el audio a “la gente de El Larry”, para quitarse de encima las sospechas de que él era la fuente del reportaje que hizo que el PRI retirara la candidatura a Juan Salazar, y que “afectó” al grupo criminal y molestó a su líder, Crispín Salazar Zamorano, quien habría mandado matar a la periodista.
La estrategia de la Feadle no considera citarlos como testigos.