Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George
Menuda sorpresa me llevé cuando leí en el Claustro universitario de Chihuahua el principio latino: “Sapere aude”, que se entiende como tener el valor de usar tu habilidad para pensar, algo que, definitivamente, en nuestros tiempos mexicanos no es poca cosa.
“Sapere aude” está en el inicio de todos los estudios modernos sobre el impacto ciudadano de la ley. Podría estar coronando cualquier frontispicio de cualquier universidad de entre las más prestigiadas del mundo. Así como se oye.
El principio “Sapere aude ” fue utilizado en el ensayo “¿Qué es la Ilustración? “, debido al filósofo Emanuel Kant y fue en ese opúsculo cuando se definió por primera vez, en respuesta al absolutismo monárquico, el concepto del Estado de Derecho, nada menos.
Entendido por Kant y por Humboldt como aquél donde la actividad estatal se sujeta, junto con todas sus instituciones, al imperio de la Constitución y de las leyes. Lástima que, desde entonces, el famoso estado de derecho ha sido demasiado torturado, por decir lo menos.
El tan llevado y traído estado de Derecho no es otra cosa que aquél donde la autoridad sólo puede hacer lo que la ley le autoriza y donde los ciudadanos pueden llevar a cabo todo lo que la ley no les prohíbe. Kant lo dijo, y desde entonces es casi un artículo de fe.
Todo lo demás es bisutería, escudo de complicidades, faramallas, distractores de incapaces.
El estado de Derecho, que ahora funciona lo mismo para un barrido que para un trapeado, no es un adjetivo político de ocasión. Es un auténtico sustantivo político y filosófico que ha resistido el paso de los siglos.
Sin embargo, son tantos los barbarismos y desatinos para los que se teje y desteje que hasta a los empoderados, en defensa de la mayor crisis de todos los tiempos, arman a contentillo todo un entramado de defensa para defender lo imposible.
Si hay un reducto donde se puede usar la política sólo como excepción, si acaso para atenuar el mayor o menor agravio en una lesión, ese es el campo de la justicia y de la salud pública. Aquí si es irreductible el principio de dar a cada quien lo suyo.
Y es cierto como lo son pocas cosas en esta vida, que no hay defensa posible, en ningún rincón del mundo, para aquellos servidores públicos que no hayan tomado las providencias necesarias para adquirir las dosis de vacunas indispensables para blindar a la población de una pandemia que ahora sí se salió de control.
A lo mejor, su verdadera apuesta es poner el resto al carácter festivo de los mexicanos, que nunca se arredran ante el dolor. Total, las encuestas que mandaron levantar ya les dijeron que van a arrasar en las próximas elecciones. Los que vengan atraque arreen.
¿Y el maltratado estado de Derecho? Sí, siguen siendo todos los trastupijes conforme a derecho. ¡Para eso me gustaban!
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.