Por Aurelio Contreras Moreno
El desliz declarativo del candidato de Morena a la gubernatura de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, al abordar el tema de los desaparecidos en el estado durante un foro empresarial, puso de relieve algo que resultaba evidente pero no se señalaba con claridad: éste no es un asunto prioritario para quienes aspiran a gobernar la entidad.
La gravedad de las afirmaciones de Cuitláhuac García lo pintan de cuerpo entero. Con absoluta ignorancia acerca del tema, se atrevió a afirmar que 60 por ciento de los cuerpos localizados en las fosas clandestinas de Santa Fe, a la salida del municipio de Veracruz, eran de jóvenes menores de 30 años que se dedicaban a delinquir y tenían antecedentes penales. Cuando los restos encontrados en ese macabro paraje ni siquiera han sido identificados en su totalidad.
La criminalización absurda de las víctimas en la que incurrió el candidato de Morena tuvo una severa respuesta de parte de los familiares de los desaparecidos y de los colectivos de búsqueda, que reclamaron la indolencia, desinformación y absoluta falta de sensibilidad de alguien que aspira a gobernar un estado como Veracruz, que desde hace años sufre una crisis humanitaria que ha sido negada sistemáticamente por las diferentes administraciones estatales bajo cuya responsabilidad han sido cometidos estos crímenes de lesa humanidad.
La postura de Cuitláhuac García Jiménez -ya sea que la haya expresado por desconocimiento, incontinencia verbal o dolo, es igual de deplorable- es fiel reflejo del enfoque que durante las campañas a la gubernatura se le ha dado a la tragedia de los miles de desaparecidos en el estado: o se les criminaliza afirmando que les fue así por volverse ellos mismos delincuentes, mientras se intenta atenuar diciendo que eso se debe a la falta de oportunidades en Veracruz; o bien, se lucra políticamente con ellos, intentando apropiarse de su causa con fines cosméticos, de vulgar propaganda electoral.
Pero la verdad es que nadie ha planteado un verdadero acercamiento al fondo de este problema. El gobierno estatal solamente lo utiliza para continuar golpeando mediáticamente a los defenestrados duartistas y mantenerse en campaña política, sin atender debidamente a los familiares de las víctimas ni investigar a fondo, e incluso negando o por lo menos ignorando el hallazgo de más fosas clandestinas con restos humanos, como la de La Gallera, en el norte de Veracruz.
A su vez, ninguno de los candidatos a la gubernatura ha intentado acercarse a las familias de los desaparecidos ni a los colectivos de búsqueda, que siguen indagando el paradero de sus seres queridos por su cuenta, sin un verdadero apoyo institucional y a costa de su propia seguridad personal. Abandonados por una clase política inconmovible, que sólo se acuerda de ellos cuando les sirven para sacar raja electoral.
La respuesta de Cuitláhuac García a las críticas por su dislate de esta semana es prueba de lo anterior. Según el candidato de Morena a la gubernatura, “la guerra sucia quiere tergiversar lo que dije. Lo digo con mayor claridad: los jóvenes han sido lamentablemente las principales víctimas de la delincuencia y de este régimen que no les da oportunidades ni de trabajo ni de estudio”.
Ni siquiera son capaces de aceptar que no tienen ni idea.
Un fracaso de operación épico
Vaya que prendió focos de alerta dentro del régimen gobernante en Veracruz la reciente encuesta del periódico Reforma en la que da empate técnico entre Miguel Ángel Yunes Márquez y Cuitláhuac García Jiménez en la contienda por la gubernatura.
De inmediato, los personeros del yunismo panista fueron enviados a difundir otra encuesta, realizada por una empresa “patito”, en la que el hijo del gobernador aparece al frente con más de ocho puntos de ventaja sobre el candidato del lopezobradorismo. Inverosímil y hasta ridícula. Si así fuera, ni siquiera se molestarían en atacar con la virulencia que lo hacen a García Jiménez, ni habrían “contratado” una “candidata” para hacer la labor de cañería propagandística en su contra.
Debe ser muy frustrante que a pesar del millonario derroche del régimen para apuntalar al “junior” y llenarle de acarreados plazas y calles, esté empatado con un candidato que casi ni campaña hace. Un fracaso de operación épico.
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