La aparición del ensayo de José Ortega y Gasset sobre Mirabeau o el político en la Revista de Occidente, de 1927, fue el parteaguas europeo para definir qué debía ser el Estado.
Si fuese forzoso quedarse en la definición de la política con un solo atributo, decía el ideólogo español, yo no vacilaría en preferir este: “política es tener una idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado en una nación”.
El gran político, continúa Ortega y Gasset, ve siempre los problemas del Estado a través y en función de los nacionales. Sabe que aquél es sólo un instrumento para la vida nacional.
Inversamente, el pequeño político, como se encuentra con el Estado entre las manos, tiende a tomarlo demasiado en serio, a darle un valor absoluto, a desconocer su sentido puramente instrumental.
Un Estado es perfecto cuando, concediéndose a sí mismo el minimum de ventajas imprescindibles, contribuye a aumentar la vitalidad de los ciudadanos.
Si lo abstraemos de esto último, si nos ponemos a dibujar un Estado perfecto en sí mismo, como puro y abstracto sistema de instituciones, llegaremos, inevitablemente, a construir una máquina que detendrá toda la vida nacional.
En la historia triunfa la vitalidad de las naciones, no la perfección formal de los Estados. Ese sería un error en la óptica de cualquier pensamiento político que tienda a ser trascendente.
Es importante recordar al autor español, sobre todo si se coincide en que el Estado es sólo una máquina situada dentro de la nación para servir a ésta. La pregunta básica sigue siendo, entonces: ¿cómo organizarla?
Durante el largo interregno Atracomulca hemos sido testigos de la astenia y de la desaparición estatal, sucesiva y sincrónicamente. Hemos visto cómo se detiene a sí mismo, por espacio de dos años, esperando la acción salvífica y en automático de las “reformas estructurales”.
Hemos visto cómo tomaron posesión de las diversas carteras personas sin oficio ni beneficio, que han pasado absolutamente desapercibidas por los cargos, ajenas a las funciones.
Hemos sido testigos de cómo son sustraídos “inexplicablemente” sus recursos presupuestales, después de ser destinados obligatoriamente por el Congreso en pleno, en espera de los momentos adecuados de canalizarlos a los fines del resultado del Pacto por México.
El hombre más poderoso del peñismo
Como siempre sucede en México, lo provisional se volvió definitivo. Como nunca llegaron las “reformas estructurales” y ya se acabó el Pacto por México, ahora ya no aparecen los recursos presupuestales. No hay liquidez en la economía. No renuncian los improvisados.
Hemos visto cómo todo se vale para que el Estado no opere. Si se trata de atender un conflicto de intereses, se sobre-regula y se convierte en un pasivo nacional. Si se trata de magnificar una institución, se le da autonomía constitucional y se le aleja del espectro estatal. Muerto el perro, ¡se acaba la rubia!
Se cura el Estado con menos atribuciones estatales. Se alejan de él las instituciones y las soluciones. Se garantiza la “eficacia”, siempre y cuando la solución no dependa del aparato público. La rudeza innecesaria crea el mercado negro de la nación.
Tal parece que se hace presente la máxima latina del imperio decadente que rezaba summa lex, summa injuria. La aplicación de la ley como un expediente innecesario y aberrante. El emperador no castiga, porque los infractores son muertos de hambre, y son muchos, muchísimos.
Se va el Estado. Se ausenta la ley. En cambio, sólo un puñado de inexpertos toma las decisiones mayores. En el colmo de la ironía, un hombre de todas las confianzas presidenciales, dueño de las hojas de vida de todos los actores, es el que manda.
Él palomea a los candidatos. Define el tamaño de los recortes para cada quién. Cierra y abre la puerta a los grupos de presión y de interés. Decide quién pasa y quién no de entre los oráculos deAtracomulco. Inclina las preferencias sobre el desempeño. Señala a los traidores al equipo.
Es el que sabe qué hacer con la imagen presidencial y decanta la opinión del jefe del Estado y del Gobierno en la intimidad de las reuniones cumbre con los personajes de la Tierra. Sabe de todas las aristas de la complejidad nacional y exterior.
Acompaña al Titular en los graves momentos de angustia y frustración. Es el soporte psicológico para los malos tragos. Confidente exacto para las íntimas decisiones familiares y personales. Consejero para los rictus imprescindibles frente a las cámaras y el teleprompter. Su sola presencia, le devuelve el alma al cuerpo del mandatario; le vivifica la apariencia.
Defenestra y expulsa del paraíso al Guamúchil Party. No necesita vejigas para nadar. Encarna a Richelieu, Mazarino y Talleyrand en una sola persona. Ningún conocimiento humano le es ajeno. Prepara la sucesión con el apoyo de la televisora preferida, en connubio con Pemex, la “empresa productiva del Estado”.
Aspirantes serios y bien posicionados en las encuestas independientes levantadas en los estados en disputa en las elecciones intermedias, se quedaron en el camino por la falta de una oportunidad para presentarle sus respetos. Nadie se enteró que existieran.
Es el todopoderoso. Por increíble que parezca, sólo tiene 40 años y es dueño de todas las virtudes del conocimiento político. Una vida intensa y dedicada al poder. Mientras, el secretario de Gobernación y el Presidente, a falta de quehacer, festejan en primarias y en palenques frente a turbas a modo, ¡la aprehensión del “delincuente más buscado”!
En una gira internacional de la mayor seriedad, a cambio de no tener algo serio que ofrecer al periodismo continental, se justiprecia la acción policíaca contra La Tuta, como si se tratara de una victoria mundial. ¡A eso hemos llegado!
Como toda innovación que se respete, el modelo Nuño, que contiene en una sola cajita al jefe de la Oficina y del Gabinete está haciendo escuela en las entidades federativas. Es raro el gobernador que no esté dispuesto a dejar de ejercer, cuando hay alguien que lo hace en su lugar. Es la favoritocracia.
Y Hace Hablar a EPN Sobre la Desconfianza
Cuando México era gobernado por seres diferentes, el presidente Ruiz Cortines abrió dos grandes cajones para los problemas. En uno, depositó simbólicamente las demandas que nunca iban a resolverse. En el otro, las que se resolvían solitas.
En medio de problemas económicos que lo llevaron a una devaluación del peso de más del treinta por ciento en los primeros dos años de gobierno, el desquiciamiento estructural del sindicalismo magisterial y el ferrocarrilero , el emplazamiento de miles de huelgas en todo el país y la lucha contra los hambreadores, Ruiz Cortines echó a andar su carta de navegación.
Tuvo que optar por el “despido” de casi la mitad de los gobernadores alemanistas, meter al aro a un empresariado consentido en pie de guerra y enormes caciques regionales, alinear a los “campesinos “algodoneros nylon, al tiempo en que toreaba a ameritados generales que se sublevaban al nuevo orden civil.
La mayor enseñanza para la estructura política mexicana fue la esperada: el Estado siempre se regula solo. Con una condición: no estorbarlo. El rejuego de intereses provoca que éstos se acomoden conforme avanzan los acontecimientos, había señalado el capitoste Nazario Ortiz Garza en la metáfora de los melones arriba del tren; solitos se acomodan, decía.
Pero con el descomunal crecimiento burocrático, hoy todos quieren justificar su presencia. Meten la mano a los problemas y los empantanan. No le dejan al Estado la respiración natural que permite la solución sistémica de los problemas. No lo dejan reaccionar solo. Le estorban demasiados genios.
“Sufre México de incredulidad y desconfianza”, le recomienda Aurelio Nuño declarar al jefe. Le calza el huarache frente al criticón Financial Times. Si nos atenemos con rigor a las enseñanzas de Ortega y Gasset, él es el que tiene una idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado para una nación. En sus manos está la vitalidad de la nación.
Quienes tendrán derecho a fustigar desde la “más alta tribuna de la nación”, llegan palomeados por él. Supieron hacer la escoleta. Y los posibles cambios en el Gabinete… ¿cuál gabinete? Ah, sí, también dependen de él.
El Estado en automático.
Total, lo que importa es que prevalezca la república de los favoritos.
La que preside Aurelio Nuño.
Índice Flamígero: Hoy me hace llegar don Alfredo Álvarez Barrón –de quien ya supe no es zacatecano, pero como si lo fuera– un comentario bajo el título “La tómbola millonaria”. Señala en éste que “’ Hay aves que cruzan el pantano y no se manchan…’, tal parece ser la divisa de algunos honorables políticos que, con una habilidad sorprendente, brincan de un partido a otro con la noble finalidad de no vivir en el error. Y es cierto, la política es una tómbola millonaria en la cual ellos son siempre los ganadores. Como diría El Mostachón, aquel inolvidable personaje de Los Polivoces: ‘¡Suertudotes!’”. Y enseguidaEl Poeta del Nopal nos regala su epigrama al respecto: “Por voluntad exiliados / de sus partidos de origen, / meticulosos, exigen, / un trato privilegiado; / abjuran de su pasado / y sin temor al fracaso / todos apuran el paso / con intenciones kafkianas / y a mí me están dando ganas /¡de votar por un payaso!”.
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com / @pacorodriguez
como quien dice don Paco , el Virrey don Nuno de Cordoba y Montoya. uuyy q final de aquel virrey del salinato!!!
El aparato burocrático, aun con todas sus lacras, se puede mover como una banda sinfín.
¿Qué pasa con los cambios de estafeta gubernativa sexenal? El sistema sigue incólume. Sólo hay cambios en la superficie en ciertos “operadores” de tal formidable máquina, que requiere de ser bien engrasada. Ahí radica el meollo, en la operación.
Por eso es pueril creer que hay transición, pues la máquina es la misma…
El mentado Nuño, es un niño congraciado con juguete nuevo. Por una sencilla razón, su jefe anda en otros guateques y luciendo sus “trofeos”, dejando una estela de pena y hasta conmiseración -como se ve con doña Isabel II- que pregona un apoyo falaz, que no detiene el repudio generalizado de los mexicanos bien nacidos…
¿Hará falta una “hoguera de vanidades” al estilo del monje Savonarola, para someter al orden moralista a tanto funcionario público venal?
Peña y familia, entre tanto, saborean las mieles del poder estatal, nacional y soberano a todo lo que da, sin que les importe la teoría política y menos la praxis… ¿Será que al menos intuyen -no reír, es cosa muy seria- su apocalipsis?
¿El voto tendrá fuerza suficiente para lograr la solución?
Esa locomotora que maneja el tal Nuño, si es que lo hace solo, que lo dudo, hay que pararla y el mismo EPN debe hacerlo ya, antes de que él mismo sea arrollado por tanta estulticia…
Saludos don Paco, como es usual pone usted la sal en la herida, para recordarnos que el mal camino debe ser evitado…