Claudia Rodríguez
A la ligera
Cuántos de los asuntos de la agenda nacional se han atendido por décadas, a bote pronto. Pareciera que las crisis aparecieran de repente cuando asaltan al foro mediático y se prende entonces, el foco rojo de atención por las autoridades correspondientes.
Es cierto también que hay crisis que se gestan al interior de las entidades de Gobierno que se intentan ocultar el mayor tiempo posible, pero cuando el monstruo crece, al final sale a la luz cualquier ruptura, aunque se intente adjetivar de sorpresivo.
Por años los mexicanos que jugamos el juego de la democracia sólo en términos electorales, permitimos que se nos trate como simples votantes, consumidores y contribuyentes, pero los Poderes de la Unión han olvidado muchas de sus obligaciones para con los gobernados y sí abusado de sus facultades.
El Gobierno toma como aisladas distintas anomalías o trata de minimizarlas sin darles la atención de prevención, y luego claro, el engendro de las mil cabezas se percibe infranqueable.
La desatención que impacta de manera más equitativa.
Ante nuestros ojos ha pasado pasmoso pero seguro y cada vez más real y nocivo, el deterioro ambiental que en México inicia con el desarrollo de la Industria y de las urbanizaciones, en la mayoría de los casos no sólo en forma desordenada, sino sin prospección alguna. Ya en los años setenta, el tema de la contaminación ambiental y por ruido en las ciudades del país, era un asunto serio que llevó incluso a la Secretaría de Educación Pública (SEP), a intentar entre los jóvenes del futuro, la detección y la reflexión de los efectos de los agentes contaminantes. Sobra decir, que no hubo retroalimentación gubernamental seria en aquel entonces ni en ocasiones posteriores y el basurero sigue creciendo.
Las consecuencias… ¿Ya insalvables?
Pese a la gravedad del cambio climático que nos alcanzó y fue provocado en gran parte por los altos índices de contaminación en tierra, aire y agua; ninguna Administración federal ha tomado en serio el combate a la polución ambiental.
No sorprende que incluso hoy, se quiera inhibir el arribo del sargazo a las costas del Caribe y el Golfo de México, con medidas de recolección y barreras a modo de obstáculo, sin llegar a entender que no se ataca la causa.
Basta ver como la polución del aire se cree reducir en las ciudades con medidas de prohibición de uso de vehículos; mientras la quema de gases y otros combustibles en industrias y hogares, no descansa. Disminuir no es igual a eliminar.
Todos los mexicanos, indistintamente de nuestra condición y hasta punto geográfico de residencia, estamos cosechando el cúmulo de agentes contaminantes que sembramos y continuamos haciéndolo; incluso quienes residen en zonas rurales, son afectados por el consecuente desorden climático y lo extremoso del clima que puede llegar a ser catastrófico.
Crear comisiones ambientales y hasta destinar presupuesto a una Secretaría para la atención del medio ambiente, sólo ha consumido recursos y agravado la situación. Seguir con más de lo mismo hará en el trascurso del tiempo exponencial el grado de contaminantes.
Por si fuera poco, ocupamos deshonrosos lugares a nivel internacional de ciudades más contaminadas… qué decir de zonas turísticas.
Acta Divina… El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), evalúa impulsar una iniciativa social para enfrentar la contaminación ambiental en el país
Para advertir… Y la iniciativa en contra de la polución apenas en el camino de la evaluación. ¿Acaso con sólo informar que las aguas de ciertas playas de la Bahía de Acapulco en Guerrero rebasan el límite de materia fecal, se inhiben las causas?
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