Francisco A. Servín de Alba
No tienen derecho aquellos que comercian con el miedo que provocan. Que hacen florecer la enfermedad, para vender el remedio.
No tienen derecho aquellos que mienten y hacen daño, por costumbre. Que matan cualquier sentimiento por maldad.
No tienen derecho aquellos que ocultan y traicionan al de enfrente. Que mutilan una pierna y desequilibran al mundo. Que cortan un miembro sin pensar en el abrazo de la paz. Que no les basta un ojo o un oído, sino también, la voz del pensamiento.
No tienen derecho aquellos que abandonan por interés, pero que no sueltan por capital. Que prohíben lo que no se les ocurra. Que pagan mal, aunque abran la cartera. Los que no pueden ocultar su poco seso debajo del sombrero, ni su cuerpo marchito debajo del vestido.
No tienen derecho aquellos que se visten de negro para vender armas a dos bandos. Y de blanco, para surtir los antibióticos a los que resistan de ambos lados.
No tienen derecho aquellos que explotan lo de otros y se ofenden cuando su esquema es descubierto. Aquellos que confunden el efecto con la causa, por su propia conveniencia. Los que pisan y exigen la disculpa.
No tienen derecho, ni lo deben de tener jamás, aquellos que se apropian de una isla, porque nadie pesca en ella. Los que juegan a ser dioses y ni para santos sirven. Los que se olvidan que esta vida es pasado y es futuro. Y que cada quien es dueño de la suya… aunque les duela.