@vhmondelo
El trabajo de siembra política por todo el país que ha hecho, Andrés Manuel López Obrador, el Peje -Pejelagarto para algunos- da al fin pesados frutos. El nuevo presidente electo de México ha tenido sus claroscuros, pero la cosecha ha sido cuantiosa, los activos políticos de AMLO se fueron sumando desde el año 2000 al ganar la jefatura del entonces Distrito Federal.
Tiempos de confrontación con un adversario de peso político, el entonces presidente Vicente Fox, quien usó todos los medios federales a su mano, en el famoso desafuero le ganó la primera batalla al tabasqueño, en el 2006, con un pueblo un tanto desilusionado e insatisfecho del supuesto cambio que se había prometido al echar a la “dictadura perfecta” del PRI.
En las elecciones más cerradas de la historia: ante los descalabros del Peje un tanto intransigente, los videoescándalos del payaso tenebroso y como protagonistas, colaboradores cercanos al paisano de Chico Che. Un probable fraude a favor de Felipe Calderón “haiga sido como haiga sido”, entonces pesa más la omnisciencia, el ser obstinado, el fantasma que ha envuelto al rey molido de Macuspana.
Con una credibilidad sostenida en alfileres llegó, Felipe Calderón, impecable en su lucha contra el presidente “legitimo”, Andrés Manuel, pero fracasando en su guerra contra el narco, el país se sale de control en el ámbito de la seguridad, los cárteles se dividen, el crimen se intensifica, se diversifica la delincuencia, la violencia desangra nuestra patria y crea bastiones de anarquía e impunidad.
En el Estado de México truenan los tambores de un “nuevo PRI”, en Atlacomulco se fragua el regreso de los saurios, ahora evolucionados. Enrique Peña Nieto derrota a un AMLO errático, titubeante pero que mantiene su base, tiempos de regenerar al país.
Surge MORENA, el supuesto movimiento de regeneración nacional, en el 2014 tuvo su registro ante el INE. El Peje salió del PRI con el Frente Cardenista de Cuauhtémoc Cárdenas a mediados de los ochenta, con quien funda el Partido de la Revolución Democrática (PRD) en los noventas, con quienes rompe después del doloroso revés del 2006. Llegaba su momento su encrucijada para tomar su senda.
Carlos Fuentes, nos advirtió de la peligrosa ignorancia de EPN, el no abrir un libro en nuestra puñetera vida tiene consecuencias, la corruptocracia hace metástasis en el sexenio del mexiquense. MORENA llega a su primera elección, con un López Obrador infartado. Como ave fénix gana 36 escaños plurinominales, pone pica de Flandes en la Ciudad de México. El PRD muestra sus estertores.
Obrador recorre frecuentemente, los estados donde prácticamente no existía su ideología política. Felipe Calderón, en un intento desesperado por retomar el poder imponiendo a su esposa, fragmenta al PAN, Ricardo Anaya se alía al PRD gana estados pero desestabiliza al partido azul su filosofía.
En menos de un lustro todas las encuestas ponen a MORENA y su líder como el puntero sobre todos los posibles candidatos, nadie tiene de lejos sus niveles de popularidad. Lo que empezó, con la guapa de tez morena, Luisa María Alcalde, cantando en un microbús, si, en un spot publicitario tan pegajoso como el de movimiento naranja, ahora llega a ser la principal fuerza política del país.
El otrora Pejelagarto, ahora Pejerey llega con una copiosa ventaja en estas históricas elecciones. El antes apodado como “El Americano” porque usaba puras camisas y playeras de pirrurris gringo, ya que vendía ropa de fayuka en Chetumal, al que le decían Piedra cuando empezó su carrera política como priista en Tabasco por terco. Ahora es el presidente electo.
No se puede negar el temor del que habla Vargas Llosa sobre los líderes de izquierda en el orbe latinoamericano, todos en el patíbulo del fracaso, los totalitarismos que no cuajan en Sudamérica ni en el Caribe o Centro América: Castro, Chávez, Maduro, Da Silva, Fernández, Ortega, Morales, apellidos que causan pesadillas, desilusión y terror.
Hoy me quedo con la imagen de esperanza en un pueblo que eligió, la probable remexicanización que ha provocado Trump, de la que tanto habla el geopolítico Alfredo Jalife. Hasta Enrique Krauze expone en buena lid, la victoria de Andrés Manuel López Obrador. Tiempos de reconciliación, tan necesarios en un país polarizado, mutilado. En el Zócalo grita el flamante presidente, necesitamos a los mexicanos de vuelta en sus tierras.
Que el Juarismo, Maderismo y Cardenismo de este nuevo gobierno no sean un brinco al pasado, que las deleznables alianzas con el SNTE, CNTE y PES, no sean lo que a un caballo es el freno zacatecano. Que todo el estiércol que le cayó del PRI se lo remueva como el ave de aquellos pantanos. Que se aleje de su talante mesiánico, hay que acordarnos de los ejemplos de nacionalismos exacerbados, mal llevados y de rápido ascenso como el de Hitler o Mussolini; qué tal la comparación John Oliver de AMLO con Trump, pero también con Bernie Sanders.
Ahora: ¿cuál será la verdadera cara del nuevo mandatario?, como Pancho Villa en sus hombros tenía un demonio en Fierro y un querubín en Felipe Ángeles. Como aquella leyenda cherokee del lobo bueno y el malo ¿a cuál de los dos alimentará más López Obrador?