Por: Héctor Calderón Hallal
Se levantó el Presidente de su lecho de enfermo, convaleciente aún y cual si quisiera prolongar un mal sueño, modorro aún, se puso unos guantes de box y se soltó lanzando “guantadas al aire”, en los días que lleva en condición de sobreviviente del Covid-19.
Son varios frentes los que ha abierto (o revivido) el Jefe del Ejecutivo, en esta temporada de intransigencia política que nos remite a interpretar, que lo que subyace en el fondo de su alma y de su psique, realmente es nerviosismo y desesperación, pues el desgaste político crece a ritmo vertiginoso y ya despertó junto a sus seguidores y colaboradores, de la embriaguez de la victoria electoral de hace dos años.
Las facturas empiezan a vencerse y hay que pagarlas. Es el despertar del cantinero en medio del vómito de una borrachera la noche anterior. Es AMLO el hombe, enfrentado a la pesada realidad que siempre estará peleada de la emoción social, la cordura y la creatividad. Un hombre con resaca, que jamás podrá ser el “pillo simpatiquísimo” de ‘anoche’… vamos, un hombre investido de autoridad, que jamás podrá (o deberá) ser igual al político irreverente y “picudo”, que va a todas y se compromete con todos.
Andrés Manuel López Obrador ya se dio cuenta que no es lo mismo ser el borracho que ser el cantinero.
Y es que el popular ‘Peje’, ya fue probado por su público la noche de su borrachera, a base de tragos de una mezcla por demás explosiva: Poder diluído en soberbia, con unas gotas de ignorancia.
A un amplio sector productivo, que practica la agricultura comercial en el norte del país, los mandó por el reducto del desprecio en una mañanera reciente, cuando respondió a una provocadora pregunta sobre su negativa a permitir el uso del glifosato como herbicida y a cerrar el paso a la producción de ‘maíz transgénico’.
Situación que ha despertado un malestar impresionante en agricultores y productores comunales de todos los niveles en estados como Sinaloa, Sonora, Durango, Baja California, Coahuila, Chihuahua, Tamaulipas, Nayarit, Jalisco, Zacatecas, Guanajuato, Michoacán, Veracruz, Estado de México, entre otros.
Con tantas ‘mañaneras’ celebradas, cualquier policía municipal recién egresado de la academia, podría desarrollar un algoritmo simple de comportamiento de López Obrador y apostaría sin pensar, a que sus declaraciones, “mandando a usar el machete y la taspana (‘carpala’ dijo el tabasqueño) a los productores mexicanos” fue un mero exabrupto… un arranque de ira y desesperación; del que nunca se arrepentirá públicamente ni pedirá disculpas, por su enorme soberbia.
Nomás en Sinaloa, en promedio hay más de 500 mil hectáreas de maíz en promedio, sembradas con técnicas de alta especificación, más 150 mil de otros granos como trigo; y más de 200 mil hectáreas en promedio de oleaginosas; 70 mil en promedio de hortalizas; casi 40 mil de frutas y más 100 mil de otros cultivos, como flores y fibrosas,… que requieren por razón de los tiempos marcados por el mercado internacional, de eficiencia y calidad en los productos, para poderse vender en los plazos y con la calidad requerida en el extranjero, lo que hace imprescindible el uso de herbicidas y de maquinaria agrícola para realizar las faenas de corte más básicas.
Ni pensar entonces en las enormes y productivas extensiones de los valles del Yaqui y del Mayo en Sonora; o el Valle Imperial y San Quintín en Baja California; o el Valle de Delicias en Chihuahua o La Laguna en Coahuila, o en el Bajío o en Veracruz… se requerirían enormes ejércitos de trabajadores que tendrían que laborar tres turnos (día y noche) para cumplir compromisos con el mercado internacional y hasta con el nacional; a saber:
Tan sólo en el caso del maíz, hablemos de las 500 mil hectáreas en Sinaloa: Cada hectárea tiene en promedio 110 mil plantas, cada una tiene en promedio dos o tres mazorcas, como mínimo, a las que hay que deshojar y desgranar. Este proceso se debe hacer en un lapso no mayor a 5 días, por las condiciones climáticas de esa entidad federativa, con los más altos registros de calor del territorio nacional, sino también de humedad, lo que haría materialmente imposible de desempeñar este trabajo al aire libre, pero además el grano tiende a endureceerse (quebrarse) y hay que refrigerarlo y embarcarlo.
¿Cuántos hombres se requerirían para realizar este trabajo en 500 mil hectáreas, tan sólo de maíz… y de un solo estado, como Sinaloa?
Además, se debe partir de la base de que no hay mano de obra disponible para esas labores y en esas condiciones. Los trabajadores del sureste no son ni suificientes… ni quieren entrarle ya a esos trabajos; trabajan en la pizca del tomate y otras hortalizas, en períodos de tiempo más cortos y en épocas del año menos calientes. Además todos tienden a estudiar, a trabajar incursionando en el sector servicios, sobre todo cuando son trabajadores en segunda o tercera generación, hijos o nietos de trabajadores del campo migrantes.
Y ya ni tocar el tema del proceso de ‘deshierbar’, haciéndolo de manera manual, como lo sugiere el sapiente Jefe del Ejecutivo.
Deshierbar ‘con taspana’ 110 mil ‘matas’ de maíz correspondientes a tan sólo una de las 500 mil hectáreas, nos llevaría meses… o quizá años.
Pero la solución –jocosa claro- ya la tienen los agricultores de Sinaloa.
Están organizándose para proponerle al presidente que si les manda al ‘Ejército de Ninis’ y a los ‘Sembradores de Arbolitos’ y que si estos les aguantan una semana….sí, una semana nomás, en esas faenas de deshierbar el famoso “istafiate” o de cortar y desgranar, por supuesto, sin taspana y cortando y desgranando manualmente, sin la trilladora… están a dispuestos a pagarles hasta 10 veces la beca que les da el Gobierno Federal. Pero así como dice el presidente con su habitual ligereza… ¡“Con macheteeeeee… con ‘carpalaaaa’!…. ¡Dando trabajo a la genteeeee!
Pues ahí está presidente. Sinaloa le toma la palabra… si sus becarios le resuelven en la semana en que se debe cortar y embarcar el maíz; si les resuelven el problema, ellos pagan al diez por uno a cada becario.
Otro de los asombrosos desplantes presidenciales, fue el del tema del gas natural.
Con esa ‘prestancia’ declarativa, el politólogo tabasqueño, declaró en agosto de 2019, que “tan nos sobraba el gas natural, porque los anteriores gobiernos neoliberales habían comprado de más, pues habían erogado cifras extraorbitantes… que hasta estaban pensando exportarlo a Asia o algo así”.
El chiste se cuenta sólo, al revelarse que no repararon en el análisis del gasto hecho en ese rubro y en 2020 y 2021 no pagaron “por austeridad” las pólizas de seguro correspondientes, cobrándose la naturaleza este año en que se presentó un vórtice polar en el sur de Estados Unidos, particularmente en Texas, estado que surte buena parte de la demanda de gas natural a México, por lo que quedaron materialmente en la regadera enjabonados, millones de mexicanos del norte del país.
Este desplante del presidente es equiparable al chiste aquel del político mexicano que, en campaña, se presenta en un rancho y pregunta qué dificultades tienen, para resolvérselas. A lo que la gente le responde que son dos muy grandes; la primera es la falta de alumbrado público, a lo que interrumpiendo el político, toma su celular convencional y da instrucciones a alguien para que se les instalen arbotantes a la brevedad en el poblado…. Resuelto, repone el político. Y el otro problema ¿cuál es?… Que no tenemos señal de telefonía celular aquí en el rancho oiga, le dice la gente.
Hemos llegado los mexicanos al momento de la resignación y quizá de la risa con este actual gobierno de la “Cuarta Transformación”.
Un espléndido trabajo del filósofo francés Henri Bergson, ‘La risa. Ensayo sobre el significado de la comicidad’, puede alentar al pueblo mexicano a pasar riendo estos meses (o años) que le quedan aún a esta muy larga y tortuosa administración.
Ciertamente la risa es algo profundamente humano, sugiere Bergson. Un paisaje podrá ser bello, sublime, pero quizá nunca cómico. De igual forma un objeto inanimado podrá ser útil, atesorable en su valor o en su precio, igual el cuerpo humano, estético, funcional, del mismo modo un animal podrá ser apeciado por ser una forma de vida, por su capacidad de acompañarnos.… a menos que le demos una connotación personal en nuestra propia imaginación, al objeto, al cuerpo, al animal y hasta al paisaje.
Nos reiremos de estas tres cosas cuando hayamos recordado o descubierto en ellos una faceta, una historia o hasta una actitud de hombre o una expresión aparentemente humana en el animal.
De un sombrero, por ejemplo, no nos reiremos de su utilidad, color o calidad, sino de la forma que le han dado algunos hombres; del capricho de su diseño al moldearse.
Nos reímos en general del hombre y de lo que pasa al hombre, según este valioso ensayo. Un libro clásico, que hay que releer de vez en cuando.
Y es que en definitiva el hombre por definición ‘es un animal que sabe reír… y hace reír, voluntaria e involuntariamente’.
Pero hay que reconocer que a veces la risa, como rasgo inteligente del hombre que lo diferencia de los demás seres animados, debe desconectarse de la sensibilidad.
Esta última nos proporciona capacidad para distinguir la piedad, la misericordia, la tristeza…. Pero la risa, puede conseguirse sin la mínima sensibilidad, con hacer uso de un solo sentido, aunque separado de los demás: la vista, el oído, el tacto o la imaginación.
Como una anestesia momentánea, en un salón de baile o en una fiesta, si nos tapásemos los oídos para no oír la música, los bailarines por ejemplo, nos parecerían ridículamente chistosos. Y así habría muchos ejercicios-ficción en la vida cotidiana… el de la política por ejemplo.
Pero además, la risa, dice Bergson, es un ejercicio social; necesita el eco de otros seres humanos.
La conferencia ´mañanera´ de López Obrador, por su falta de seriedad, por sus yerros articulados y sistemáticos y por ser un ejercicio fallido de ‘justicia salomónica’, tiende a ser un ejercicio de anestesia social que paulatinamente se consolida en el público mexicano, como un gran programa de humorismo blanco.
No podrá sostenerlo López Obrador ni su gobierno, si pierde la contundencia de promoción personal e institucional de su movimiento. Por el contrario, pronto irá en su detrimento, cuando se haga necesario, por ejemplo, que el Auditor Superior de la Federación, David Colmenares, vaya a comparecer y a recibir la reprimenda de sus ‘inconsistencias metodológicas’, por parte del presidente salomónico que tenemos, en esa especie de ‘Audicencia Nacional’ que es la ‘mañanera’.
Sí; será mejor que ahí se resuelvan los problemas y todos los funcionarios aludidos o señalados en ese y otros temas, den la cara al Presidente y al pueblo, directamente. Y no en las Cámaras, donde entre políticos cómplices e ineficaces, no se resuelve nada.
Ahí podrá AMLO frente a David Colmenares esculpir lapidariamente –y por fin- el apotegma morenista: “No mentir, no robar, no traicionar… y no auditar”.
Aunque el pueblo sabio podrá por fuera redondear el apotegma, fuera de los aposentos del Palacio, en las bardas y los muros abandonados, en los postes del equipamiento urbano, en las abandonadas casetas telefónicas y porqué no, en los acrílicos de los excusados públicos, que a final de cuentas son los recintos más conspicuos de la sabiduría popular… “No mentir, no robar, no traicionar… y no mamar”.
Digo… por favor.
Autor: Héctor Calderón Hallal
@pequenialdo