ESCUCHE PRESIDENTE(22 Febrero 2019).
Por Guillermo C. Zetina
Una de las ocurrencias de Amlo que más le aplaudirían los mexicanos es si decide enjuiciar y meter a la cárcel al ex presidente Enrique Peña Nieto y su pandilla. Como dice el presidente, una cosa es lo legal y otra la moral. Y en el caso de Peña, la MORAL viene contando tanto como la legal. Si de momento no hay denuncias contra el ex mandatario, hay miles de elementos para llevarlo ante un juez y castigarlo, en vez de que se burle de todo un pueblo paseándose en el extranjero con su pareja a costa del erario que desplumó.
Ya que Amlo nos tiene acostumbrados en dos meses y medio de su gobierno a sorpresas cada vez más increíbles, ¿por qué no pasar a la historia como el presidente en funciones que metió a la cárcel al primer ex presidente, por ratero? Si el tabasqueño da el paso, quedarán cortos aquellos capítulos donde Salinas de Gortari enjauló al líder petrolero Joaquín Hernández Galicia y el propio Peña privó de su libertad y convirtió en presa política a la dirigente magisterial Elba Esther Gordillo. Tanto Salinas como Peña lo hicieron para hacerse de “legitimidad”; pero Amlo ciertamente no necesita eso.
La Estafa Maestra, el escándalo Odebrecht, la Casa Blanca, el saqueo inmisericorde a Pemex y a la CFE; los robos gigantescos de sus amigos gobernadores como los Duarte y Borge, los desvíos multimillonarios de los auxilios por los sismos; la operación del avión presidencial de 7 mil millones; las raterías en Sagarpa; los sobornos de 100 millones de dólares que le dio El Chapo para que lo dejara trabajar libremente; los 8 mil millones de pesos que regaló indiscriminadamente a sus cuates de las ONG`s; los miles de millones que derrochó en prensa, radio y televisión para cohecharlos. Todo esto sería más que MORAL para que Peña Nieto pasara el resto de sus días a la sombra, acompañado de su corte de corifeos.
Puedo pensar, ya lo dije en una columna anterior, que Amlo transó con Peña para que no metiera mano en los comicios y lo dejara llegar a la Presidencia. Puedo pensar que, así como es una bestia política, el presidente dejó de lado sus promesas a 30 millones que votaron por él con tal de tener el paso libre a Palacio Nacional. Pero hay un dato que me reconforta: ante la presión popular, el de Tepetitán ha dicho que una consulta nacional, el 21 de marzo, decidirá si se enjuicia o no a los ex presidentes, incluyendo por supuesto a la joya de la corona, Peña Nieto.
Ya sabemos quién va a ganar esa consulta. De ser así, a López Obrador no le quedará más salida que dar la orden al aparato judicial para que con todo se vaya contra Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña. Y no es difícil suponer que los cinco delincuentes que estuvieron en la Presidencia tienen un lugar de honor en los reclusorios. La pobreza catastrófica que provocaron los 3 priístas y los 2 panistas no tiene parangón en la historia y no hay mucho que pensarle: su sitio es una fría mazmorra penitenciaria.
Yo creo que nadie en el país tiene una cifra del daño económico que le hizo Peña Nieto a los mexicanos. Por algo se le conoce como el “presidente de la corrupción”. Si el Fobaproa fue el atraco del siglo veinte contra los mexicanos, sin duda el sexenio del mexiquense fue el Roboproa de la historia. Sólo en la Estafa Maestra se contabilizaron saqueos por 7 mil 670 millones de pesos; en Sedesol y Sedatu los daños se cuantifican en un mil 311 millones de pesos; los desvíos de gobernadores del PRI suman 258 mil millones de pesos; en Sagarpa el atraco fue de 3 mil 500 millones de pesos; de las donaciones del sismo se esfumaron 997 millones de pesos. Solo en estos rubros hablamos de 271 mil 478 millones de pesos. Y faltan muchísimos más…
Y la creencia de que hubo un pacto de impunidad de Amlo hacia Peña cobra forma luego de ver a Peña ostentando una mansión de 630 millones de pesos en Madrid, sin contar por supuesto la Casa Blanca. Ni la fabulosa mansión de la Gaviota en Los Angeles, de unos 70 millones de pesos. Ni qué decir de los 7 mil millones del avión presidencial, que hoy duerme en un cementerio de aviones en EU, y que cuesta al gobierno de Amlo algo así como un millón de pesos DIARIOS por el derecho de piso. Por cierto, ese lujoso avión sería rematado ahora (de hallar comprador) en unos 287 millones de dólares…
Pero volvamos a Amlo. Ahorita su popularidad, a pesar del caos del huachicoleo y demás barbaridades, anda en los 85%. Un fenómeno que toca a los psiquiatras resolver: a más ocurrencias y fracasos, más respaldo popular. Ni Kafka lo entendería pero así andamos. Entonces, si el Ganso Mayor decide hacer justicia al pueblo y enchiquerar a Peña y los otros ex presidentes ratones, ese rating se subiría aún más. No imagino cuánto…
Quizá la llave la tenga el vocero presidencial Jesús Ramírez, quien aceptó hace unos días la “relación perversa y corrupta” entre organismos y sociedad civil en el gobierno de Peña Nieto. Si Amlo quiere denuncias, por aquí puede empezar. En ese sexenio, unas 1,372 organizaciones civiles, la mayoría patito, esquilmaron unos 8 mil millones de pesos al gobierno. Y son las mismas que ahora recuerdan la progenitora al presidente por el cierre de la llave del dinero a las estancias infantiles.
Según esto, en Apodaca, Nuevo León, el presidente insistió en que habrá consulta para decir sí o no a la persecución de ex presidentes, con Peña a la cabeza. “Queremos enjuiciar a Peña por corrupción”, habría dicho en su euforia de mitin. Y mostró un catálogo de delitos que se les colgarán a los mafiosos ex mandatarios, para que aprendan la ganso-lección…
Está visto que, lo que haga, le trae buenos réditos al presidente. Por más desatinos, locuras y ocurrencias que invente, todo le sale bien. Esa capa protectora de los 30 millones se ve que aguanta eso y más. Pues entonces que Amlo dé gusto a los otros 90 millones de mexicanos que no votaron por él y proceda contra Peña y los otros cinco rufianes de la nómina. Que el presidente aproveche ese trampolín y haga justicia. Que calle un poco la boca a los críticos que hoy lo botanean a diario y no creen en él. Y así, de paso, se desquite de Peña Nieto, sin duda su más mortífero enemigo político de ayer, hoy y mañana.