Fernando Meraz Mejorado
Este primero de Septiembre ya no fue la fiesta nacional de quien ocupa la primera magistratura de la Nación. También se acabaron las publicaciones y programas para exaltar la figura del Efecutivo. El día del Informe Presidencial despertó muy escaso interés en el pueblo noble y sabio de México, ocupado más bien en completar el gasto diario de la canasta básica.
Pocos pusieron interés en las palabras de la dama sin carisma ni gracia que se ufanaba en el acto del Auditorio Nacional en pintar un México inexistente, falso, de mentiritas, que escuchaban y aplaudian con entusiasmo sus dilectos y felices beneficiarios de sus multimillonarios contratos, asignados sin la licitación establecida por la ley.
Bajo el escenario de la tribuna nacional, en primera fila, la familia de la poderosa dama en el micrófono, la hija beneficiada por becas millonarias en el extranjero, el afortunado y oscuro consorte, contratado poco antes, con jugosas prebendas y solo para llenar el requisito. Ahí en el sillerío, también los tíos, los hermanos, los primos. La nueva élite de la aristocracia huehuenche. ¡Para nada los de Morena!.
No, a ellos se les relegó a otros lunetarios de segundo o tercer lugar. Ahí los promotores de los últimos escándalos: por supuesto el legislador estrella de Morena, el celebérrimo Gerardo Fernández Noroña, el no menos ilustre Adán Augusto, el júnior refinado, Andy, el untuoso Ricardo Montreal, en fin lo más granado de esta nueva clase política morenista. Pero si verdadero show se escenificó antes con la integración del nuevo Poder Legislativo.
La elaboración de los “Bastones de Mando” ocurrencia del nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia, el ínclito togado Hugo Aguilar Ortiz, quien feliz en su papel, echó por delante sus habilidades histrionicas y en cada fase del ceremonial, usó al menos cuatro atuendos, con los que apareció como sacerdote católico, con una casilla blanca y azul, un atuendo folclórico, típico de su Oaxaca natal, otro más igualmente étnico con sombrero incluido. Finalmente, muy a su pesar tuvo que cambiar por algo más serio para jurar el aplicar sus esfuerzos para trabajar por el bien de la Nación. Así transcurrió el primero de Septiembre.
Una mascarada carnavalesca para distraer la atención pública del cúmulo de dudas frente a las afirmaciones de la señora Sheimbaum y del México que trató de vendernos, además de las que están en el aire por la dudosa legitimidad del nuevo Poder Legislativo, sujeto al control del Ejecutivo.
Hasta ahora estas _Mise en escene_ les han funcionado a los dirigentes de Morena, quienes ebrios de poder, han pasado por alto normas básicas de la ciencia política: “Para quienes gobiernan, engañar, prevaricar, mentir al pueblo deviene en duda, descrédito, la irritación, la iracundia popular que se lanza a las calles. Después, el caos, advierte el Maestro Antonio Gramsci, uno de los grandes teóricos de la ciencia política en el mundo. – o-