A la memoria de mi hermano Erick Salvador
En una encuesta seria que circula por cielo, mar y tierra, la opinión popular ha calificado a Enrique Peña Nieto como el Presidente más zoquete y corrupto que ha tenido México. Se comprueba que su llamado sexenio duró sólo el tiempo necesario para que abriera la boca. Absolutamente vergonzoso y ruin. El daño causado a la Nación es casi irreparable.
Su mandato fue tan breve como el de Donald Trump, enjuiciado por el The Wall Street Journal como presidente fallido, falso e incompetente, comparado con un borracho frente a una botella vacía de ginebra. Afortunadamente, el rotativo de mayor credibilidad entre los que toman las grandes decisiones financieras en Nueva York, es certero como un balazo.
De la misma forma que Trump trata de esquivar su responsabilidad intervencionista acusando a Obama de espiarlo, los toluquitas acusan a cualquier fantasma populista de desbaratar su lucha en favor del pueblo. Despropósitos de allá y aquí que se regresan por su misma falsedad declarativa. Auténticos bumerangs para mentirosos y zafios.
“Los políticos siempre muerden más de lo que pueden masticar”
La gente nunca se equivoca. La voz del pueblo es la de Dios, se dice desde que se tiene memoria. Un pedagogo canadiense, Laurence J. Peter, siguiendo la premisa de que “los políticos siempre muerden más de lo que pueden masticar”, llegó a establecer hace cincuenta años que para alcanzar el nivel de incompetencia, el mediocre sólo requiere ser ascendido.
José Ortega y Gasset, el filósofo republicano español llegó antes a la conclusión de que “todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato para confirmar por qué habían sido ascendidos hasta volverse incompetentes”. Un poco antes, Porfirio Díaz había sostenido:” si algo está mal, puede estar peor”.
La naturaleza es perra, decía la Ley de Pudder, la nata se esponja hasta que se rompe. “Todo lo que empieza mal, acaba peor”. La Ley de Murphy, por si hiciera falta recordarlo, “si algo puede salir mal, probablemente saldrá mal”, ha sido pauta para varias investigaciones científicas aeroespaciales premiadas con el Nobel desde hace décadas.
En otros confines se confina a los zoquetes y corruptos; aquí…
Los zoquetes y corruptos se han posesionado de los gobiernos. En los países avanzados se les confina. Al saber de sus escasas luces, los sectores que pueden ser lastimados con sus decisiones absurdas toman las providencias, mueven a sus defensores en todos los recintos y cónclaves y logran prevenir más agresiones.
En México, las aberrantes facultades metaconstitucionales del decadente presidencialismo hacen una nata compacta que alcanza a proteger, bajo la amenaza de la represión, las traiciones de Peñita y de su valedor Vi(rey)garay, las pendejadas y raterías de Meade, la estulticia de Nuño, la absurda nulidad llamada Oso…rio Chong, vaya, hasta la inflada “popularidad” de Narro Robles, por no mencionar los malos humores de los que está rodeada Rosario La ahumada Robles.
Cuando no es la represión, es la terminación de las carreras en los sectores público y privado, el retiro de los presupuestos, el ataque masivo de los textoservidores al servicio de la caverna de Los Pinos, la satanización de las opiniones verdaderas, la cancelación de todas las oportunidades, el infierno de la amenaza y hasta del secuestro en complicidad con los grupos delincuenciales de todo tipo.
Hasta dictadores demagogos estaban lejos de la zafiedad
Son las excentricidades del poder. La traición en redondo de toda confianza, la cancelación de la esperanza, que depende de la incompetencia, la ignorancia y la sevicia de todos aquéllos que abusan de los cargos conferidos, casi siempre obtenidos por calificaciones tomadas a espaldas de la población ofendida.
Hasta dirigentes que han sido catalogados como demagogos, dictadores o populistas, como el argentino Juan Domingo Perón, demostraron que estaban lejos de la zafiedad ordinaria. “Para luchar con el pueblo, hay que venir de él, pensar como él, decía, todo lo demás es ser traidor”. Vale la pena recordarlo, aún desde la pátina de otras épocas.
Un sociólogo de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, John B. Thompson, opina que “el intento de echar tierra a un error político (con su cohorte de engaños, falsos desmentidos y mentiras) se convierte ante la sociedad en una seria ofensa, mayor que la original que supuso la agresión inicial”.
Tenía razón Francis Bacon, hace más de 500 años, cuando decía que “la verdad sale más rápidamente del error que la confusión”. Y recordando a Winston Churchill, parece ser que, desde luego, ningún aparato de publirrelacionistas, menos los improvisados, puede ser garantía de verdad, ni de buena política.
La mentira derrumba en un momento las mejores expectativas
En sus últimos días al frente de la Casa Blanca, Richard M. Nixon, un hombre experimentado y fallido, solía decir, parafraseando al Diablillo cojuelo Tayllerand, que” Watergate había sido peor que un delito, una pendejada”. Si el espionaje a los demócratas era una sucia jugada de los fontaneros políticos, se convirtió en la pesadilla.
Lo que llevó a Nixon al desastre fueron sus maniobras de encubrimiento y las reiteradas falsedades que transformaron poco a poco en hostilidad la inicial benevolencia de la opinión pública. La mentira derrumba en un momento las mejores expectativas, despoja a los cazurros de cualquier ropaje.
Los escándalos derrumban las esperanzas de los pueblos
Con el crecimiento inusitado y exponencial de la prensa especializada, ya rebasada por los analistas de las redes y blogs digitales, y la transmisión inmediata de las noticias a todos los confines del planeta, la reproducción de las imágenes de corruptelas, transacciones extralegales, manipulaciones financieras, complicidades con el narcotráfico…
… y todo tipo de actividades al margen de las leyes y de la confianza ciudadana, protagonizadas por los actores políticos y los testaferros del régimen, los escándalos se convierten, on line, en escarnio. No sólo desprestigian y nulifican a los imperitos, sino ahuyentan los flujos de inversión, socavan los niveles de confiabilidad, derrumban las esperanzas de los pueblos.
Y la culpa no es del mensajero. Es la nula capacidad de los que mandan para sostener sus entrambuliques en los mínimos niveles de aceptación. El fracaso hasta como manipuladores y disuasores creíbles. La imposibilidad de remontar una marea de certeza acerca de sus robos, desvíos, traiciones y rapiñas inaceptables.
Los gobernantes creen que son invisibles, pero no es así
Frente a sociedades modernas, los gobernantes insisten en creer que son invisibles y que sus deshonestidades, perpetradas desde supuestas cavernas protegidas por los mastines de la represión, son imperceptibles para la población. Afortunadamente no es así. El escarnio político pende, como la mítica Espada de Damocles sobre la testuz de los infames.
En el seno de una sociedad informada, como la mexicana, el escarnio y la befa popular arrasan, en un santiamén, no sólo con la credibilidad de las clases políticas, sino con las bases mismas de su subsistencia, generando un amplio aparato de reflectores que reproducen la indiferencia sobre bases de indubitable certeza.
Con sus actos, los zafios en el gobierno, fomentan en todas las direcciones la indiferencia, la apatía y, lo que es más grave, el pernicioso fantasma de la política, el abstencionismo electoral, la contundente precisión que se ha generalizado entre los mexicanos, según todas las encuestas de precisión, de no volver a votar por el PRI ni por candidatos parecidos a los toluquitas mentirosos y fracasados en todas las líneas. Nada más, pero también nada menos.
La tolucopachucracia hace agua, en los momentos más aciagos
El fracaso de Donald Trump pega en la línea de flotación del entreguista barco del toluquismo. Lo único que hacía falta para llevárselo entre las patas.
El apresuramiento de los metecos nativos por culiempinarse ante la voz del energúmeno enfermo, se ha regresado como un bumerang letal. La tolucopachucracia hace agua, en los momentos más aciagos que ha conocido nuestro país. Ojalá sirva como lección para borrar el legado infame de las “reformas estructurales”.
Ojalá este fracaso anuncie mejores tiempos para nuestro país. No merecemos vivir otra experiencia de este tipo. México espera algo diferente de la corrupción rampante, de la ignorancia como sistema de vida, de la ambición como programa, del moche como majestad.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Todavía no termina el sexenio de la tolucopachucracia, y Juan Armando Hinojosa –el contratista presidencial, aparente dueño (todavía) de Higa– ya enfrenta problemas jurídicos. El más reciente tiene que ver con otra de sus empresas, Eolo Plus, a la que se investiga por un contrato de 6 millones de pesos con la SCT para renta de sus aviones como taxis aéreos. Raro el asunto porque, hasta donde se sabe, el titular de esa dependencia, Gerardo Ruiz Esparza, pide los aviones cuando quiere y, claro, sin facturar. ¿Qué le espera a Hinojosa, a Higa y demás empresas cuando termine la gestión de sus –¿todavía?—amigos y socios? Chi lo sa. + + + En el muy descompuesto estado de Chihuahua –herencia de César Duarte Jaquez– se menciona que el más dolido por el fallecimiento del diputado federal Carlos Hermosillo es, precisamente, el ex gobernador, porque muchos de sus bienes mal habidos estaban a nombre del ahora desaparecido. También se menciona que el artero y condenable asesinato de la colega Miroslava Breach –corresponsal de La Jornada y de El Norte, de Ciudad Juárez– podría entrar en esa dinámica. César Duarte debe ser perseguido por sus crímenes. + + + Comenta don Alfredo Álvarez Barrón que “el Secretario de Salud, José Narro, afirmó en un acto público que ‘hay gente que sólo piensa de manera retorcida y hay gente que pensamos en los intereses de la población’. El Poeta del Nopal, por su parte, hace mofa del declarante:
“Si defender la chuleta
es su velada intención,
puede guardar el sermón
¡éste fallido profeta!”
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