Joel Hernández Santiago
De un tiempo a esta parte, cada mes de julio ocurre una confusión muy grande en Oaxaca. Esto es: al gobernador Alejandro Murat Hinojosa le han informado mal respecto de lo que es, lo que significa y la trascendencia de la fiesta anual que nos convoca a los oaxaqueños que en verdad lo somos y, por lo mismo, somos excluidos de nuestra propia expresión: nuestra Guelaguetza.
Es nuestra la Guelaguetza porque es parte de nuestro patrimonio cultural, individual y colectivo; porque es parte esencial de lo que somos y cómo somos los oaxaqueños, entre todos y con todos aquí; porque Guelaguetza no sólo es bailar y expresar nuestra cultura mediante tiempos y movimientos. Es eso y muchísimo más. Es naturaleza y trascendencia expresada en colaboración y abrazo solidario.
Guelaguetza es, sobre todo, un encuentro entre oaxaqueños para la fraternidad, para la cordialidad, para decirnos de cerca que ante todo estamos aquí para ayudarnos, para decirnos que nos queremos, para estar presentes cuando se necesita, y porque se necesita. Eso es.
Y es el apoyo recíproco, ya en especie o con trabajo para suplir cuando no se tiene. Así es en las comunidades cuando se realizan festividades: ya nacimientos, bodas o defunciones y sus velorios. La Guelaguetza ocurre día a día en nuestros pueblos todos desde tiempos inmemoriales.
La Guelaguetza se instituyó como encuentro de oaxaqueños en 1932, con motivo del 4° Centenario de la Elevación de Oaxaca al rango de ciudad y como parte de los cultos populares a la Virgen del Carmen, por lo que se celebra los dos lunes más cercanos a al 16 de julio. También se conoce con el nombre de los lunes del Cerro, puesto que el corazón de la festividad es el cerro del Fortín, que domina el centro de la ciudad de Oaxaca.
Si: es importante que esta festividad, por ser periodo vacacional en el país, atrae recursos para muchas familias que viven del turismo, los servicios y los apoyos: en 2018 hubo una derrama económica de 815 millones de pesos, de ellos 351 fueron para la capital del estado según la Secretaría de Turismo estatal. El tema es auditar dicha cifra que puede ser alegre si no se comprueba su certeza y cuál fue su impacto en el desarrollo de la entidad.
Pero el gobierno del estado confunde cultura con comercio y ha desarrollado una visión tipo carnaval de este evento y poco o nada hace para convocar a los oaxaqueños a su encuentro, para volcarse en sí e identificarnos en el paso del tiempo, para luego regresar dispuestos al trabajo, cargados de emoción y respaldo.
Esto que era una fiesta para nosotros se ha convertido en ese mercado con vistas a lo folklórico pero no en el sentido de amor al prójimo de cada oaxaqueño hacia sus hermanos para compartir la naturaleza y la vida.
Los hechos: Los precios de los boletos para acudir al Auditorio de la Guelaguetza son prohibitivos para los oaxaqueños; muchos de los espacios mejores están reservados por la oficina de Comunicación Social para los invitados del gobierno a los que se les paga traslado, estancia, alimentación y solaz. Que es decir: lo pagamos los oaxaqueños con nuestro trabajo. ¿Cuánto?
Luego, acuden a ese auditorio de la Guelaguetza aquellos turistas que pueden pagar su pase. Los boletos fueron puestos a la venta, pero cuando el gobierno estatal presumió que los boletos estaban agotados, se supo que muchos de ellos quedaron en manos de revendedores que los anuncian en redes sociales para su venta a precios groseros.
Sí hay secciones gratuitas “la C y la D” para quien quiera acudir a ver desde la enorme distancia lo que les es propio.
El eje central no es un asunto de pérdidas o ganancias, de cargos y abonos, de balanza de trabajo o comprobación y utilidades: es un asunto en el que tiene que ver la responsabilidad del gobierno para divulgar y preservar la cultura de Oaxaca con los oaxaqueños todos.
En octubre de 2018 fue nombrada como responsable de la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca la señora Adriana Cecilia Aguilar Escobar, y cuya experiencia en materia de cultura es nula, aunque no tanto para organizar eventos más en tono festivo y comercial que cultural.
Pero no es un asunto de organizar fiestas o eventos tipo restaurante: si es un asunto en el que la cultura tiene el sentido de hacernos y estar en nuestro ser profundo. Esto no lo entiende ni el gobernador Murat Hinojosa ni su representante cultural.
Luego, se crea un Comité de Autenticidad de los representantes que estarán presentes en la Guelaguetza. Los méritos de calidad de este Comité se ignoran y cuya autenticidad en conocimientos y sabiduría habría que comprobarla porque se ha metido más en problemas que en soluciones.
En fin. Que la fiesta de los oaxaqueños dejó ya de ser para los oaxaqueños. Y es una lástima porque todos en Oaxaca, por el sólo hecho de serlo, están en su derecho a ser parte y a ser convidados a llegar para dar, pero también para recibir, como es que es la Guelaguetza: y sin pagar boleto, porque el boleto se paga toda la vida.