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- Penetró Xóchitl a Palacio Nacional
FALTAN 11 DÍAS PARA LAS VOTACIONES
A los libros de María Amparo Casar, Graco Ramírez y Anabel Hernández, que pegaron en el corazón del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, se suma el del periodista Ramón Alberto Garza, Dinastías. Dos familias, una nación, ya en circulación.
Con esos cuatro, se han escrito 42 libros durante la autodenominada Cuatroté, ni de broma comparada con la Independencia, la Reforma y la Revolución mexicanas, cuyos pioneros y precursores aún siguen trabajando por México. Imposible nivelar los períodos de autodeterminación, de separación Estado-iglesia y de guerra civil contra la dictadura porfirista, con el intento de un gobierno que terminó en Ogro filantrópico, como retrató Paz al Estado en apariencia benevolente, pero malvado.
Las obras de Casar y Hernández —el de Graco es una autobiografía laudatoria y que desvela sus desacuerdos recientes con López Obrador—, como dije el lunes 5, pusieron del mal humor al inquilino de Plaza de la Constitución sin número. La de Garza va en la misma dirección, y como con aquellas, los fieles y aún los adictos a la Cuatroté endilgarán una campaña en medios y redes, contra el exdirector de Reforma, El Universal y Reporte Índigo, ahora en Código Magenta.
«Enrique Krauze tenía razón», apunta Garza, «cuando en su ensayo en Letras Libres del 30 de junio de 2006 calificó a Andrés Manuel López Obrador como un Mesías Tropical».
«Así, el hartazgo acabó por confirmar lo que la mayoría necesitaba escuchar a través de un evangelio que escondía arrebatos de aquel mesías que fue ganando más y más simpatías, no solo entre aquellos que menos tenían, sino también entre quienes teniendo algo temían perderlo todo», se lee en la página 542 en formato Kindle.
El autor es suave, hasta aquí. «Si el mantra de este gobierno era «primero los pobres», el destino tenía que generar más miserables y así garantizar la preservación del poder».
Ya en confianza, Ramón Alberto dice que LO le encargaba, en los desayunos que frecuentaban en Palacio Nacional, a solas, todo lo que se hablara de su gobierno, de él y de sus hijos, es decir, lo que pudiera dañar su imagen. «[…] López Obrador me dijo en medio de un café que me encargaba mucho todo lo que se dijera de su familia, sobre todo de sus hijos». No hubo necesidad de que el periodista Garza se lo dijera.
letraschiquitas
Sin tocar la puerta como en otra ocasión —y sin presentarse siquiera—, la ganadora del tercer debate presidencial para Massive Caller, Xóchitl Gálvez, penetró a Palacio Nacional, con el señalamiento de la investigación estadounidense contra Mario Delgado, el dirigente nacional de MORENA camino a la destitución. Tanto, que el presidente Andrés Manuel López Obrador se ocupó de la especie. «Pues que lo resuelva él», soltó***. Como una venganza personal, calificó Ulises Bravo, el gobernador de facto de Morelos —su hermano uterino Cuauhtémoc Blanco es su prestanombres—, la denuncia que interpuso en su contra la mamá de la hija de ambos, Liu León, de quien dijo va a demostrar quién es, pero no por qué tendría que vengarse. A la audiencia de vinculación de proceso llegó él con las manos en los bolsillos y con un crucifijo al cuello***. La autodenominada candidata del cambio, Lucy Meza, dejó claro su compromiso con las mujeres y contra la violencia de género, en un boletín. Por cierto, Arlen Denisse Molina, víctima de agresiones físicas que supo Meza e intentó ocultar, fue directora de Enlace Político y Partidos de la Subsecretaría de Gobierno, a cargo de Ricardo Robledo.