Por Aurelio Contreras Moreno
Varios de quienes estuvieron cerca del entonces gobernador Fidel Herrera Beltrán durante su sexenio, afirman que cada que se aproximaba un fenómeno meteorológico de alto impacto a Veracruz, el mandatario se frotaba las manos de emoción y exclamaba con júbilo que “cada ciclón trae millones a montón”.
Para el entonces gobernador, la desgracia de sus gobernados era la fortuna de su gobierno, pues cada huracán, tormenta tropical o simple chubasco que causara algún destrozo en Veracruz, le representaba a su administración la llegada de millonarios recursos del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden).
Herrera Beltrán lucró durante todo su sexenio con los desastres climatológicos que azotaron a la entidad, que además no fueron pocos, como los huracanes Karl y Matthew, que devastaron varios municipios veracruzanos.
Las declaratorias de desastre emitidas por la Secretaría de Gobernación en esos años le representaron a Herrera Beltrán la transferencia de millonarios recursos que, en teoría, debieron aplicarse para tareas de reconstrucción. Pero en los hechos, mucho de ese dinero desapareció y fue a parar a campañas políticas y a engordar fortunas personales.
De acuerdo con informes de la Auditoría Superior de la Federación, muchas de las obras que debieron ejecutarse en aquel sexenio simplemente no se llevaron a cabo, a pesar de que se solicitaron recursos por 244 millones 171 mil pesos del Fonden para ese fin, dinero que fue transferido por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para la rehabilitación de infraestructura dañada por huracanes en 2009 y 2010, pero de cuya aplicación no existe evidencia alguna. Huelga decir que nadie fue llamado a rendir cuentas por ello tampoco.
Tan mala fue la experiencia del Fonden con el gobierno de Herrera Beltrán, que a su sucesor, Javier Duarte de Ochoa, de plano le limitaron fuertemente los recursos para atender ese tipo de emergencias, al grado de que durante todo su sexenio Veracruz estuvo cuasi vetado de los fondos federales destinados para desastres naturales. Lo cual, a la luz de los acontecimientos por todos conocidos, parece haber sido una suerte de bendición, pues de habérsele entregado ese dinero, seguro hubiera terminado en alguna mansión de algún lugar de Estados Unidos o Europa.
Además, para su “desgracia”, durante el periodo duartista en Veracruz no ocurrieron grandes afectaciones por causa del clima. Por el contrario, cada que se avecinaba cualquier tipo de amenaza de lluvia y el gobierno estatal decretaba casi por default la suspensión de clases en todo el territorio estatal, ¡oh sorpresa! Al otro día amanecía la entidad con un sol radiante.
La administración de Miguel Ángel Yunes Linares enfrenta su primera prueba para hacer frente a un fenómeno meteorológico que, al momento de escribir estas líneas, es de gran magnitud: el huracán Franklin. Al menos en cuanto a las tareas de coordinación institucional y prevención, parece que se está haciendo lo correcto, tomando las medidas adecuadas para esta clase de contingencias.
Estaremos atentos a la evolución del meteoro por territorio veracruzano en las próximas horas, de las afectaciones que pueda dejar a su paso y, por supuesto, de lo que decreten las autoridades para apoyar a los afectados.
Porque el negocio del desastre suele activarse con mucha fuerza en época electoral.
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