Raúl Arias Lovillo
Hay muchos indicadores, cuantitativos y cualitativos que nos indican de manera muy evidente que hoy la Universidad Veracruzana vive un grave retroceso en su desarrollo.
Empecemos por el proyecto académico. La actual administración universitaria nunca tuvo la visión, el conocimiento y la experiencia de darle continuidad a un gran proyecto de transformación académica que inició con la etapa de autonomía institucional.
Los resultados están a la vista. Una docencia estancada con una oferta educativa sin cambios y un profesorado sin incentivos ni propuestas de innovación educativa. El denominado Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF) debió renovarse desde hace tiempo y de la innovación docente nadie se acuerda, el “Proyecto Aula” ha quedado en el archivo de los programas truncados. Todos los avances alcanzados por las tres gestiones universitarias anteriores a la actual, durante cerca de cinco lustros, desafortunadamente, han quedado olvidados.
El MEIF se propuso impulsar una educación integral (aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser); se trataba de desarrollar una formación profesional que fuera capaz de enfrentar la incertidumbre, de provocar el cambio, que situara al estudiante como su principal preocupación, que desarrollara en ellos un pensamiento crítico y creativo, y que fuera capaz de trabajar en contextos multiculturales.
Por su parte, el proyecto Aula se constituyó en una estrategia dirigida a la transformación de la cultura docente de los académicos de la institución para que los propósitos del MEIF se incorporaran en las prácticas cotidianas de enseñanza, aprendizaje y evaluación de aprendizajes a través de un proceso colectivo y permanente de innovación. Esta estrategia se realizó en torno a tres ejes:
1. Formación por competencias y pensamiento complejo; 2. Vinculación docencia-investigación; 3. Uso de tecnologías en procesos y ambientes de aprendizaje.
En fin, con el MEIF y Aula se buscaba disolver las barreras de la disciplina, ampliar los espacios de aprendizaje. Se acompaña a nuestros estudiantes en condiciones de pensar y vivir el mundo, nos alejamos de la construcción monolítica de la ruta rumbo a la profesión, pasamos de profesores a tutores, pusimos el acento ya no en lo que enseñamos, sino en los aprendizajes significativos que se construyen con los estudiantes; dejamos de formar sólo profesionistas para dialogar con seres humanos.
Esta proyecto de innovación académica, el más importante hasta ahora en la historia de la UV, fue impulsado por los tres rectores de la autonomía (Víctor Arredondo, Sara Ladrón de Guevara y Raúl Arias Lovillo) antes de la llegada de Martin Aguilar Sánchez a la rectoría. Sus resultados exitosos destacan mucho más ante los resultados de la actual administración universitaria, con Martín Aguilar Sánchez en la rectoría.
El primer resultado exitoso que tenemos que anotar es el crecimiento de la matrícula de estudiantes a nivel de licenciatura, que crece cerca de un 35%. Este sorprendente crecimiento fue posible gracias a que la UV estableció una estructura académica y organizativa adecuada a la masificación, se crearon nuevas entidades, se diversificaron las carreras, se elevó el número de académicos, se establecieron programas de estímulos a profesores e investigadores, se llevó a cabo la desconcentración de las facultades a las regiones y se impulsó un Sistema de Educación Multimodal (SEM).
La creación de nuevas entidades académicas y el impulso del MEIF propiciaron sentar las bases de una ampliación de la oferta educativa, el número de programas educativos aumenta en más de cien.
Otro impacto destacado del cambio en el paradigma educativo es el incremento en el número de profesores de tiempo completo que mantenían una diversificación de sus actividades académicas: docencia, investigación, tutoría y gestión, su crecimiento es cerca de 400%. Tambien creció de manera importante la cifra miembros de la UV en el Sistema Nacional de Investigadores y en el Sistena Nacional de Creadores (actualmente denominados SNII y SNCA), que contribuyeron significativamente al aumento de cuerpos académicos dedicados a la investigación científica y tecnológica. Finalmente hay que destacar el aumento extraordinario en el número de programas de posgrado reconocidos en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) del CONACyT, que logró ubicar en su momento a la UV como la institución con el mayor crecimiento en la calidad de su posgrado.
Por supuesto que es posible tener otra UV en el futuro, esto se puede afirmar de manera tajante porque ya lo vivimos. La apretada síntesis anterior da cuenta de ello. Habrá más argumentos en una próxima entrega.