Por Aurelio Contreras Moreno
La violencia en el estado de Veracruz está, sin temor a exagerar, incontenible. Mientras las autoridades tienen otras prioridades.
Entre jueves y sábado, las zonas centro y norte de la entidad vivieron una oleada de ejecuciones y enfrentamientos, ante los cuales la respuesta oficial ha sido meramente reactiva y sin resultado alguno.
La comunidad coatepecana de Tuzamapan, Acultzingo, Vega de Alatorre, Huiloapan, Córdoba y Fortín fueron escenario de hechos sangrientos que han dejado como saldo 14 personas asesinadas en cuatro días. Y la pregunta obligada es ¿dónde está el gobierno de Veracruz?
Pues del gobernador Cuitláhuac García Jiménez lo que se supo es que estaba en Boca del Río, ocupado en supervisar la instalación del “salsódromo” que será escenario de un festival musical auspiciado por su administración, cuyos orígenes, por cierto, datan del sexenio duartista.
Por su parte, desde la Secretaría de Seguridad Pública lo único que se emitieron fueron escuetos boletines anunciando “operativos” y activando “acciones de seguridad” en las zonas donde ocurren los crímenes. Siempre a toro pasado, sin que el titular de la dependencia, Hugo Gutiérrez Maldonado, dé la cara.
Y qué decir del secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros Burgos. Los hechos de sangre le merecieron una condena, pero para el fiscal Jorge Winckler Ortiz. “En el @GobiernoVer condenamos los hechos ocurridos en Fortín de las Flores, en donde criminales atacaron a feligreses que participaban en misa de la iglesia católica. Vamos a encontrar a los responsables a pesar de que la @FGE_Veracruz muestra brazos caídos al procurar justicia”, escribió en su cuenta de Twitter al referirse a una de las ejecuciones, más preocupado por politizar la inseguridad que por combatirla.
Lo que resulta evidente es que en Veracruz no existe una estrategia para contener la violencia. Y por lo visto en el Gobierno Federal tampoco. En balde la presencia en el estado este mismo fin de semana de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien acudió a la Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz, mecanismo que en los hechos no ha servido absolutamente para nada. Las matanzas suceden en sus narices.
Las reacciones al seno de la sociedad civil no tardaron en llegar. En Acultzingo, la población cerró por doce horas la carretera federal a Tehuacán en protesta por la inacción oficial. En Coatepec, las manifestaciones de repudio a la violencia circularon profusamente en redes sociales.
Incluso, este domingo la jerarquía eclesiástica católica se pronunció sobre los hechos violentos en el estado. El arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, afirmó que en Veracruz “hablan las armas”, mientras que el obispo de Córdoba, Eduardo Patiño, señaló que hace tiempo que la violencia no tiene límites, al referirse específicamente al homicidio de dos jóvenes afuera de una iglesia en Fortín, a donde acudieron a una celebración por los quince años de una joven.
La parálisis del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez está llevando a su administración a hacer agua. La incapacidad, la inexperiencia, la ineptitud y la soberbia de sus neofuncionarios están saliéndole muy caras a los veracruzanos.
Ni estrategia ni gobierno parece haber en Veracruz. Y también eso es corrupción.
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