Javier Peñalosa Castro
La semana que termina marcó lo que parece el inicio formal de la carrera por la Presidencia en el 2018, con una caballada a la vista no flaca, sino famélica, y prácticamente nulo interés en las tribunas por apostar a alguno de estos jamelgos que, como las vaquillas sometidas a constantes tientas de aspirantes a torero, “han desarrollado sentido” (léase que han adquirido mañas) y se ve difícil que actúen con entrega y nobleza llegado el momento.
Por ejemplo, a partir del lunes, Miguel Ángel Osorio Chong se puso los guantes y empezó a tirar golpes al más mañoso de los rocines (Andrés Manuel López Obrador) con la vieja cantaleta de que es ambicioso y está obsesionado con el poder —como si al propio líder de la pachucracia y el resto de sus congéneres no pudiese acusárseles precisamente de los mismo.
Otro que decidió subirse al ring contra López Obrador fue Aurelio el Niño Nuño, quien lo retó a un debate y lo censuró por su intención de aliarse con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, por su presunta intención electoral, como si la intención de Nuño no fuera la de captar los votos de los cien tos de miles de maestros, ya sea para su altamente improbable candidatura o para negociarlos con el que resulte candidato del PRI.
En cambio, luego de errores como el “cállate chachalaca” (a Fox) y su “Al diablo con sus instituciones”, López Obrador ya entendió que no siempre la reacción virulenta es la más rentable, y declaró que Osorio Chong es quien va adelante en las encuestas, en lo que representa algo así como un beso del diablo.
En tanto, otro de los peñistas que suspiran por la silla presidencial, Luis Videgaray, aprovechó la coyuntura de los altos niveles de contaminación en la Ciudad de México para tomarse la foto con Miguel Ángel Mancera y hacer una confusa propuesta para mejorar el transporte público en la Capital sin soltar recursos del presupuesto federal. En pocas palabras, el apoyo se resume en consejos para que Mancera endeude a la CDMX con créditos para sustituir los microbuses que se ofreció desaparecer hace 25 años (algunos de los cuales siguen rodando y contaminando) adquirir nuevas unidades para la Red de Transporte Público del DF y renovar la flota de taxis. No parece probable que alguien se trague la estratagema descrita, pero Videgaray no deja de hacer “su luchita” y de mantener la ilusión de llegar a “la grande”.
En el PAN, el propio Peje ve que la lucha será entre Margarita Zavala y el sucesor del “góber precioso”, Rafael Moreno Valle, que no goza precisamente del mayor prestigio en su entidad. Otros añaden al actual presidente de ese partido, Ricardo Anaya, aunque los expertos no le ven los tamaños siquiera para la contienda interna.
Y aunque el PRD que comanda Agustín Basave aún no se pronuncia por algún candidato, sólo se ven como posibilidades que vuelva a postular a Mancera como candidato ciudadano o que opte por volver a aliarse con su rival histórico, el Partido Acción Nacional para impulsar una candidatura como la de Moreno Valle.
En el ámbito de los independientes, Jorge Castañeda continúa deshojando la margarita. Hasta ahora no tiene rivales enfrente, aunque, en este caso, el excanciller foxista suele ser el peor enemigo de sí mismo, y es frecuente que lo traicionen su veleidad, su afán protagónico y su proverbial habilidad para contrariar a la opinión pública. Además de Castañeda, sigue habiendo quienes perfilan al “Bronco” de Nuevo León, aunque tampoco se ve que este personaje tenga con qué.
Queda, por supuesto, López Obrador, quien se perfila como candidato único e indiscutido de Morena (aparentemente esta vez no habrá un Ebrard que se ponga los guantes con él en alguna suerte de elección interna). Si bien ha aprendido mucho durante todos estos años, el Peje debe recurrir a la mercadotecnia política, esa herramienta que tanto ha desdeñado, y que, merced a campañas y mensajes como los de “es un peligro para México” y “elegirlo a él es elegir a Hugo Chávez”, terminó perdiendo buena parte de la ventaja que llegó a tener frente a los candidatos que “haiga sido como haiga sido”, se quedaron con la Presidencia.
En cuanto a los partidos rémora, el Verde seguirá siendo el patiño del PRI, en tanto que Convergencia y el PT habrán de decantarse entre el PRD y Morena, y el PRD decidir si va solo o en alianza con alguien más.
Otro factor que habrá que tener en cuenta es el seguimiento de los poderes fácticos, para ver por qué candidato se inclinan, y los desfiguros que puede provocar la sed de apoyo por parte de agentes como Televisa, como ocurrió con Santiago Creel rumbo al 2006, quien entregó jugosas concesiones de casas de juego a Televisa a cambio de un apoyo que jamás llegó, y que incluso se convirtió en una campaña en su contra.
También habrá que seguir con atención las entrevistas a modo y “publirreportajes” de Televisa, para detectar si pretenden poner también en la silla presidencial al sucesor de su creación mercadotécnica.