Hoy me he dado cuenta ¡otra vez! de lo mucho que me has hecho daño, de lo mucho que tu presencia me ha restado y de como me odio y te odio.
He reflexionado nuevamente que tan sólo existes por la esperanza y la fe que he depositado en ti, en creer que mi razón de ser eres tú.
Este día he reconocido cuanto te necesito, cuanto dependo de ti y cuanto me has fallado…
Has hecho de mí un muñeco sin valor, un ente sin voluntad propia, un trapo con el cual limpiarte el culo y desecharme continuamente en el depósito de la ignominia, me has convencido una y otra vez de las mismas falaces intenciones y me has fallado constantemente.
Sólo un pendejo como yo ha sido capaz de mirarte a los ojos y convencerme de que pretendes ayudarme, mientras al tiempo me mantienes en la miseria del perdón, la doble moral, la misericordia, la caridad y el temor a tu abandono.
Si al menos ya no creyera tanto en ti, pero me has dominado con tanta astucia y labia que ya no se quien soy, no tengo a quien acudir porque he abandonado toda razón por ti y en respuesta he falseado, fantaseado nuestra historia juntos para justificarte creando recuerdos alternos de lealtad, solidaridad, honestidad y responsabilidad… he sepultado totalmente la consciencia.
Me has engañado con palabras vacuas, con dulces cantos y con promesas de oropel, día a día me demuestras tu desprecio, tu falta total de compromiso, de respeto, tus ansias locas por seguirme jodiendo y acariciarme el lomo como perro fiel mientras me pateas el hocico.
Te has convertido en una puta locura, mi única cabrona obsesión, se muy bien que nunca me ayudarás a salir de esta miseria en la que vivo, pero es tanta mi fe, mi esperanza en que al fin cambiarás que estoy dispuesto a seguir aguantando aunque muera en el intento, porque te anhelo, te necesito tanto, que mi pasado, presente y futuro no tiene sentido si no estas guiando mis pasos.
No se ya vivir sin una mano que me conduzca, una imagen que compense mi falta de voluntad, una dogma que justifique mi indescriptible ignorancia e indolencia, frutos de un doloso y retorcido adiestramiento de mutua complicidad.
Espero tanto de ti, gracias a mí te has convertido en una puta de categoría, cada día más exigente, más arrogante, más elegante y sofisticada, pero sigues siendo la puta que se vende por dinero para chingar al prójimo, ni al menos eres una prostituta por necesidad, sino por vocación.
Siempre has tenido en Don Conservador al proxeneta que te cuida, que te usa y que te explota, como tú lo haces conmigo, porque nuestra relación es tal, una relación de sadomasoquismo, y por ello acepto mantener también a tu padrotillo y amantes eventuales a costa de empeñar incluso patrimonio y bienestar de generaciones futuras.
Me violentas, violentaste mi pasado y violentaras mi futuro, porque eres una mierda vestida magníficamente, perfumada y alhajada, pero al fin y al cabo una mierda que todo lo que toca le deja impregnado de inmundicia.
Sigo pensando que mi opinión te importa y que mi voto de confianza te significa algo, que mis necesidades son las tuyas y que nuestra relación es imperfecta pero honesta, tal ha sido mi ignorancia, mi estupidez, mi ausencia de amor propio.
Cuantas veces me has abandonado desnudo, vulnerado, frágil… te has llevado todo de cuanto valor tengo, para gastarlo en juergas, diversión y en tus padrotes, pero en nuestro acuerdo periódico, ese que yo firmé por los dos, regresas para dejarme convencer nuevamente como el cornudo complaciente que soy.
He abandonado a mi familia y seres queridos a tu indignidad, a tu deslealtad, a tu sardónica sonrisa y a tu mezquino control. Te he defendido y te seguiré defendiendo porque mi pendejez no conoce límites.
Yo, en increíble respuesta he contenido a mi rebeldía, juicio, voluntad y consciencia ante la promesa de tu bondad, tu amor y redención muy a pesar de tu evidente egoísmo y falta total de empatía.
Porque eres una droga, una adicción que corre por las venas de generaciones de incautos, has encontrado la manera de robarme todo, dignidad, justicia, independencia, orgullo, ¡hasta el pinche modito de caminar me has quitado!, es tanta mi estulticia y sumisión que te agradezco de rodillas cuando giras tu altanera mirada hacia mi desvalida y atormentada figura.
Tus alcahuetes me han hecho la vida aún más miserable traficando con mis anhelos más simples, tus amantes recurrentes me han atacado constantemente cual jauría rabiosa, como sicarios, militares o judiciales me han escupido y denigrado, como viles agiotistas han cobrado mi cobardía muy caro a mi descendencia y aún así… te sigo esperando.
Porque me lo has demostrado miles de veces, cientos de miles, millones de ocasiones, no significo otra cosa que un medio para saciar tu codicia exponencial, tu mal sana prepotencia, tu decreciente humanidad, tu megalomanía, y me has arrastrado contigo hasta ser yo quien mora entre de los desechos que hemos acumulados en esta relación enfermiza.
Una pequeña parte de mí sigue clamando un despertar… una reacción desesperada ante tus encantos fatuos, tus promesas falsas, tus normas despóticas… tu mando subyugante.
Cada vez que regresas a pedir mi reconocimiento, mi entrega, me dejas temblando de emoción, casi hasta las lagrimas te dispenso el exiguo fruto de mi trabajo y a cambio me das un beso traicionero y palabras para mal sostenerme hasta tu próxima visita.
No importa que te presentes vestida diferente o maquillada de otra manera, siempre pareces más hermosa, se nota que mi dinero ha servido al menos para mejorar tu situación, apariencia, modales y urbanidad… pero sigues siendo una puta.
¡Incluso me lo has dicho de frente y de diversas maneras! pero no quiero entenderlo, no quiero verlo porque soy tu sirviente, tu esclavo… mi existencia depende de tus condiciones, siempre llegas disfrazada de clero o gobierno, candidato o empresario, privado o público, doctrina o demagogia, líder o tirano, presidente o alcalde, diputado o senador, juez o policía, ONG o partido, fundación o asociación… pero siempre eres tú, la misma puta ingrata, manipuladora, falaz, corrupta, impune y fría que he permitido existir.
Tienes razón no eres tú… soy yo, el pueblo, ¡y la crisis está en mi mente!…
-Victor Roccas