NEMESIS
Fernando Meraz Mejorado
Desde que comenzó esta catastrófica etapa política llamada Cuarta Transformación, el propio Mesías Tropical que la inició, anunció a voz en cuello que México seguiría apoyando al régimen de Cuba, con un flujo de petróleo, cuya cantidad siempre ha permanecido en el misterio, en uno más de todos los que encubren a Morena.
Nadie criticó la decisión por las circunstancias que entonces vivía el pueblo cubano, víctima de un apagón de proporciones nacionales.
Sin embargo ahora las condiciones de México han cambiado radicalmente, debido a los errores supinos de López Obrador, quien desequilibrió la economía nacional con sus obras faraónicas como de la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, el Aeropuerto “Felipe Ángeles”, el tren Interoceánico de Tehuantepec y otras reprobadas por la opinión pública internacional, esto sin contar las satrapías de Adán Augusto, Ricardo Montreal, los herederos del mesías, José Ramón, Andy, Bobby y Gonzalo y todas las pandillas que siguen explicando al país.
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Hoy las condiciones de México son distintas, la deuda exterior se ha duplicado, Pemex está en una quiebra que amenaza arrastrar aún más a la economía nacional y el desequilibrio de las finanzas públicas es tal que las pensiones de millones de ancianos, incluidas las del programa del Bienestar también están en riesgo. En el interior del país lo estamos resintiendo con los severos recortes aplicados a los presupuestos estatales, por los que este año serán despedidos millones de padres de familia.
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México no puede ya seguir apoyando al gobierno dictatorial de Miguel Díaz Canel y esto lo debe considerar Claudia Sheimbaum. La polémica que esto ha desatado es ya incontenible. Los propios demócratas cubanos piden a México no apoyar más a la dictadura de La Habana.
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En la Mañanera de hoy Sheimbaum fue cuestionada severamente sobre las cantidades y adeudos de Cuba. Como siempre evadió el tema y aseguró que el petróleo que México envía a Cuba “es pagado puntualmente por el gobierno de La Habana”. Pero han sido ya tantas las mentiras y medias verdades que nos han dicho, tanto su jefe y predecesor, que los Mexicanos queremos pruebas de sus afirmaciones.
Sí pruebas fehacientes y verídicas, igual que las que ella exige, cuando es interpelada sobre todos los puntos oscuros de los desantres del ex presidente y de su banda de saqueadores como Adán Augusto, sus hijos, hermanos, compadres y parientes que cotidianamente exhacerban la irritación nacional, cuando trasciende una más de sus fechorías. – o-