Al decir de los clásicos, en política no existen las casualidades. Fortuito, entonces, no es el anuncio que el fin de semana hicieran personajes tan disímbolos como Manuel Espino, los hermanos Arce-Círigo, Ramón Sosamontes, Patricia Olamendi y Teresa Vale de que ya les ordenaron, perdón, de que ya se les ocurrió crear un nuevo partido político que dizque para combatir, ejem, ejem, la corrupción.
Y no es casual, sino causal. Nacerá el nuevo partido al amparo de las viejas tretas que alguna vez dieran vida artificial a los ya desaparecidos partidos Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y Popular Socialista (PPS), esto es, será “paraestatal”. Con él se pretendería hacer frente a la formación de otra naciente organización política, la que ahora mismo organiza Andrés Manuel López Obrador, a partir de su Movimiento de Regeneración Nacional, popularmente conocido cual Morena.
Así, si el PARM era manejado desde la Secretaría de Gobernación –bien podría decirse que el controversial Manuel Bartlett fue su último real dirigente–, el de Espino, Arce-Círigo bros., Sosamontes, Olamendi y Vale, se adivina, va a ser “coordinado” directamente desde las oficinas que en el próximo gobierno ocupe el todopoderoso Luis Videgaray, indudable alter ego del mexiquense Enrique Peña Nieto.
Y si en su momento el PPS era definido como el de los “poquitos, pero serviles”, el de dulce, chile y manteca en el que forman filas un ex dirigente nacional panista que proviene de “El Yunque”, ex legisladores perredistas que se iniciaron en la guerrilla y, entre otros, un par de señoras que alguna vez se enmarcaran en la democracia social, tiene ya bien precisada la nueva posición que –sumiso IFE mediante– habrán de ocupar en el espectro político en los próximo meses y años: esquirolear al partido que está conformando López Obrador.
Sumados en su momento a la campaña de Peña Nieto bajo el disfraz o bandera de la concertación social, los promotores de este nuevo partido pecan de infantiles cuando anuncian que, entre sus objetivos está el de poner fin a 200 años de confrontaciones políticas por diferencias ideológicas. Todos a portarse bien y a mantener un pensamiento uniforme, please.
Y si tal pensamiento único coincide con el del poderoso en turno, pues más que mejor, pues, como en los cuentos escritos para llevar a dormir a los niños, viviremos felices para siempre.
¿Cuánto va a costarnos a los contribuyentes este nuevo cuento, perdón, este nuevo partido mescolanza de intereses personales y sin seguidores ni militancia?
Esa es la pregunta en torno a la cual debemos reflexionar.
OTRA ARRUGA AL TERCIOPELO
Una tras otra aparecen las arrugas en lo que algunos insisten en llamar transición “aterciopelada”. César Camacho, personaje indudablemente cercano al señor Peña Nieto, acaba de publicar su opinión en torno a la guerra de Felipe Calderón, a la que intitula “Sin Capos, el Narco no Luce de Capa Caída”. Y dice:
“Detrás de la polvareda levantada por la carencia de una estrategia informativa, la ineficacia en la conducción del operativo, la ausencia de inteligencia en la investigación y demás desaciertos evidenciados por el supuesto abatimiento de ‘El Lazca’ y posterior extravío de su cuerpo que hubiera constituido la evidencia absoluta, persiste un problema mayúsculo sobre el que es preciso detenerse para analizar el combate al narcotráfico que encabeza el gobierno actual que, todo indica, yerra al centrar sus esfuerzos en atacar a los llamados ‘capos del narcotráfico’ pues, asumiendo sin conceder que a la fecha hayan abatido ‘a 22 de los 37 delincuentes más buscados’ como reza la propaganda gubernamental, la violencia en el país no cede, no deja de crecer el número de consumidores de estupefacientes –lamentablemente, de manera subrayada, entre la juventud mexicana- ni disminuyen las cantidades de droga exportada a todo el planeta desde nuestro territorio. Estamos en el peor de los escenarios: ausencia de estrategia, lo que hace imposible verificar sus resultados, cuando se anuncian, y abundancia de evidencias cotidianas de que los narcotraficantes están en jauja.
“Desgraciadamente, aun sin capos, el narcotráfico no luce de capa caída…”
Índice Flamígero: Paulatinamente se apaga la estrella mediática de Felipe Calderón. Ya no ocupa las ocho columnas. Ahora las acapara quien será su sucesor ¡dentro de 44 días!