Claudia Rodríguez
Como un show mediático más contado que en vivo –ya que en Estados Unidos los juicios no son públicos–, fue como se intentó vender el proceso judicial que enfrentó por poco más de tres meses, el capo sinaloense de la droga, Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” en Brooklyn, Nueva York.
Por la misma situación de no tener imágenes en vivo, los highlights del juicio a Guzmán Loera no fueron consumidos con gran margen de mercadeo en México y acaso resaltaron más que la actividad delictiva del procesado, las ligas de corrupción y soborno con personajes de la vida pública de nuestro país, a quienes se les puso nombre, apellido y encargo.
Una declaratoria de culpabilidad a diez cargos por los que se procesó en una corte neoyorkina al narcotraficante más huidizo de los penales mexicanos de alta seguridad, que derivará en una sentencia que puede incluso implicar más de una cadena perpetua ahora en un centro penitenciario estadounidense, de donde se ve muy difícil que el capo Joaquín, pueda poner en práctica sus artes escapatorias; para nada redundará en que alguno de los actuales narcotraficantes de cualquier nivel en el escalafón de los grupos delictivos, se retiren de dicha actividad; ni tampoco se disuadirá a quienes ven en el narco, una forma de ganarse la vida.
Tampoco y como pareciera es el interés supremo de las autoridades de los Estados Unidos; un Guzmán Loera con cadena perpetua para vivirla en el sistema penitenciario del mismo país, logrará que los consumidores y adictos a las drogas, dejen de hacerlo.
El único que podrá tener un efectivo agasajo ganador, será el gobierno estadounidense tras el patrimonio del capo sinaloense, del que se dice se obtuvo vendiéndole estupefacientes a nuestros vecinos del norte. Desde que fue extraditado a los Estados Unidos Joaquín Guzmán, a la par se reclamó por ese país, los bienes del narcotraficante.
En todo esto los que más perdemos somos los mexicanos. Quedan nuestros anteriores exhibidos y nosotros los gobernados, como más que espectadores, y sí como participantes de un escenario en el que se nos llamó “daños colaterales”.
Un capo más, un capo menos, lo que importa es la empresa de actos ilícitos paralela al mismo Estado mexicano.
Acta Divina… Tras conocer los cargos de culpabilidad de El Chapo –Guzmán a 10 cargos en la Corte de Brooklyn; la esposa de este, Emma Coronel advirtió que no lloraría porque nadie había muerto.
Para advertir… Fue pura retórica malsana, la frase de la señora Coronel.
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