Joel Hernández Santiago
A últimas fechas, a los oaxaqueños, se nos ha juntado la pena y el dolor. Tan sólo en 2017 primero torrenciales, huracanes, inundaciones, con mayor impacto por el rumbo del Istmo; luego los temblores desde el 7 de septiembre y en adelante, que azotaron a la entidad y que golpearon inmisericordes también el Istmo. El sufrimiento de muchos está ahí, aun.
En adelante el estado ha vivido en zozobra no sólo porque no terminan por solucionarse los problemas de la CNTE-22 como de otras organizaciones que medran con su poder múltiple, frente a un gobierno débil de carácter y débil en su defensa de la mayoría de los oaxaqueños.
En el estado de Oaxaca crece la inseguridad que es cada vez más violenta. El campo está desahuciado. La industria es leve. El comercio boyante sigue su marcha, con sueldos mínimos. El desempleo, la informalidad, las confrontaciones gremiales o de grupo, la mala educación, el peor sistema de salud de México…
El gobernador Alejandro Murat Hinojosa no termina por conectar con los oaxaqueños. Es un gobierno del tipo descafeinado que no ha conseguido tocar la esencia de la problemática oaxaqueña y se ha dejado llevar por el mandato del pasado en un gobierno que se debería suponer joven y, por lo mismo, con propuestas renovadas. No ha sido así por un sentido equivocado del poder y la responsabilidad pública.
El tema hoy es: Ocurrió un sismo de gran intensidad el viernes 16 de febrero por la tarde. Tuvo su epicentro en la zona de Pinotepa Nacional, en Oaxaca, con intensidad de 7.2 grados.
Aún sin sanar las heridas y los dolores de los anteriores terremotos, los habitantes de la zona vivieron segundos-minutos-horas de pánico, no sólo por el golpe terrenal, como por lo que podría seguir.
Pero todo parecía haber pasado con algunos daños, no tan graves como en anteriores ocasiones, pero sí muy de tomarse en cuenta, para las ayudas que se requieran.
Impulsivamente por la tarde-noche de ese mismo viernes el secretario de Gobernación decidió ir a la zona afectada por este terremoto en Oaxaca. Acordó con el gobernador del estado ir. Se pidió el apoyo del Ejército para facilitar el acceso. Todo bien hasta ahí.
Sin embargo no se tomaron las debidas precauciones de tiempo y forma. El impulso por aparecer en la zona en tono de apoyo es aun incomprensible, toda vez que las entregas a las que se tiene derecho pasan por la criminal burocracia, e incluso corrupción, que las contiene y que impide su distribución a tiempo.
Así que la presencia de los funcionarios era puramente simbólica y apenas para la fotografía de gobierno. Suena a irresponsabilidad acudir a esa hora -casi las diez de la noche-, hacia un lugar que sufrió el sismo pero que no era el epicentro de este como Pinotepa Nacional; se habilitó un helipuerto improbable, en espacio terregoso, amplio pero sin garantías de seguridad para nadie.
Fue la comitiva en el helicóptero militar e intentó aterrizar en Jamiltepec, no Pinotepa Nacional, pero en la obscuridad las hélices levantaron una enorme nube de polvo y esto junto a la impericia del piloto hizo que a 40 metros del piso se desplomara la nave que transportaba a Alfonso Navarrete Prida, secretario de Gobernación, y a Alejandro Murat Hinojosa, gobernador de Oaxaca.
Por extraña razón, como si buscara aliviar la caída al suelo, la nave cayó sobre vehículos que estaban ahí con gran cantidad de personas que huyeron del sismo y que buscaban resguardo. Era asimismo un terminal de autobuses. Los funcionarios salieron ilesos. Abajo murieron 14 personas y otro tanto está grave en hospitales cercanos. Tragedia inmensa, esta, la de escapar a la muerte para encontrar la muerte.
El periodista oaxaqueño, Omar Gasga precisa: “Accidente fatal, resultado de decisiones erróneas que se tomaron sin considerar las condiciones de aterrizaje que había. La pregunta sigue: ¿A qué iban Navarrete y Murat a las 22:30 horas a Jamiltepec, donde muchos pobladores, como las víctimas mortales, ya dormían y esperaban la llegada del nuevo día para seguir la vida? Desde Puerto Escondido ambos pudieron coordinar acciones a implementar el sábado en la mañana, porque a la hora en que llegaron, en medio de la oscuridad por la falta de energía eléctrica, poco o nada se podía hacer en esta zona sacudida por un sismo que no terminó con la vida de ninguna persona.”
La escritora y maestra Rosa Albina Garavito Elías lo dice así: “”El poder simbólico de este accidente en Oaxaca es terrible. Mientras se salvaban de la furia de la tierra, la muerte les cayó del cielo en forma de un helicóptero militar donde viajaban dos altos funcionarios, quienes resultaron ilesos. La indefensión del pueblo frente a la torpeza de los gobernantes. Sincronía fatal que dibuja la vida cotidiana de las grandes mayorías del país. La foto es elocuente, en un paraje de espacios abiertos, el helicóptero cayó precisamente encima de los autos donde se refugiaban las personas. Más inocuo resultó el sismo que este operativo de auxilio gubernamental. Simbolismo profundo y desolador.”
Los oaxaqueños estamos sufriendo estas tragedias, una tras otra; pero también estamos indignados por esto último y queremos explicaciones ciertas. El General Cienfuegos dice que asume la responsabilidad, aunque él no hubiera autorizado ese despegue a esa hora. Bien. Pero no sólo el Ejército es responsable… ¿quiénes son los responsables de esta tragedia que mató a gente inocente, a hombres, mujeres, niñas, niños, uno de ellos de apenas seis meses?
¿Quién asumirá la responsabilidad legal de esto? ¿En adelante vivirán tranquilos los responsables de esta tragedia?