Javier Peñalosa Castro
La cortedad de miras, el ánimo timorato y la gazmoñería de los miembros del régimen peñista los hacen ir del empecinamiento en resolver todo a través de la propaganda hasta el talante abiertamente represor, que se expresa en el silenciamiento o la eliminación de aquellos a quienes considera sus enemigos, y que no son sino disidentes y críticos de las trapacerías del grupo en el poder.
En la mira de Peña y sus esbirros están lo mismo dirigentes de sindicatos disidentes, a quienes se encarcela y trata como a reos más peligrosos que los capos del crimen organizado, que familiares de personas desaparecidas, asesinadas y víctimas de la violencia y la injusticia de todas las instancias de gobierno, periodistas independientes y jóvenes blogueros.
El grupo que detenta el poder en México no es capaz de dialogar, concertar y acordar con quienes disienten de sus cuestionables decisiones y de sus arbitrariedades. La respuesta a todo cuestionamiento es, en el mejor de los casos, un aparente desistimiento que consiste en recular en aspectos como la pretensión de imponer una mordaza a la libertad de expresión, como pretendió deslizar el diputado hidalguense Omar Fayad.
Lo peor es que uno no puede dejar de pensar que esta ley sería menos ominosa que lo que ocurre en los hechos, donde se da la eliminación de los críticos que utilizan el ciberespacio para difundir sus opiniones, como ocurrió con el periodista chihuahuense José Luis Rodríguez Muñiz, asesinado esta semana que termina en Ciudad Juárez, o la ejecución del fotoperiodista Rubén Espinosa, ocurrida en la colonia Narvarte de la Ciudad de México hace ya tres meses.
En este último caso, la respuesta ha sido la elaboración de las más descabelladas hipótesis y la detención de un número creciente de chivos expiatorios sin que el caso se resuelva de manera creíble y satisfactoria.
Ineptitud y corrupción, signos distintivos del peñismo
La desarticulación con que se mueve el Gobierno hace pensar que sus integrantes viven pendientes únicamente de la apariencia; que no les preocupa dar resultados sino recibir la aprobación de los dueños del dinero en el País y de los más importantes líderes de opinión en el mundo. La veleidad de quienes nos gobiernan hace pensar que no estaban preparados para la responsabilidad que tienen ni han podido aprender en los tres años que tienen de estar al mando. Prueba de ello es que el propio Carlos Salinas de Gortari, quien tiene gran ascendiente e influencia sobre Peña Nieto, se haya hecho presente en los medios más influyentes para advertir que las reformas aprobadas no son suficientes para lograr el crecimiento, y que si se desea avanzar, deben —pequeño detalle— concretarse.
Por otra parte, el gobierno peñista demuestra el valor que da a sus promesas con acciones como la resurrección de la Secretaría de la Función Pública para recibir una exoneración a modo en el sonado asunto de la Casa Blanca, o la cacareada creación de la Secretaría de Cultura, iniciativa que parece haber sido congelada para no quitar reflectores, presupuesto y, en suma, poder, a Aurelio Nuño.
También esta semana se decidió como sucedáneo de la construcción del tren rápido a Querétaro, suspendida de manera inopinada para acallar las componendas que se habrían dado entre el contratista consentido de Los Pinos, Grupo Higa (a través de su filial Constructora Teya) y la empresa China Railway Construction Corp., por un par de obras que sólo paliarán esta necesidad, si bien lucen como una atractiva fuente de “moches” y enriquecimiento fácil: la ampliación de carriles de la autopista México Querétaro y la prolongación, en 13 o 14 kilómetros del segundo piso del Periférico, con cargo al erario federal.
Otra información que ha llamado la atención es la propuesta de Andrés Manuel López Obrador de mantener el actual aeropuerto de la Ciudad de México como terminal para vuelos locales y edificar un par de pistas en los terrenos que ocupa la base se Santa Lucía de la Fuerza Aérea Mexicana. Más allá de la viabilidad del proyecto y de la eventual participación de la empresa que construyó la primera etapa de los primeros pisos durante el gobierno de López Obrador en la Ciudad de México, parece imposible que quienes mandan renuncien a la magnífica fuente de enriquecimiento que significa el único gran proyecto de infraestructura que sigue “vivo”.
No a los emisarios del pasado
Hace poco más de una semana comenzaron a placearse de nuevo Felipe Calderón Hinojosa y su mujer, Margarita Zavala, para intentar captar la atención y empezar a construir la candidatura a la Presidencia de la segunda, apelando a la falta de memoria de los mexicanos y a la posibilidad de lograr la ganancia de pescadores que puede avecinarse tras una eventual turbulencia al cierre del actual sexenio.
No creemos que haya quien tenga buena memoria de la sangrienta etapa de Calderón, de su cuestionable llegada —haiga sido como haiga sido— a la silla presidencial, su ominoso silencio ante la muerte de los 49 niños de la Guardería ABC, inmoral negocio de una parienta de Margarita Zavala, y el escandaloso saqueo consumado so pretexto de la conmemoración del bicentenario de nuestra Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana.
En tanto, el otro integrante de la “docena trágica” en que el País fue desgobernado por el PAN se relame los bigotes ante la posibilidad de convertirse en el principal productor de mariguana a escala global, una vez que concluya el proceso jurídico iniciado con la concesión de un amparo otorgado por la Suprema Corte a cuatro personas, y que impulsaría la eventual modificación del marco legal correspondiente y la legalización de la producción y el consumo de esta sustancia.