Joel Hernández Santiago
Lo más reciente: El Partido Verde Ecologista de México, o mejor conocido como “el verde” decidió dar un cambio político-electoral y declinar la candidatura que llevaba en Coahuila por Lenin Pérez, ahora a favor del candidato de Morena, Armando Guadiana.
Esto es: este partido rémora de Morena y devorador de los intereses nacionales, todavía hasta ayer encabezaba la alianza “Rescatemos Coahuila” en la que iban con “Unidad Democrática de Coahuila”, en apoyo del candidato Lenin Pérez.
Pero ya no es así. No, no y no. Pero no es extraño. Es un partido veleta que desde su origen en 1986 camina hacia el mejor postor por intereses ajenos a lo político y a lo social; nunca en favor de México. ¿O es que de veras ha hecho algo por México y por los mexicanos a lo largo de estos treinta y siete años si no es enriquecerse con las prerrogativas y otros ingresos que hace por ahí con el membrete de “el verde”?
Pero tampoco nos engañemos. No es el único caso de partido político “ocasionado”. En general en México lo son cada uno de ellos, a su manera. Eso de que en México hay un sistema de partidos para dar sentido a un sistema democrático es hoy un cuento chino.
A lo largo de los años las dudas han sido permanentes, pero se acentúan cuando ocurren los periodos electorales. Y sobre todo, por estos días cuando uno suponía que en efecto “las cosas serían distintas”, que “ya no sería como antes”…
Hoy, uno se pregunta qué pasa con los partidos distintos en un país con ínfulas de democrático, como es el nuestro –aunque nuestra democracia no se ha consolidado y por estos días está en peligro de muerte–.
¿Qué pasa con esas alternativas de pensamiento, ideológicas, de ideal de país o de gobierno distinto? ¿Qué pasa con esos ideales de un país mejor a la manera de la propuesta de cada uno de ellos? ¿Qué pasa con la izquierda mexicana, la de a de veras, no la de la caridad y la compra de votos disfrazada de apoyos económicos?
Y uno suponía que estos partidos se habrían de fortalecer, cada uno por su lado, en vista de la supremacía de uno de ellos en el gobierno de la 4-T, que prometió que en eso de la democracia y de la participación social y ciudadana las cosas ya no serían igual que antes…
… Nada como antes, dice: Como aquello del corporativismo, del dedazo, de la cargada, del apoyo de gobiernos estatales y municipales para una sola causa de gobierno… Del chanchullo, de la mentira, del engaño, de la compra de votos por la vía de dádivas económicas o en especie o con cargos de gobierno. De la participación presidencial para favorecer a sus candidatos: antes dedazo, hoy consulta popular.
Y uno se pregunta hoy ¿en dónde está la oposición al partido mayoritario Morena, dixit y a la 4-T?
Nada. No nos engañemos. Y volvemos a la vieja historia del principio, como cuando fueron las elecciones presidenciales en 1976 en que José López Portillo (PRI) contendió sin oponentes. Fue candidato único luego de haber sido elegido mediante consulta interna para decidir en su favor.
Más tarde –se dice- bromearía en modo macabro para decir que ‘en vista de que su campaña se hizo eco de este apoyo ‘unánime’ a él, y a su lema: “La solución somos todos” y debido a que se postuló sin oposición: “hubiera sido suficiente con el voto de mi madre para ganar las elecciones’.
Hoy se repite la vieja historia del principio: el candidato-“corcholata” que surja de la “consulta” de Morena para contender por la presidencia del país en 2024, –lo que traducido es que será Palacio Nacional quien decida– irá solo… o sola y muy seguramente ganará la presidencia del país, y continuará con la 4-T que será comandada a distancia a modo de aquel Maximato de los treinta.
Esto es así porque la oposición que hoy vemos parece estar dispuesta a desaparecer o vender caro su amor al mejor postor a sabiendas de que no conseguirá el triunfo ese año y mucho menos podrá hacerse de posiciones de gobierno.
Así que es ahora o nunca: la venta de la oposición a ese mejor postor –en este caso a Morena y sus candidatos- está a la vista: sin enganche y sin fiador.
El Verde, por este ejemplo. Y el Partido del Trabajo, tan mínimo que es, pero que cobra caro sus participaciones en favor de tal o cual candidato, como ocurre ahí mismo en Coahuila en apoyo de Ricardo García Berdeja a quien apenas hace unos días –en apoyo de Guadiana- el presidente desconoció-descalificó-negó tres veces. (A ver si no sale con declinar en favor de Guadiana).
El Partido Acción Nacional no se vende, pero no está en condición de recuperar sus doce años de gobierno presidencial. Un partido minimizado, sin propuestas, sin estructura equilibrada, sin proyecto de gobierno o de nación: simple y sencillamente partido “de oposición” sin ser oposición.
Y el PRI en manos de “Alito”. Un personaje que hace todo por él, en favor de él y nadamás que él. ¿Qué ha hecho para rescatar a su partido del estado de agonía en el que vive?
¿Es de veras un partido que pueda enfrentar al gobierno de la 4-T en 2024? Su candidata Del Moral en el Estado de México “baila sola”. Sólo ella y su propio esfuerzo y trabajo: el PRI está ahí, pero no está ahí. ¿Ganará? Si es así, será mérito de la candidata, no de su partido ni aliados.
Y así las cosas con una oposición que “no picha ni cacha ni deja batear”. Un partido mayoritario que ya no las tiene todas consigo debido a los vaivenes presidenciales, a su permanente discurso de odio y a sus decisiones extravagantes y de confrontación permanente…
¿Ganará la abstención? ¿Ganará la anulación de votos? ¿Ganará la participación de fuerzas violentas en las elecciones de 2024 creando muertes y terror en favor de quien pudo haberles favorecido estos seis años?
Es la rueda de la fortuna en la que estamos los mexicanos. Y sólo los mexicanos tenemos la solución. Por la vía democrática. Pero… ¿en apoyo de quién? Ahora sí que como la balada aquella: “nos quedamos solos”…