Lo que vimos fue una exhibición obscena y humillante de un poder siniestro y podrido.
La disculpa pública del abogado Carlos Velázquez a Noroña no fue disculpa, fue humillación, tortura, escarnio y ritual público y enfermizo de poder: demencia desbocada. Lo que sigue es la lapidación, la horca, la guillotina, el fusilamiento.
Tenía que haber sido quien todo es sevicia y odio, paradigma de un poder vindicante, grosero, desquiciado y perverso, que pronto exigirá arrodillarse ante él.
Solo faltó que lo hubiesen hecho en sesión de pleno; pero ya lo harán en la plaza pública, como buen poder impotente que son.
Lo que vimos fue una exhibición obscena y humillante de un poder siniestro y podrido.
En, fin la justicia de la 4T que nos espera.
Disfruten.