La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Los políticos pus-modernos actúan con la sensibilidad de un algoritmo
Ante los hechos de violencia inusitada (masacres, homicidios contra niños, secuestros masivos de migrantes, etc.), la reacción de las autoridades es un machote discursivo: iremos por los responsables caiga quien caiga, no habrá impunidad.
Unos minutos después del amago verbal, viene un comunicado que anuncia un operativo especial: reforzaremos la seguridad en la zona con más integrantes de la policía estatal, la Guardia Nacional y una distribución masiva de estampitas del Sagrado Corazón de Jesús.
Esta política simuladora, es una práctica añeja, lo novedoso es, que este gobierno se asume como la cuarta transformación, pero en el día a día, siguen imperando los mismos moditos.
Así las cosas, ante el terror desatado en Michoacán y Zacatecas, por citar dos ejemplos, el presidente López Obrador se desplaza con su gabinete de seguridad a las capitales estatales, para tener madrugadores encuentros y afirmar que se trabaja como nunca, sin embargo, los resultados son los mismos de siempre.
A la par de lo anterior, se mandan a los medios imágenes de convoyes militares, además de anunciar que se construirán nuevos cuarteles para la policía insignia del sexenio.
Suele ocurrir que, durante un breve tiempo, los índices de criminalidad disminuyen, pero es cuestión de que los malosos le agarren la cuadratura al círculo (la forma en que la agarran, es a libre interpretación del lector), para que la inseguridad se exacerbe de nuevo.
En Veracruz, se vive la misma circunstancia: aparecen cadáveres en Isla y mandan ‘reforzar la seguridad en un operativo especial’, a los días ocurre otra matazón en Rinconada y la respuesta es idéntica. Con los cuerpos abandonados en Xalapa, las cosas fueron igual.
Ni hablar, estamos regidos por la Tercera Ley de la Ineptitud Política: a todo problema corresponde un discurso.