La renovación de la gubernatura de Nuevo León es una oportunidad inmejorable para analizar lo que representa en estos momentos el proceso electoral en un Estado que ocupa el tercer lugar en la integración del producto interno bruto del país, solo un poco atrás del saqueado Estado de México.
En Nuevo León, casi el 90 % del padrón electoral se concentra en la zona metropolitana, Monterrey y los municipios aledaños. Se trata de una elección eminentemente urbana. Los regiomontanos votarán casi todos, en los pórticos de sus casas, sin consejos ni interferencias.
Caso único en el país, si exceptuamos la elección en el Distrito Federal. Esta es una característica que no puede pasarse por alto en ningún análisis político. Se trata de monitorear la orientación de un sufragio urbano informado… y decepcionado. En la franja obrera, casi despojado. Todo incendio comienza con una chispa.
En contraste, las demás elecciones locales que se celebrarán el 7 de junio se definirán, fundamentalmente, con un perfil ranchero, donde el voto de las zonas rurales aún tiene mucho qué decir. En la mayor parte de los distritos, el voto rural es decisivo.
Definitivamente, no pesarán igual los votos rurales de Veracruz, Michoacán, Sonora, Guerrero, San Luis Potosí, que los urbanos de Nuevo León. Bajo el cerro de la Silla se puede avizorar qué le espera a los partidos y a sus candidatos en el 2018.
Vale la pena reflexionar sobre algunos indicadores políticos en ese Estado. Comenzando con la indudable influencia de los empresarios regiomontanos que, aunque no se pondere, controlan todavía más del 5% de un padrón de poco más de 2 y medio millones, suficiente para inclinar el destino electoral de una lista nominal tan escéptica.
Continuadores de una tradición de influencia empresarial que marcó decisivamente los resultados políticos en las ciudades fronterizas de empresas maquiladoras, donde, a través de los gerentes de relaciones públicas y de personal de las ensambladoras se “orientaba” el voto de los trabajadores de cada factoría.
Ciudad Juárez, Tijuana y Matamoros son ejemplo inigualable de la influencia que puede representar ese 5% del padrón en competencias cerradas de naturaleza local o federal. Casi siempre, revelaban un voto duro, inflexible.
En Nuevo León se repite la misma historia, sólo que a través de los sindicatos urbanos de industria. Jamás se pide a los líderes de cada empresa intenten convocar en épocas normales a movilizaciones, para que no sean acusados de charros, ni obsecuentes con los intereses del patrón, pues tal los inutilizaría en su capacidad de influencia entre sus afiliados. La operación se deja para el día decisivo.
Nuevo escenario empresarial en Monterrey
Sólo el día de la elección es diferente. Los líderes deberán manejar entre los agremiados la necesidad de luchar políticamente por conservar sus fuentes de trabajo y ante cualquier acechanza externa a los intereses de las industrias.
Es una de las pocas tradiciones del antiguo sistema político y de la CTM de Raúl Caballero (treinta años en la dirigencia, hasta su muerte, ocurrida en el 2007) que aún prevalecen entre el empresariado y las élites de Nuevo León.
Esa es todavía la fuerza decisiva de lo que alguna vez fuera llamado “El Grupo de los Diez”, por tratarse de la decena de empresarios cementeros, vidrieros, metalúrgicos, cerveceros, cartoneros, banqueros y ramas derivadas, más adinerados de la llamada Sultana del Norte y su influencia en el 5 % efectivo de los votantes.
Con el tiempo, la hegemonía del exclusivo grupo se ha visto mermada por la irrupción de empresarios emergentes, combativos, competidores de las empresas, e incluso, cabezas de otros consorcios modernos de tecnología ambiental, biología sintética, medicina genómica, mercado inmobiliario, entre otros.
Al negarse a abrirles la opción de integrarse al selecto “Grupo de los Diez”, por carecer del target, los emergentes han hecho su lucha a base de convocatorias y movilizaciones de nuevos y activos actores, que engrosan sus multitudinarias reuniones.
Las movilizaciones y reuniones permanentes, convocadas para analizar los rumbos y ritmos de cada estructura comercial, industrial y de servicios, marcan la diferencia con las organizaciones de las empresas “de los Diez”, que mantienen su capacidad de movilización en bajo perfil, por legítima defensa.
Los llamados por las élites con el remoquete de “vivienderos” son, en realidad, promotores de créditos bancarios, inmobiliarios, domésticos, de consumo comercial, educativo, becas universitarias y tecnológicas, entretenimientos, desde turísticos hasta culturales.
También se trata de modernos emprendedores emergentes en negocios de nuevas tecnologías. Ahora han enseñado el músculo. Están en el mercado político y coquetean con otras opciones políticas.
Incluso, han integrado en sus agendas a algunos miembros de las antiguas familias dominantes, y hoy son voceros del cambio de actitud. Los Turner, Santos, Seltzer, Romo y demás están en ese flanco, convencidos de que se pueden cambiar los comportamientos electorales de los ciudadanos.
La priísta, una imposición de Medina
En principio, alentados por la postulación que hacía el PRI de un candidato muy cercano a los intereses de los grandes empresarios de Monterrey, el actual secretario de Economía Ildefonso Guajardo, los del “Grupo de los Diez” se mostraron dispuestos a arroparlo.
El cambio de decisión del que fuera el partidote –como lo llama el colega Norberto de Aquino–, movido seguramente por la certeza de que el PAN postularía a una mujer, la ex alcaldesa de Monterrey, y creyendo que se trataba de una competencia de género, dio su apoyo a una activa promotora de espectáculos, Ivonne Álvarez, actualmente con licencia en el Senado.
La verdad es que se impusieron las preferencias políticas de Rodrigo Medina, artífice del endeudamiento estatal más grosero del país, frente al cual el coahuilense Humberto Moreira se queda chiquito. Puso candidatos a las principales posiciones, como si su triste y mediocre gobierno lo mereciera. En las urnas se sabrá quién tuvo razón.
Pero el PAN cambió la decisión. Su “consulta interna” apuntó hacia un ex alcalde de esa franquicia que dirigió al municipio de la capital hace 15 años, pragmático, cercano a las posiciones de la militancia, que ha congregado en su entorno la fuerza blanquiazul, con una eficacia que, en su partido, no ha podido lograr la candidata tricolor.
Miembros de antiguos linajes que hoy controlan los medios de información regiomontanos y las cámaras industriales de transformación han demostrado públicamente que sienten mayor atracción por el candidato panista que por la candidata tricolor.
Esta actitud de abierto desafío a la hegemonía del “Grupo de los Diez”, ha prendido las alarmas en el equipo del partido en el gobierno local. Tenía demasiado tiempo que no se advertía una fricción de este tamaño.
“El Bronco”, Maniobra de Distracción
Suficiente pretexto para que algunos comentaristas malicien que la aparición de un “bronco” candidato independiente sea una maniobra de distracción para el respetable.
Como se le vea, esa aparición repentina de un candidato independiente ha favorecido las estrategias del panista, cuyas actividades electorales fluyen sin trabas ni malquerencias.
Lo cierto, en todo caso, es que, aunque “El Bronco” haga punta en las encuestas “infladas” de los acelerados del grupo milenario –que hicieron el gran ridículo en la elección de EPN–, es muy difícil que esas preferencias se transformen en votos a favor de un candidato solitario, sin estructura electoral y sin compañeros de aventura en búsqueda de cargos municipales.
“El “Bronco” tiende a quedar como un personaje folclórico, testimonial y anecdótico. Aunque la aventura haya llevado al partido tricolor a designar delegados emergentes del altiplano, supuestamente conocedores del medio, los “colmilludos” de siempre, que a lo único que fueron a Monterrey fue a cazar negocios y empresarios incautos.
Este tampoco es un terreno fértil para que los ideólogos de la “izquierda” empresarial obtengan alguna raja. No falta quien descubra sus verdadera$ intenciones, antes de que logren sus objetivos.
Titanes del DF a Nuevo León
Ivonne Álvarez no despierta las simpatías que sus promotores habían prometido. Siguiendo con la tradición priísta, empezó alto y conforme pasan los días va cayendo. Le faltaría un poco más del famoso 5 por ciento del padrón, votos que son una cama confortable.
Todo parece indicar que el tricolor sufrirá en estas tierras una derrota contundente a manos de sus primos panistas. La elección reflejará el cansancio de la población frente al desgastante gobierno Atracomulca. Como si ya lo conocieran, Peña Nieto perdió aquí en el 2012 frente al blanquiazul.
La desangelada Josefina obtuvo 800 mil votos, contra 560 del jefe de los toluquitas. Muy mal recuerdo, de algo que pasó apenas ayer.
Nuevo León no puede sustraerse a las tendencias electorales del resto del país, que persiguen castigar merecidamente el fallido gobierno de La Pandilla Higa.
Menos, cuando su electorado sufre en carne propia los estragos de la desastrosa política fiscal y económica de Videgaray, más la ausencia de una política de combate a la delincuencia, a cargo de Oso… rio Chong, y cuando ve el asalto a sus arcas para favorecer, vía el Acueducto encargado a La Constructora Presidencial.
Lo que puede ser premonitorio de los resultados del 2018. Aunque queden en prenda los talentos de “brillantes estrategas electorales”, que se venden como auténticos titanes de la política, como Enrique Jackson y Liébano Sáenz. ¡Gulp!
Índice Flamígero: Diagnóstico más reciente del CEN del PRI, manejado desde Los Pinos a través del secretario de Finanzas Luis Vega Aguilar: Estados marcados con la etiqueta “Alto Riesgo” –la posibilidad de que el tricolor pierda las gubernaturas–: Querétaro, Michoacán, Guerrero, San Luis Potosí, Colima. “Riesgo Medio”: Baja California Sur, Nuevo León y Sonora. La única entidad donde los toluquitas están seguros de triunfar es Campeche. Eso, empero, es lo que ellos creen.
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Analisis regular ,deja
muchos factores fuera