Magno Garcimarrero
No, que no, Que me niego a viajar en ambulancia A mitad de la noche, Con la sirena gritando a troche moche Despertando durmientes, Anunciando que viajo hacia la muerte.
Que no, que no, Que las muertes en paz Son de otro modo, ahora: Ocurren en nuestra propia cama, Con una sonrisa en la comisura de los labios, Como un dulce suicidio, voluntario, asistido, Con los ojos cerrados y pensando, Bendiciendo el pasado, Repasando los mejores momentos, Olvidando los malos.
Sin que nadie te fuerce a seguir respirando Sin que nadie se sienta abandonado, por ti Sino al contrario: En un entendimiento común
De tu esfuerzo empeñado, De tu paso triunfante, Del proyecto logrado, De tu tiempo agotado, Que nadie se entrometa al final del camino A pedir que adelantes otro tramo.
Nadie tiene derecho a exigir que avances otro paso.
Que no, que no, Que no hay urgencia cuando nadie te espera Que no hay despido si aquí mismo te quedas: Grabado en la memoria de los vivos,
Repetido en los gestos de tus hijos Asomado a sus sueños, redivivo, Cantando en la cadencia de tus versos, Sonriendo tu ocurrencia sin motivo… Esta muerte sin fin, es pan comido