José Luis Parra
La caída de Alejandro Gertz Manero no fue un accidente, tampoco sorpresa. Fue una receta a fuego lento, una pieza más del ajedrez transexenal que, paradójicamente, tenía como principal ingrediente el pavo. Sí, como en Thanksgiving, pero sin gratitud: un pavo servido en bandeja por Adán Augusto y su Barredora, con guarnición de senadores nerviosos y postre de filtraciones quirúrgicas.
Más que una renuncia, lo de Gertz fue una expulsión decorada. El fiscal resistió hasta el último minuto, cabildeó con gobernadores, presionó senadores, pero la cena ya estaba servida. Desde Palacio se giró la instrucción: hay que eyectarlo antes de que empiece a cantar. Porque Gertz, el Hoover de bolsillo, no sólo acumuló poder, también archivos. Expedientes que incluyen huachicol, narco, tráfico de armas y la joya de la corona: el caso del dueño de Miss Universo, mezcla de glamour y cárteles, que en cualquier guion de Netflix terminaría con helicópteros y agentes federales entrando por la azotea.
El problema no era ya su desgaste público, sino el riesgo de que esa información almacenada en su bunker mental —y quién sabe en cuántos USB escondidos— termine en alguna embajada con micrófonos abiertos. Y ahí sí, ni la Barredora alcanza.
El encargado de aplicar la eutanasia política al fiscal fue Adán Augusto, el mismo que ahora se perfila como operador de confianza en la nueva era Sheinbaum. Porque si alguien puede con la chamba sucia, es él. El ex secretario de Gobernación mostró que aún tiene filo para cortar cabezas y para posicionarse como el auténtico gran elector del nuevo gabinete.
Y hablando de gabinete, se abre el tablero: Omar García Harfuch podría aterrizar en Bucareli, aunque los halcones del norte preferirían que se mantuviera en su zona de confort: la seguridad pública, donde aún se juega la paz fingida del país. ¿Se atreverán a darle el combo completo? Gobernación + Seguridad. Sería revivir el modelo Osorio Chong, ese que prometía eficiencia pero terminó encapsulando el país en un teatro de cifras maquilladas.
Pero quizá el mayor beneficiado con esta poda quirúrgica sea Alfonso Durazo. El sonorense, que llevaba tiempo chocado con Gertz, aparece en el radar como aspirante serio a Bucareli. Y lo haría con sed de revancha. Durazo tiene historia, experiencia, colmillo… y una larga lista de pendientes con quienes lo marginaron en su propio movimiento. No lo subestimen.
El timing fue perfecto. Gertz fuera, justo cuando la nueva presidenta prepara un reacomodo de fondo. Porque Sheinbaum, hasta ahora obediente, necesita dar señales de poder real. Un gabinete a su imagen, con operadores de verdad y no sólo con sellos del obradorismo tardío. Es decir, sin Gertz, pero con control.
Claro, todo esto ocurre mientras Trump arma su espectáculo electoral al norte del río Bravo, con promesas de juicios a narcos mexicanos. Y ya sabemos lo que eso implica: testigos protegidos cantando óperas en inglés, videos, grabaciones, y el regreso a escena de los usual suspects. La justicia americana tiene memoria y también manuales de guerra política. Y en esa ópera, Gertz podría ser tenor o director de orquesta, según le convenga.
Por eso el oficialismo tenía que actuar ya. Porque el riesgo de tener un fiscal rencoroso, exiliado y con acceso a información estratégica, era demasiado. Y porque en el fondo, todos sabían que la Fiscalía había dejado de ser una herramienta de control y se había convertido en un obstáculo, en una caja negra demasiado peligrosa.
Ahora falta ver si el exfiscal se va a algún país de clima templado con inmunidad diplomática o si decide prenderle fuego a la memoria institucional. Dependerá de cómo lo traten. De si lo premian con una embajada, una pensión, o lo dejan en el abandono.
Y en ese juego, también pesan los pendientes. Porque todo esto huele a reestructuración, sí, pero también a blindaje. La nueva administración quiere control total y el mensaje es claro: nadie es intocable. Ni siquiera el fiscal favorito del presidente saliente.
En política, como en las cenas familiares, a veces hay que servir el pavo antes de que se eche a perder.





