Lo anecdótico del gobierno de Andrés Manuel López Obrador a su paso por la Presidencia de la República, no se encuentra conformado por el ejercicio de la prudencia, ponderación, congruencia, sabiduría, mucho menos por la diplomacia, esas anécdotas las temporizan las ocurrencias, decires y yerros, los cuáles dice muy despacito, muy lentamente, casi para que los seguidores de la Cuarta Transformación de la Nación no se den cuenta de ellas. El objetivo es que esas fábulas le sean aplaudidas.
En la memoria del Ateneo de Estudios Jurídicos Penales se reproducen con mucha fidelidad todas aquellas que más hondo calaron en contra de del derecho, de la justicia y de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, lo que más firme se grabó en esa retentiva, es lo grotesco, ridículo o disparatado. En suma, lo excepcional. Lo cuál no quiere decir que no existan aciertos. Que también existen. Pero casi siempre nulos.
Algunas expresiones pueden tener atenuantes. Pero no hay nadie que las encuentre. La última ocurrió con motivo de la detención del señor José Pedro Castillo Terrones, quien fuera Presidente de Perú y a quien el Estado agraviado lo acusa del Delito de Rebelión (alternativamente conspiración) y la Corte de Justicia de esa República por conducto del Juez Supremo Juan Carlos Checkley Soria determinó mediante la resolución jurídica apropiada: “Declarar fundado el requerimiento de detención preliminar judicial por flagrancia fundada y demostrada por la Fiscalía de la Nación”.
Ello dio origen, a que sin conocer los hechos, Andrés Manuel López Obrador anunciara un asilo político para un delincuente. Vaya felonía.
En el ayer, los Estados Unidos Mexicanos, hicieron saber mediante la correspondiente nota diplomática dirigida a todos los representantes de México en el extranjero que: “Nuestra Patria se limita a mantener o retirar, cuando lo crea procedente, a sus agentes diplomáticos y a continuar aceptando, cuando también lo considere procedente, a los similares agentes diplomáticos que las Naciones respectivas tengan acreditados en México, sin calificar, ni precipitadamente, ni a posteriori, el derecho que tengan las naciones extranjeras para aceptar, mantener o substituir a sus gobiernos o autoridades”. Principio excelso conocido en el Derecho Internacional.
El saber internacional referido con antelación trajo a México el aplauso de la comunidad internacional, tan profundo fue ese engrandecimiento que la política de los Estados Unidos Mexicanos, en ese rubro, alcanzó un renombre jamás percibido, a ese conocimiento ayer y hoy se le identifica como la Doctrina Estrada.
Luego entonces, en la actualidad cabe formular la presente interpelación: ¿El asilo político precipitadamente ofertado es atentatorio o no de los protocolos de Derecho Internacional?, ¿Seguir reconociendo a un presidente delincuente es acorde a la política internacional?.
Respuesta: Otro cuento del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal del
Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C..