* Para donde volteen los militantes de la izquierda, sólo encuentran el rostro de AMLO como posible figurante y líder de un novedoso FDN, pero éste no lo hará, porque su decisión está tomada: cogobernar con su deseable 30 por ciento del electorado, acudir a los estadios de baseball de Estados Unidos para distraerse de sus profundas preocupaciones, y soñar que está en la lomita de lanzamiento
Gregorio Ortega Molina
Se fortalece mi percepción, quizá infundada, de que AMLO sólo es comparsa del Innombrable, pero este tabasqueño que tiene una casa de retiro con un nombre al que únicamente a él le gusta irse, hace de todo para que muchos pongamos reparos a su oferta de honestidad valiente, lo que nada tiene que ver con la honradez necesaria.
AMLO lo sabe, nadie tiene que recordárselo, es un político de buena memoria, por ello no reconoce a sus acreedores, aunque recuerda fielmente a sus deudores. Está consciente de que la única manera de construir lo que ha de hacerse en política, es conceptuar e implementar la Reforma del Estado, que se inicia con los gobiernos de coalición.
También sabe que para hacerlo se requiere que la alternancia llegue a la tercera opción, que es la izquierda, y precisamente por ello se negará, con todo tipo de artimañas, a reconstruir el tejido que se necesita para crear otro Frente Democrático Nacional, distinto al que obligó a CSG a sentarse a una mesa de negociación poselectoral para legitimarse, donde curiosamente sólo la derecha llevó la voz cantante, como resultado del encuentro entre Cuauhtémoc Cárdenas y el presidente electo. Allí encontraron el valor real del ingeniero.
Durante el desarrollo del proceso preelectoral, electoral y poselectoral del próximo presidente de México, se cumplen 30 años de la creación del Frente Democrático Nacional, y del supuestamente abortado triunfo de la izquierda.
En seis lustro las condiciones políticas y sociales son totalmente distintas, la delincuencia organizada, concretamente el narcotráfico, se convirtió en un quinto poder (si consideramos que efectivamente hay una prensa libre y es el cuarto poder).
Obvio no puede confiarse en Los Chuchos, actuales gerentes del PRD a pesar de haberse quedado Alejandra Barrales como testaferro de Miguel Ángel Mancera, porque aquellos quedaron deslumbrados por el verde de los dólares. En lo que fue el verdadero Sol Azteca hay absoluta carencia de líderes con la autoridad moral suficiente para convocar a la unidad de la izquierda.
El PT, que tiene como orfebre político en el Senado a Manuel Bartlett, enseña las orejas y muestra lo que es un secreto a voces: el poder que sobre ese partido ejerce Raúl Salinas de Gortari.
Para donde volteen los militantes de la izquierda, sólo encuentran el rostro de AMLO como posible figurante y líder de un novedoso FDN, pero éste no lo hará, porque su decisión está tomada: cogobernar con su deseable 30 por ciento del electorado, acudir a los estadios de baseball de Estados Unidos, para distraerse de sus profundas preocupaciones, soñar que viste la franela de Morena y está en la lomita de lanzamiento, para “pichar” juego perfecto.